sábado, 31 de diciembre de 2016

“María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente”

Santa María Madre de Dios – Ciclo A (Lucas 2, 16-21) – 1 de enero de 2017

Oí alguna ve la historia de un muchacho que entró con paso firme a una joyería y le pidió al dueño que le mostrara el mejor anillo de compromiso que tuviera. El joyero le presentó uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo. “¿Se va usted a casar pronto?”, le preguntó el joyero. “No”, respondió el muchacho. “Ni siquiera tengo novia”. La muda sorpresa del joyero hizo sonreír al muchacho. “Es para mi mamá”, dijo él. “Cuando yo iba a nacer, estuvo sola. Alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas. Fue padre y madre para mí; fue amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo, le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy con la promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizá después entregue yo otro anillo de compromiso, pero será el segundo”. El joyero no dijo nada. Tomó el anillo, ordenó que lo empacaran hermosamente y luego se lo entregó al muchacho diciéndole: “Llévelo, es un obsequio mío. Hubiera querido conocer a mi madre, pero murió en el momento en que me dio a luz”.

Esta bellísima historia puede hacer que las lágrimas se asomen a muchos ojos, porque pone de manifiesto el amor tan grande que puede despertar una madre valiente que es capaz llevar a su hijo, no solamente nueve meses en su vientre, sino sacarlo adelante a pesar de las adversidades que se puedan cruzar por el camino de la vida de cualquier ser humano. También puede traer a la memoria agradecida, el don precioso de la vida que haya ofrecido una madre por la vida de su hijo o hija. Muchas madres mueren en el momento de dar a luz. Estoy seguro que si le preguntan a una mamá si prefiere arriesgar su vida o arriesgar la vida de su hijo, se inclinaría sin temor por la primera opción. Las madres, como Dios, están dispuestas a dar la vida por sus hijos, más que cualquier ser humano por ningún otro.

Hoy la Iglesia nos invita a celebrar, en una única solemnidad, a Santa María, Madre de Dios y la imposición del nombre de Jesús. Dos realidades íntimamente ligadas. La maternidad de María abre un espacio para el nombre de Jesús, que llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen (Cfr. Hebreos 5, 9) y ante el cual “doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra” (Filipenses 2, 10). Y, a su vez, es el nombre de Jesús el que le da un valor infinito a la maternidad divina de la Virgen María.

Cuando María decidió tener a su hijo, enfrentando la dificultad que podría tener con su prometido y con toda la sociedad, que juzga inmisericordemente a las madres solteras, sabía que se echaba una pesada carga encima. Su valor, su entereza, su respeto al don supremo de la vida, hizo que la reconociéramos como la Madre de Dios. Allí está la fuerza de esta solemnidad.

Pidamos al Señor, al celebrar esta solemnidad y al comenzar el año civil, que nos regale un corazón agradecido, como el de la Virgen María, para que sepamos acoger y respetar cualquier brote de vida que el Señor quiera poner en nuestras manos, de manera que nos convirtamos en sus fieles colaboradores en la construcción de un mundo en el que todas las personas, sin importar su raza, su lengua, su género, su religión, su estrato social, su nivel económico, puedan tener vida y vida en abundancia.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 25 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Jn. 1, 1-18

“(...) será motivo de gran alegría para todos”

Natividad del Señor – Ciclo A (Lucas 2, 1-14) 25 de diciembre de 2016


Muchos cuentos navideños circulan en estos días por los periódicos, las revistas, la Internet y otros medios. Uno de tantos cuentos que me he encontrado se llama El Sueño de María, y dice así: “Tuve un sueño, José... no lo pude comprender completamente, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo. La gente estaba haciendo preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban sus casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era muy peculiar, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo de un árbol. Si, un árbol, José. La gente decoraba muy bien el árbol. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto que parecía una estrella o un ángel; todo era muy hermoso. El día del nacimiento de Jesús, se arreglaban con la mejor ropa y se reunían a comer deliciosos manjares. Pero comían ellos solos, no invitaban a nuestro hijo a la cena navideña, y mucho menos a nosotros dos. Todos estaban muy contentos. Bailaban, bebían, se reían estrepitosamente, pero parecía que habían olvidado el motivo de la fiesta.

Toda la gente estaba muy feliz y sonriente. Estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros, José. Sin embargo, al final no quedó ningún regalo para nuestro hijo. Sabes, creo que ni siquiera lo conocen muy bien; me da la impresión que lo conocen sólo de oídas, porque no mencionaron su nombre en toda la noche, a pesar de que se reunieron para celebrar su nacimiento. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen bien? Tuve la extraña sensación de que si nuestro hijo hubiera llegado a la celebración, lo hubieran considerado como un intruso solamente. Nadie se acordó de él, ni de nosotros dos. Claro que ha pasado tanto tiempo, que no me parece raro. Sentí ganas de llorar. ¡Qué tristeza para Jesús no ser invitado a su fiesta de cumpleaños! Estoy contenta porque sólo fue un mal sueño. ¡Qué terrible que este sueño se hiciera realidad!”

Este cuento puede crear en nosotros un sentimiento de culpa o invitarnos a dejar entrar a Jesús en su fiesta de cumpleaños. Lo complicado puede ser llegar a saber dónde y cómo reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús, las señales para reconocerlo fueron las siguientes: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo”.

Con estas señales, los pastores reconocieron al Mesías. La fragilidad y la pequeñez, son las características que permiten reconocer al Hijo de Dios que nace de nuevo entre nosotros. Qué bueno que en nuestras fiestas de Navidad, abriéramos un espacio para esas personas que normalmente no visitamos; sólo tenemos que mirar un poco alrededor y pensar en cuál es la persona más frágil, más débil de nuestro entorno; no tenemos que ir demasiado lejos; estoy seguro que muy cerca de nosotros encontraremos personas que podrían alegrarse con nuestra invitación y participar de nuestras fiestas. Pidamos para que el sueño de María no se haga realidad.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.


martes, 20 de diciembre de 2016

Familia siria, busca ir a Canadá

Compartimos este apostolado de ayuda por parte de la CVX-Canada:

Por: Gilles Michaud
CVX Canadá

  La guerra civil de Siria es la peor crisis humanitaria de nuestro tiempo. Las familias sirias están luchando por intentar hacer un nuevo hogar en los países vecinos. Otros están arriesgando sus vidas en el camino a Europa, con la esperanza de encontrar aceptación y oportunidad. 
 El Papa Francisco hizo un llamado a todos los católicos y pidió a cada parroquia, comunidad religiosa, monasterio y santuario que acogieran a una familia de refugiados. Y añadió: "Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre y avanzan hacia la esperanza de vida, nos llama el Evangelio pidiéndonos que seamos cerca de los más pequeños y abandonados. Para darles una esperanza concreta, y no sólo para decirles: "¡Tengan coraje, tengan paciencia!"
  En diciembre de 2015, me informó una amiga del CLC en Líbano, Rita El Rami, de una familia siria de CVX que eran refugiados en el Líbano. Habían expresado su deseo de venir a Canadá y nos preguntaron si podíamos ayudar. Traje este asunto a la atención de Ann Marie Brennan, enlace mundial de CLC para América del Norte, quien sugirió que primero contactara con el miembro del ExCo Mundial de Líbano, Najat Sayegh, para preguntarle si sabía de esta familia y sabría cómo tratar mejor con la petición. 
  Najat contestó diciéndome que conocía a la familia. Ella me envió su dirección de correo electrónico para que yo pudiera contactar con ellos personalmente. Después de ponerse en contacto con Aboud Charabati (el padre) me envió el siguiente correo electrónico explicando por qué la familia tuvo que salir de Siria: 

"Salimos de Alepo-Siria hace más de tres años, porque perdimos todo. Perdí mi trabajo, que es una tienda privada de pequeño comercio situado en la parte antigua de Alepo, donde la zona fue tomada  y  quemada por los rebeldes, el 23 de julio. También mi esposa había perdido su oficina de ingeniería en Sheikh Maksood. Nuestra casa en la calle Jalaa no es segura porque se encuentra en la frontera. Un gran fragmento de bomba entró en nuestra casa y fuimos víctimas de dos ataques armados de terroristas islamistas en nuestra calle durante el día. Así que decidimos que debíamos irnos. Esperamos tener la oportunidad de venir a Canadá, porque no hay más posibilidad de vivir en Alepo, por ahora. Se ha vuelto muy peligroso para nuestras vidas y es un caos y no hay más reglas. Rechazamos la violencia y el racismo, nuestros valores y educación son completamente diferentes de la situación actual en la que se está convirtiendo. Así que estamos deseando restablecer una nueva vida pacífica en Canadá.
Sinceramente en Cristo: 
Lina, Aboud, Christa y Joanna, Familia Charabati "

La información anterior fue dada al Equipo Regional Continental de América del Norte de la CLC-CVX mientras preparábamos nuestra reunión de teleconferencia de marzo de 2016. Los miembros del equipo abordaron este tema discutiendo la posible forma en que nosotros, como comunidad, podíamos apoyar a la familia Charabati. Se sugirió que comenzáramos enviando la foto de familia y la información a tantos miembros del CVX Nacional que hicieran esta pregunta: "¿cómo puede ayudar CVX a esta familia"?

Desde entonces, gracias a varias personas que han participado directamente en el patrocinio de refugiados sirios, hemos avanzado significativamente en la obtención de información relevante sobre el patrocinio de refugiados. También se han difundido varios sitios web con información sobre la familia Charabati que desea venir a Montreal PQ. Es muy alentador saber que muchos miembros del CVX han respondido inmediatamente de manera tangible en la asistencia a la familia Charabati.

Varios miembros del CLC-CVX han hecho promesas financieras. Hasta la fecha, tenemos un total de $ 6,100.00 que se ha depositado en la cuenta de refugiados. Lo que ha sido extremadamente útil fue el establecimiento de un equipo básico para recibir y proporcionar alojamiento y mobiliario a la familia a su llegada a Montreal. Antoine y Remi Taoutel forman parte de este acogedor grupo, quienes son miembros de CVX en Montreal, Canadá, y además conocen personalmente a la familia Charabati ya que ambos formalmente son de Alepo, Siria.  Antoine fue presidente de CVX Siria y  me ha informado que había 180 miembros activos del CVX antes del inicio de la guerra civil en Siria. Muchos de ellos viven ahora en campamentos de refugiados en países vecinos.

Como he comentado, hasta la fecha hemos recibido la suma total de $ 6,100.00 de miembros de CVX. Por ahora la familia tiene un capital de $ 26,000.00 pero, desafortunadamente, las familias refugiadas en el Líbano no están cubiertas por el sistema estatal de atención médica y dicha cantidad esta depositada como seguro ante el gobierno libanés, en caso necesario, para cubrir sus gastos de salud u hospitalarios. Por lo tanto los $ 26,000.00 serán entregados después de su llegada a Montreal.


CONCLUSIÓN:
1. Acordamos que con la ayuda del grupo CVX en Montreal, todas las necesidades logísticas de la familia Charabati serán satisfechas a su llegada a Montreal, Canadá.
2. Hemos estimado que aproximadamente $ 45,000.00 CDN es la cantidad financiera necesaria para apoyar a la familia durante su primer año de ajuste. Los $ 26,000.00 en poder del gobierno libanés, cuando sean liberados, serán usados ​​como parte de esa suma. Se prevé que esto sucederá a su llegada a Canadá. Por lo tanto, necesitaríamos una suma adicional de $ 5,000.00 para hacer frente al déficit estimado.
3. Reconocemos que muchos miembros del CVX han apoyado generosamente otros proyectos de refugiados en su área y estamos agradecidos por ello. El Equipo Continental de CLC-CVX, ha acordado distribuir este informe y mantener una actualización sobre este proyecto y pedir sus oraciones por el éxito de este proyecto de misión CVX.
4. Para aquellos miembros de CVX que pueden contribuir financieramente, su generosidad nos proporcionará el monto adicional ($ 5,000.00) necesario para apoyar financieramente a la familia Charabati CLC cuando lleguen a su nuevo hogar.
5. Para cualquier pregunta, diríjase a: leagil@pei.sympatico.ca
6. Haga por favor el cheque a favor de:
CLC CANADÁ EN EL PROYECTO DE REFUGIADOS SIRIOS
y enviarlo a:
At'n. Gilles Michaud
4533 Millvale RD
RR2 Breadalbane, PEI, Canadá
C0A1E0.


Traducción de: Formación CVX-México, 



domingo, 18 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 1, 18-24

“(...) salvará a su pueblo de sus pecados”

Domingo IV de Adviento – Ciclo A (Mateo 1, 18-24) – 18 de diciembre de 2016

 Hace un tiempo, fui a visitar un sector de la ciudad de Medellín que no visitaba hacía unos años. Colaboré allí cuando era novicio. Fui al barrio Popular No. 1 con una religiosa que trabaja allí, en una escuela de Fe y Alegría en la que se educan dos mil doscientos (2200) niños y niñas, desde preescolar hasta undécimo grado. Lo primero que me impactó fue llegar allí en Metro Cable, un sistema novedoso que bien podrían envidiar cualquier ciudad del mundo. Unas góndolas que surcan los aires por encima de las viviendas sencillas de la gente que habita el nororiente de Medellín. Un espectáculo maravilloso, construido por el ingenio humano. Toda una alabanza al Dios bueno que nos sigue salvando en medio de nuestras miserias.

Pero lo que realmente me impactó fue la visita que pude hacer a cuatro hogares que tienen toda una historia, de la cual pude ser testigo en algún momento de mi vida y que hoy han vuelto a hacerse Palabra de Dios para mi... La primera visita fue a la casa de las Amayas, que siguen gozando de buena salud a pesar de su avanzada edad. Nunca he sabido cómo subsisten en medio de tanta pobreza. Me recibieron con la misma alegría de siempre. Ya María, la mayor, está gozando de Dios, con el abuelo José, un verdadero santo. Ángela, arrugada como una uva pasa, sigue irradiando optimismo. Lola, más sorda que una tapia, recuerda las fechas con una exactitud prodigiosa. Carmen sigue con su buen humor. Por último, la Nena, con una trombosis que la tiene medio paralizada. Todo un himno de confianza en Dios, propio de este tiempo de Adviento.
Estuve luego en la casa de Francisco y Oralia. Mientras Francisco seguía arreglando un nicho para colocar una imagen de María Auxiliadora en la puerta de su casa, Oralia me contó una historia muy triste: cuatro de sus seis hijos varones han sido asesinados. Siempre que recibió en sus brazos el cadáver de alguno de sus hijos, repitió una oración para pedir a Dios que perdonara a los asesinos. “Perdonar de corazón, me ha liberado de la amargura y del odio. Nunca he querido guardar ningún resentimiento contra los que nos han hecho tanto daño...”, me dijo, mientras las lágrimas se asomaban a sus ojos. Dios le ha permitido perdonar de corazón, otra gracia típica de este tiempo.
La tercera familia que visité fue el hogar de Quique y Orfa. Cuando los conocí en 1979, tenían cuatro hijos; al irme para Bogotá, dos años después, tenían seis; y al volver a los dos años, tenían ocho... En total, tuvieron diez hijos que han sacado adelante con el trabajo honrado y sencillo de los pobres de este mundo. Juan, el segundo de los hijos, está desempleado. Siguen caminando a pesar de las dificultades. No han dejado de luchar. Me invitaron a esperar contra toda esperanza.
Por último, visité a doña Angélica, una señora muy pobre que me daba el almuerzo los domingos, durante el tiempo de mi noviciado. La encontré muy decaída y enferma; tiene un cáncer que se la está comiendo poco a poco. Su hijo menor también murió asesinado y Juan, el penúltimo, sigue con ella, trabajando para sostenerla. “Pídale al Señor, que si es su voluntad, me devuelva la salud. Si no, que se haga su voluntad”, me dijo cuando me despedí. Ya quisiera yo tener la misma tranquilidad para repetir con ella y con la virgen María: “Hágase en mi, según tu palabra”.


Cuando llegué a la casa de las religiosas donde estaba acompañando una experiencia de Ejercicios Espirituales, me “encontré” con esta Palabra que me recuerda lo que Dios le dijo en sueños a San José: “María, tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Dios nos sigue salvando de nuestro pecados haciéndose alabanza, confianza, perdón, esperanza y apertura a su voluntad en la vida de los pobres y sencillos de este mundo. El Emanuel, el “Dios con nosotros” se sigue revelando de una manera privilegiada en la vida de los pobres y solamente desde allí nos vendrá la salvación que tanto esperamos.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 11 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 11, 2-11

sábado, 10 de diciembre de 2016

“Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo”

Domingo III de Adviento – Ciclo A (Mateo 11, 2-11) – 11 de diciembre de 2016


Un niño estaba dibujando un retrato, y su profesor se le acercó y le dijo: – Ese es un retrato interesante. Dime algo de él. El niño le respondió: – Es un retrato de Dios. Entonces, el profesor le dijo: – Pero nadie sabe cómo es Dios. – Lo sabrán cuando haya terminado, dijo el niño... Esta historia me trajo a la memoria una anécdota que escuché en estos días. Dicen que un hombre que escuchó una conferencia de la Madre Teresa de Calcuta en las Naciones Unidas, se acercó a la anciana religiosa y le dijo: “Hermana, le cuento que yo no creo en Dios. Soy ateo. Pero le aseguro que si Dios existe, debe ser muy parecido a usted”.

Estando Juan el Bautista en la cárcel, oyó hablar de Jesús y envió a algunos de  sus seguidores para que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. La respuesta fue muy clara: “Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no encuentre en mí motivo de tropiezo!” Jesús no da explicaciones ni fundamenta su autoridad en teorías o doctrinas de ningún tipo. Lo único que pide es que se fijen en su comportamiento. Las señales son evidentes y cualquiera que tenga los ojos abiertos y los oídos atentos, podrá reconocer que él es el Mesías de Dios.

Cuando los discípulos de Juan volvieron a la cárcel a contar lo que habían visto y oído, Jesús comenzó a exaltar la misión del Bautista: “¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que se visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A ver un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo te envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino”. Esa fue la misión de Juan y es la misión de los profetas de hoy: Preparar los caminos de Jesús y señalar su presencia entre nosotros.

Jesús es el rostro de Dios para nosotros y los que nos decimos sus seguidores debemos ser el retrato de Dios para el mundo. Un niño es capaz de saber cómo es Dios y un ateo es capaz de reconocer sus rasgos en una persona como la Madre Teresa de Calcuta. La pregunta que nos puede asaltar hoy es si los que nos ven hacer lo que hacemos y nos oyen decir lo que decimos, son capaces de reconocer los rasgos de Dios en nosotros. Muchas personas no podrán leer otro evangelio distinto a nuestras vidas. Por eso, tenemos la responsabilidad de transparentar a Dios y abrirle un espacio para que vuelva a encarnarse entre nosotros y en nosotros en esta Navidad. Precisamente, prepararnos para que eso pueda suceder es lo que busca el tiempo de Adviento que estamos viviendo.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 4 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA

 
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 3, 1-12

“Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor”

Domingo II de Adviento – Ciclo A (Mateo 3, 1-12) – 4 de diciembre de 2016



Cuentan que un sacerdote y un taxista que tenían idéntico nombre, murieron el mismo día. El taxista tenía fama de ser muy mal conductor, mientras que el sacerdote era reconocido entre sus vecinos como santo. Al llegar al cielo, al taxista lo atendieron muy bien; lo hicieron seguir a la mejor sala y le dieron un puesto importante, mientras que al sacerdote lo dejaron a un lado. Cuando el sacerdote se dio cuenta de la discriminación con que lo habían tratado, le dijo a San Pedro: “Oiga, debe haber una equivocación. Ese señor taxista se llama igual que yo, pero tenía pésima fama entre los vecinos de nuestro pueblo. ¿Cómo es posible que lo hayan recibido como a un santo, mientras que a mi, que fui sacerdote toda la vida, me han dejado en un puesto sin el menor brillo?” San Pedro, entonces, le explicó al sacerdote: “Mire, aquí trabajamos por resultados”. El sacerdote puso cara de no haber entendido nada, de modo que San Pedro continuó: “Verá usted, los informes que hemos recibido dicen que cuando ese taxista manejaba, todo el mundo rezaba, incluidos los que iban en el taxi. Pero nos han informado que cuando usted predicaba los domingos en la parroquia, todo el mundo dormía...”.

El tiempo de Adviento tiene un carácter penitencial... Es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Los cristianos y cristianas estamos invitados a renovar nuestra propia vida para acoger a Dios que quiere volver a poner su tienda entre nosotros. La misión de Juan el Bautista fue precisamente llamar a sus contemporáneos a preparar los caminos del Señor: “En su predicación decía: ‘¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!”. Eso mismo nos dice hoy a cada uno de nosotros. Este tiempo, entonces, es una oportunidad para revisar nuestra vida y reconocer aquellas actitudes que tenemos que cambiar. Es un tiempo de reforma, de conversión, de cambio.

Es posible que haya dimensiones de nuestra vida que tengamos que revisar y corregir para que Dios pueda encarnarse de nuevo en nuestra historia. Dios no nace en el pesebre bien adornado y bonito que organizamos en nuestras casas. No nace en los pesebres con muchas luces y figuritas que se elaboran en las parroquias. Mucho menos va a nacer debajo de los arbolitos de navidad que nada tienen que ver con nuestra tradición cristiana. Dios sólo puede nacer en un corazón que se prepara para acoger su propuesta y se dispone a dejarse transformar por el amor. Nuestro corazón es el único pesebre en el que Dios puede volver nacer de nuevo entre nosotros. Los otros pesebres son apenas el símbolo de lo que queremos vivir nosotros mismos.

Es posible que nuestro corazón, como el pesebre de Belén, no sea el lugar más elegante, ni tenga todas las comodidades de un gran palacio. Es posible que nuestro corazón necesite una limpieza y algunos ajustes para acoger al Hijo de Dios. Lo importante es que esté dispuesto a recibir la pequeñez de un Dios que se abaja para rescatarnos. Muy seguramente esto significará un cambio de rumbo en nuestro camino, una reforma de vida, una transformación interior. Y, por otra parte, esto tendrá que hacerse visible y expresarse en comportamientos nuevos de cercanía a los más frágiles, de acogida a los más débiles, de amor a los más pequeños. No olvidemos tampoco que lo más importante no son los títulos o las certificaciones. En el cielo nos evaluarán por los resultados.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.