sábado, 27 de julio de 2013

27 de 31 días con Igancio

Marcados por el amor.

 por Maureen McCann Waldron

 



Este fue un pequeño momento,  que he estado reflexionando durante varias semanas. Yo estaba parado en un semáforo, por la tarde, al volver a casa del trabajo, me di cuenta que dos jóvenes empujaban una silla de ruedas en una colina empinada. En la silla de ruedas había un tercer joven, cuyos brazos descansaban inmóviles en su regazo. Todos estaban hablando mientras se movían hacia adelante, pero yo podía ver la tensión de su empuje para subir por la pendiente.
Me pregunté ociosamente de dónde venían, ya que dos hospitales están a dos cuadras del lugar. ¿Quién es el joven y cómo es que terminó en una silla de ruedas? Al cambiar la luz, los jóvenes habían llegado a la cima de la colina y uno de los amigos abrió la puerta de la tienda de la esquina, para que la silla de ruedas pudiera pasar. Habían llegado a su destino.
Había conducido una cuadra, cuando me di cuenta que la tienda de la esquina era un estudio de tatuajes. Iban a hacerse tatuajes. Me parecía tan improbable.

¿El joven de la silla de ruedas quiere un tatuaje? Su cuerpo era probablemente mucho más sujeto a escrutinio y examen que el resto de nosotros. Tal vez sólo quería decorarlo. También puedes añadir algunas palabras que tenían un significado especial para él. Ciertamente, él no habría hecho el difícil viaje a la tienda sólo para ver, por lo que de seguro iba a ser tatuado.
Tal vez los tres jóvenes, pensaba yo, eran amigos de la infancia y habían decidido tatuarse como un signo de su larga hermandad. Tal vez al joven de la silla de ruedas le habían llegado malas noticias y los demás querían animarlo.

Nunca sabré lo que son o lo que había detrás de ese largo viaje hasta la colina, pero parecía que había algo sagrado en su viaje. Fue eso de estar juntos como amigos, haciendo algo que muchos jóvenes hacen.
Yo no soy partidario de los tatuajes. A los 58 años, yo estoy más allá de la edad en la que se tiene cualquier pronunciamiento al respecto y la permanencia del tatuaje es lo que me hace pensar en él como un error. Pero ahora los jóvenes me han dado una nueva imagen de los tatuajes. Todos somos hijos de Dios y estamos marcados por su amor de una manera permanente en lo profundo de nosotros mismos. "Te he llamado por tu nombre... Tú eres mío."

Cuando pienso en esos tres jóvenes, veo un amor sagrado entre ellos. Uno o más de ellos será para siempre marcado y todos recordarán el día en que su amor por los demás les hizo tomar el viaje hasta la colina.

Traducción por MARM (artículo original, aquí

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