CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
domingo, 20 de diciembre de 2020
Domingo IV de Adviento – Ciclo B
Domingo IV de Adviento – Ciclo B (Lucas 1, 26-38) – 20 de diciembre de 2020
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
Parece ser que la crisis de salud se agudiza,
experimentamos la inestabilidad psicológica que nos dejan los meses de
encierro. Estamos entre la paranoia del miedo irracional, o la
irresponsabilidad de quien abraza una "valentía ignorante" que le
hace ya no cuidarse ni cuidar. La noche se puso más oscura, pero ya brilla la
estrella en el cielo; ¡Ya viene la Salvación!.
La actitud del cristiano ante la certeza que
Dios es con nosotros, no es la pasividad confiada, sino la actitud de María,
que se Inquieta, indaga, acepta y
dispone con humildad. La humildad de quien se ubica esclava, es decir, renuncia
a su propio querer e interés y lo entrega TODO al plan de Dios, un plan que
sólo germina en los corazones humildes y dispuestos, pero que dará el fruto de
la esperanza y la transformación.
A días de la Navidad, de la gran fiesta de la
esperanza dispongámonos a celebrarla con la profundidad, humildad y sobriedad
que nos pide este momento, demos un sí radical al Señor y comencemos a
descubrir cómo, cuándo y dónde participaremos de su Proyecto. Participar nos
pide renunciar, pero si renunciamos, estaremos como nunca llenos.
#FelizDomingo #Adviento
Fuente https://www.facebook.com/hernan.quezada.sj
“Para
Dios no hay nada imposible”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Cuentan que una vez tres árboles jóvenes
estaban conversando sobre lo que querían ser cuando fueran grandes. El primero
decía: «A mi me gustaría ser utilizado en la construcción de un gran Palacio
para servir de techo a Reyes y Príncipes». El segundo dijo: «A mi me gustaría
ser el mástil mayor de un hermoso barco que surque los mares llevando riquezas,
alimentos, personas y noticias de un lado a otro de los océanos». El tercero,
por su parte, dijo: «A mi me gustaría ser utilizado para construir un gran
monumento de esos que se colocan en medio de las plazas o avenidas y que cuando
la gente me vea, admire a Dios por su grandeza».
Pasaron los años, los árboles crecieron y
llegó el tiempo del hacha y de la sierra. Cada uno de los tres árboles fue a
dar a distintos sitios: El primero fue utilizado para construir la casita de un
campesino pobre que con el tiempo fue destruida y abandonada. Con los restos se
levantó un pequeño establo para que los animales se protegieran del frío y de
la noche... El segundo fue utilizado para la construcción de la barca de un
pobre pescador que se pasaba la mayor parte del tiempo amarrada a la orilla de
un lago... El tercero fue utilizado para la construcción de una cruz, donde
fueron ajusticiados varios hombres...
Dice san Lucas, que cuando María recibió el
anuncio del ángel, “se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: –María, no tengas miedo, pues tú
gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús”. María, sin salir de su asombro, preguntó: “–¿Cómo
podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre? El ángel le contestó: –El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder de Dios altísimo se posará sobre ti.
Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu
parienta Isabel va a tener un hijo, a pesar de que es anciana; la que decían
que no podía tener hijos, está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay
nada imposible”. La respuesta de María fue de total disponibilidad a pesar de
que seguramente no entendió completamente el plan de Dios. “Yo soy la esclava
del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho”.
No es fácil aceptar los planes de Dios cuando
no se acomodan a los nuestros. Siempre que Dios nos llama a realizar un
proyecto, tenemos la tentación de pensar que será como nosotros lo hemos
programado; pero el Señor tiene sus caminos, que no son los nuestros. Él se
encarga de realizar nuestros sueños y nuestros planes, pero a su manera. Lo
importante es que encuentre en nosotros la disposición necesaria para dejarnos
guiar y conducir por Él a través de las vicisitudes de nuestra vida.
Que el Señor nos conceda ser dóciles a su
voluntad; que nos de fe y perseverancia, de modo que aun cuando no nos toque
ser un gran palacio, aceptemos sostener el portal del pesebre que en Belén abre
sus puertas al que nos trajo una gran alegría para todo el pueblo.
Aunque no seamos el gran mástil de una hermosa embarcación, aceptemos ser la humilde barca de Pedro, que sirvió de púlpito para que a los pobres se les anunciara la Buena Nueva. Y aunque no seamos un gran monumento, aceptemos ser la cruz que sirvió de altar para que Dios nos mostrara el amor de Dios que llega hasta el extremo...
Fuente “Encuentros
con la Palabra”
ACOGER
A JESÚS CON GOZO
José Antonio Pagola
El evangelista Lucas temía
que sus lectores leyeran su escrito de cualquier manera. Lo que les quería
anunciar no era una noticia más, como tantas otras que corrían por el imperio.
Debían preparar su corazón: despertar la alegría, desterrar miedos y creer que
Dios está cerca, dispuesto a transformar nuestra vida.
Con un arte difícil de
igualar recreó una escena evocando el mensaje que María escuchó en lo íntimo de
su corazón para acoger el nacimiento de su Hijo Jesús. Todos podemos unirnos a
ella para acoger al Salvador. ¿Cómo prepararnos para recibir con gozo a Dios
encarnado en la humanidad entrañable de Jesús?
«Alégrate». Es la primera
palabra que escucha el que se prepara para vivir una experiencia buena. Hoy no
sabemos esperar. Somos como niños impacientes, que lo quieren todo enseguida.
No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más profundos.
Sencillamente se nos ha olvidado esperar a Dios, y ya no sabemos cómo encontrar
la alegría.
Nos estamos perdiendo lo
mejor de la vida. Nos contentamos con la satisfacción, el placer y la diversión
que nos proporciona el bienestar. Sabemos que es un error, pero no nos
atrevemos a creer que Dios, acogido con fe sencilla, nos puede descubrir nuevos
caminos hacia la alegría.
«No tengas miedo». La
alegría es imposible cuando vivimos llenos de miedos, que nos amenazan desde
dentro y desde fuera. ¿Cómo pensar, sentir y actuar de manera positiva y
esperanzada? ¿Cómo olvidar nuestra impotencia y cobardía para enfrentarnos al
mal?
Se nos ha olvidado que
cuidar nuestra vida interior es más importante que todo lo que nos viene desde
fuera. Si vivimos vacíos por dentro, somos vulnerables a todo. Se va diluyendo
nuestra confianza en Dios y no sabemos cómo defendernos de lo que nos hace
daño.
«El Señor está contigo». Dios
es una fuerza creadora que es buena y nos quiere bien. No vivimos solos,
perdidos en el cosmos. La humanidad no está abandonada. ¿De dónde sacar
verdadera esperanza si no es del Misterio último de la vida? Todo cambia cuando
el ser humano se siente acompañado por Dios.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
LA ENCARNACIÓN DE DIOS ES LA CLAVE
Fray Marcos
Los textos que vamos a leer
estos días están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar
conciencia del sentido “no histórico” de los textos. El anuncio del nacimiento
de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta,
los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de
un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la
adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno
es original del cristianismo.
El decir “mítico” no quiere
decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que
intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se
puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos
son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos
estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo
nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor
alcance vital.
Todo esto lo ha descubierto
la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto
miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la
verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad
que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es
precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir
ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje.
En las lecturas de hoy
destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un
palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que
habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella.
La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David
le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios,
es Él quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su
voluntad con sacrificios y oraciones.
Lo que Lucas nos propone es
la teología de la encarnación entendida desde el AT. Todas las palabras del
relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar
la concepción de Juan que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de
Jesús, Lucas toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de
Dios sin intermediarios; y como él, va a ser el comienzo de una nueva
humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel.
Esta es la clave de todo el relato.
Ángel=mensajero no tiene, en
el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos
seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana
para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en
todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del
centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el
pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de
la oficialidad.
La escena se desarrolla en
una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no
ligada a la institución sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni
cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes
elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto
actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a
Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado
por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo
humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.
Alégrate, agraciada, el
Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión,
canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de
salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre
ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista,
porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se
inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino
de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.
Al contrario que en Mateo,
José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación
anunciado en Lucas; María misma impondrá el nombre a Jesús (Salvado). No será
hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, para un judío, no significa generación
biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al
Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino
Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la
obligación de obedecerle e imitarle.
El Espíritu Santo y la
fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la
gloria de Dios, que en el Génesis se representaba por una nube que cubría el
campamento. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas.
Consagrado hace referencia siempre a una misión. El rey ungido era, desde ese
instante, hijo de Dios. El Espíritu no actúa sobre el cuerpo, sino sobre el ser
de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace
Espíritu”, dice Juan. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino
su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero
de un modo más profundo de lo que pensamos.
Aquí esta la esclava del
Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido
en impensable la encarnación de Dios en alguien que no sea perfecto. Pablo nos
habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto, por
generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada
persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una
salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que
muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento
determinado; Dios no tiene momentos.
Cambia el concepto de Dios
para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el
poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el
consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más
extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio en la manera de
concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al
Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos,
pero estará también contra nosotros si fallamos.
Dios se hace presente en la
sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el
dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente
a Dios. Al contrario en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos
descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal
dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas
repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo
de fuera es un ídolo.
Meditación
La disponibilidad
de María es la clave del mensaje.
Dejar hacer a
Dios es descubrir lo que está haciendo.
Él lo está
haciendo todo en cada instante.
Descubrir esta
presencia activa
es la esencia de
toda vida espiritual auténtica.
No tienes que
hacer nada ni conseguir nada.
En ti está ya la
plenitud que quieres alcanzar.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
domingo, 13 de diciembre de 2020
LA FRSE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLIC AQUÍ: Jn 1, 6-8. 19-28
sábado, 12 de diciembre de 2020
Domingo III de Adviento
Domingo III de Adviento – Ciclo B (Juan 1, 6-8.19-28) – 13 de diciembre de 2020
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
El tema de conversación
de todos nosotros son las vacunas. ¿Cuándo van a llegar? ¿Cuántas van a llegar?
¿Cuándo la voy a tener?. Los discursos negacionistas y las fantasías
disminuyen, no caben, porque después de casi un año encerrados y sin poder
abrazarnos y encontrarnos, el anuncio de las vacunas es una promesa que nos
llena de esperanza. Se parece mucho al Adviento. Esperamos y somos sostenidos
por el anuncio, en un acto de fe creemos y nos vacunaremos.
Pero el Adviento es algo
aún más grande, pues la vacuna nos librará del coronavirus, pero no de la
enfermedad espiritual que provoca la desesperanza y la tristeza, para la que la
única vacuna es "el sentido", es decir tener claro para qué vivimos.
Isaías (1a lectura) sabe su "para qué": ...para anunciar, curar,
proclamar, liberar. María acogió EL Proyecto de su vida (Salmo), y Juan el
Bautista sabe quién es y a qué ha venido. El síntoma de tener una vida con
sentido es la alegría y la pasión, "Me alegro en el Señor con toda el
alma", dice Isaías; "Mi espíritu se alegra en Dios", dice María,
y Pablo, nos convoca a vivir siempre alegres y agradecidos.
El Coronavirus nos ha
quitado tanto, pero hemos podido darnos cuenta qué es lo verdaderamente vital e
importante, lo que no ha podido arrebatarnos ni siquiera la muerte; el amor que
tenemos a los que se fueron sigue igual o más fuerte.
¿Con qué te has quedado? ¿Qué te ha sostenido?
¿Para qué estás aquí?
"El que los ha
llamado es fiel y cumplirá su promesa" dice hoy Pablo, "Enderecen el
camino del Señor" llama Juan. Que resuenen fuerte este anuncio y esta
llamada para disponernos a recibir y encontrar, estemos alegres que Dios viene
y llega a hacer brotar lo nuevo.
#FelizDomingo
#Adviento
Fuente: https://twitter.com/hernan_quezada
“Abran
un camino derecho para el Señor”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Cuando visité por primera
vez la vereda Taracué, en el municipio de San Pablo, al sur del departamento de
Bolívar, viajé montado en la parte de atrás de un viejo camión de estacas,
compartiendo el espacio con un buen grupo de niños y niñas, acompañados por sus
padres, los bultos de comida, los barriles de gasolina, las gallinas, la carne
colgada de las barandas. Muy lentamente fuimos recorriendo los quince o veinte
kilómetros que separan la vereda del casco urbano. El camión se balanceaba de
un lado para el otro, sobrepasando los huecos más impresionantes y hasta
algunas quebradas bastante caudalosas.
Recuerdo que, al llegar,
nos explicaron que todavía nos faltaba por recorrer a pie un buen trecho, pues
la carretera estaba todavía en construcción. Caminamos una hora más hasta la
escuela de la vereda, donde nos íbamos a hospedar con mi compañero de misión.
Yo estaba recién ordenado y celebré allí mi primera semana santa en medio de
una comunidad que iba naciendo entre las plantaciones de coca y los grupos
guerrilleros que controlaban la zona.
Algunos meses después,
volvimos a Taracué para celebrar la Navidad y nos encontramos con que la
carretera había avanzado hasta la orilla de la quebrada, de aguas
transparentes, que lleva el mismo nombre de la vereda donde está la escuela.
Los campesinos de la región, a punta de pico y pala, habían abierto la montaña
para que los carros pudieran llegar más cerca de sus casas que, de todos modos,
seguían estando a dos y tres horas de camino. Tuvieron que romper los cerros,
sobrepasar las cimas, construir puentes y rellenar en otros sitios el terreno
para tratar de hacer un camino transitable. Los campesinos nos contaban que en
un recodo del camino tuvieron que luchar a brazo partido con una enorme roca
que les impedía el paso. Sólo cuando consiguieron un poco de dinamita, pudieron
sobrepasar aquella dificultad y terminar el trayecto hasta la quebrada. Hoy
todavía es una carretera que sólo permite el paso de carros con doble tracción
o camiones con mucha fuerza. Y, sobre todo en épocas de lluvia, aunque sigue
conservando el nombre, se parece poco a lo que debería ser una carretera como
Dios manda.
Juan el Bautista anuncia
la llegada del Señor sirviéndose de las palabras del profeta Isaías, que
invitaba a su pueblo a abrir “un camino derecho para el Señor”. El texto de
Isaías sigue diciendo: “Rellenen todas las cañadas, allanen los cerros y las
colinas, conviertan la región quebrada y montañosa en llanura completamente
lisa”. Cada uno de nosotros sabrá qué implicaciones tiene esto en nuestras
relaciones con los demás y con Dios. Qué cañadas tenemos que rellenar, qué
cerros y qué colinas tenemos que allanar, qué puentes tenemos que construir
para permitir que el Señor llegue hasta nosotros.
Este tiempo de Adviento es un tiempo propicio para abrir nuestros caminos, arreglarlos, mejorarlos. Así como los campesinos de la vereda Taracué, al sur de Bolívar, tenemos que prepararnos para que el Señor pueda llegar hasta nosotros y regalarnos con sus dones en esta Navidad. Ojalá no sea necesario usar la dinamita...
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
TESTIGOS
DE LA LUZ –
José Antonio Pagola
Es curioso cómo presenta el
cuarto evangelio la figura del Bautista. Es un «hombre», sin más calificativos
ni precisiones. Nada se nos dice de su origen o condición social. Él mismo sabe
que no es importante. No es el Mesías, no es Elías, ni siquiera es el Profeta
que todos están esperando. Solo se ve a sí mismo como «la voz que grita en el
desierto: Allanad el camino al Señor». Sin embargo, Dios lo envía como «testigo
de la luz», capaz de despertar la fe de todos. Una persona que puede contagiar
luz y vida. ¿Qué es ser testigo de la luz?
El testigo es como Juan. No
se da importancia. No busca ser original ni llamar la atención. No trata de
impactar a nadie. Sencillamente vive su vida de manera convencida. Se le ve que
Dios ilumina su vida. Lo irradia en su manera de vivir y de creer.
El testigo de la luz no
habla mucho, pero es una voz. Vive algo inconfundible. Comunica lo que a él le
hace vivir. No dice cosas sobre Dios, pero contagia «algo». No enseña doctrina
religiosa, pero invita a creer. La vida del testigo atrae y despierta interés.
No culpabiliza a nadie. No condena. Contagia confianza en Dios, libera de
miedos. Abre siempre caminos. Es como el Bautista, «allana el camino al Señor».
El testigo se siente débil
y limitado. Muchas veces comprueba que su fe no encuentra apoyo ni eco social.
Incluso se ve rodeado de indiferencia o rechazo. Pero el testigo de Dios no
juzga a nadie. No ve a los demás como adversarios que hay que combatir o
convencer: Dios sabe cómo encontrarse con cada uno de sus hijos e hijas.
Se dice que el mundo actual
se está convirtiendo en un «desierto», pero el testigo nos revela que algo sabe
de Dios y del amor, algo sabe de la «fuente» y de cómo se calma la sed de
felicidad que hay en el ser humano. La vida está llena de pequeños testigos.
Son creyentes sencillos, humildes, conocidos solo en su entorno. Personas
entrañablemente buenas. Viven desde la verdad y el amor. Ellos nos «allanan el
camino» hacia Dios. Son lo mejor que tenemos en la Iglesia.
Fuente:
http://www.gruposdejesus.com
COMO
JUAN, SOLO SOMOS UN ESPEJO PERO QUE PUEDE REFLEJAR TODA LA LUZ
Fray Marcos
Las lecturas nos invitan a
repensar nuestra condición de criaturas, limitadas, pero con posibilidades
infinitas. El tono es de alegría. La verdadera alegría nace del descubrimiento
de lo que somos en Dios. No solo tenemos derecho a estar alegres, sino que
tenemos la obligación de ser alegres. Puede ser interesante hablar de la
alegría justo en este momento que estamos rodeados de pandemia. ¿Qué alegría
buscamos en esta fiesta?
El primer paso sería
diferenciar el placer y el dolor de la alegría y la tristeza. El placer y el
dolor son mecanismos que la evolución ha desplegado para asegurar nuestra
supervivencia como individuos y como especie. Son respuestas automáticas del
organismo ante lo que es bueno o perjudicial para nuestra biología. Si el
contacto con el fuego no me produjera dolor, me abrasaría sin poner remedio
alguno.
El placer que nos
proporciona la biología no es malo. Pero las necesidades de placer no tienen
límite y nunca quedan satisfechos. Debemos encontrar otro camino para desplegar
una vida feliz. Esa alegría es la clave para alcanzar la felicidad que
permanece en el tiempo. La alegría es un estado que debemos alimentar desde
dentro. Nacerá de un verdadero conocimiento de nuestro ser y de la estructura
de nuestra psicología.
Una alegría que perdure
tiene que estar fundamentada en nuestro ser profundo, no en lo accidental que
podemos tener hoy y perder mañana. No se puede apoyar en la riqueza, en la
fama, en los honores; realidades que vienen de fuera de nosotros mismos. Pero
tampoco se puede apoyar en la salud, en la belleza, en el culto al cuerpo,
porque también esas realidades son efímeras y antes o después las perderemos.
Nuestra principal tarea
como seres humanos es descubrir ese verdadero ser y vivir desde la perspectiva
de su realidad inconmovible. Entonces nuestra alegría será completa y nuestra
felicidad absoluta y duradera. El ser felices, o desgraciados, no depende de
las circunstancias que nos rodean, sino de la manera como cada uno respondemos
a esas influencias de lo externo y de lo interno.
Es probable que el
versículo 6 fuera el principio del evangelio de JN. Muchos libros del AT
comienzan así: “Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba…” Los otros
10 versículos son la continuación del prólogo, y nos narran una misión de los
“judíos”. Da por supuesto que el lector conoce lo que el Bautista hacía en el
desierto de Judea. Empieza con el interrogatorio al que le someten los
enviados. Eran los responsables del orden, por tanto no tiene nada de extraño
que se preocupen por lo que está haciendo.
La pregunta es simple: ¿Tú
quién eres? Existían varias figuras mesiánicas. La principal era el Mesías,
pero también la de un profeta escatológico (como Moisés). La de Elías que
volvería. Juan atrajo mucha gente a oír su predicación y a participar en su
bautismo. La pregunta quería decir: ¿Con cuál de las figuras mesiánicas te
identificas? La respuesta es también sencilla: Con ninguna; No soy el Mesías ni
Elías ni el Profeta. No quedan satisfechos y le exigen que defina su papel. La
respuesta es también simple: Soy una voz.
Allanad el camino al Señor.
Es el grito de todo profeta. Esto es lo que nos dice Jesús por activa y por
pasiva. Lo que debemos tener en cuenta hoy es que “el Señor” no tiene que venir
de fuera sino dejarle surgir desde dentro. Con esta salvedad, esta sugerencia sigue
siendo la clave de toda religiosidad. ¿Cómo conseguirlo? Apartando de nosotros
todo lo que impide esa manifestación de lo divino en nosotros, el egoísmo e
individualismo.
Entonces, ¿por qué
bautizas? No se identifica con ninguno de los personajes previsibles, pero se
siente enviado por Dios. La pregunta lleva en sí una acusación. Es un
usurpador. El hecho de bautizar estaba asociado a una de las tres figuras
anteriores. Consideran su bautismo como un movimiento en contra de las
instituciones. En realidad era un símbolo de liberación de las autoridades.
Yo bautizo con agua. La
justificación de su bautismo es humilde. Se trata de un simple bautismo de
agua. El que ha de venir bautizará en espíritu santo. Esta distinción entre dos
bautismos, agua y Espíritu es típicamente cristiana, se trae a colación para
dejar, una vez más, bien clara la diferencia entre la propuesta de Juan y la
del cristiano.
Entre vosotros hay uno que
no conocéis. El bautista habla de una presencia velada que no es fácil de
descubrir. Es el recuerdo de lo que les costó conocer a Jesús. Esa dificultad
permanece hoy. Incluso los que repetimos como papagayos que Jesús es Hijo de Dios,
no tenemos ni idea de quién es Dios y quién es Jesús. Ni lo tenemos como
referente ni significa nada en nuestras vidas. En el mejor de los casos, lo
único que nos interesa es la doctrina, la moral y los ritos oficiales para
alcanzar una seguridad externa.
Para entender la relación
entre la figura del Bautista y Jesús, es imprescindible que nos acerquemos a la
narración sin prejuicios. Para nosotros, esto no es nada fácil, porque lo que
primero que hemos aprendido de Jesús es que era el Hijo de Dios, o simplemente
que era Dios. Desde esta perspectiva, no podremos entender nada de lo que pasó
en la vida real de Jesús. Este prejuicio distorsiona todo lo que el evangelio
narra. Lucas dice que Jesús crecía en estatura, en conocimiento y en gracia
ante Dios y los hombres.
Jesús desplegó su vida
humana como cualquier otro ser humano. Como hombre, tuvo que aprender y madurar
poco a poco, echando mano de todos los recursos que encontró a su paso. Fue un
hombre inquieto que pasó la vida buscando, tratando de descubrir lo que era en
su ser más profundo. Su experiencia personal le llevó a descubrir dónde estaba
la verdadera salvación del ser humano y entró por ese camino de liberación. Si
no entendemos que Jesús fue plenamente hombre es que no aceptamos la encarnación.
Es comprensible que los
primeros cristianos no se sintieran nada cómodos al admitir la influencia de
Juan Bautista en Jesús. Esta es la razón por la que siempre que hablan de él
los evangelios, hacen referencia al precursor, que no tiene valor por sí mismo,
sino en virtud de la persona que anuncia. A pesar de ellos, tenemos muchos
datos interesantes sobre Juan Bautista. Incluso de fuentes extrabíblicas. El
primer dato histórico sobre Jesús que podemos constatar en fuentes no bíblicas
es el bautismo de Jesús por Juan.
Jesús acepta la propuesta
de Juan, pero no renunció a seguir buscando. Eso le llevó a distanciarse de él,
yendo más allá de él en muchos puntos. Están de acuerdo en que no basta la
pertenencia a un pueblo ni los rituales externos para salvarse. Es necesaria
una actitud interior de apertura a Dios que se traduzca en obras. Juan insiste
en una estrategia para escapar del castigo. En Jesús prevalece una propuesta
definitiva de amor de Dios a todos y enseña la manera de participar del amor,
no solo de escapar de la ira.
Meditación
“No era él la
luz, sino testigo de la luz”.
La luz física
no puede ser percibida directamente.
El ojo ve los
objetos que reflejan la luz que los alcanza.
El ser humano
Jesús, tampoco era la Luz,
pero dejaba
ver con toda claridad la Luz que es Dios.
La Luz te
está alcanzando siempre. ¡Refléjala!
Fray Marcos
Fuente:
http://feadulta.com/
domingo, 6 de diciembre de 2020
Domingo II de Adviento – Ciclo B
Domingo II de Adviento – Ciclo B (Marcos 1, 1-8) – 6 de diciembre de 2020
#microhomilía
HernanQuezadaSJ
El Covid vino a hacer más
notorio en nuestros corazones, familias, comunidades y naciones, una enfermedad
aún más letal, capaz de matarnos silenciosa y lentamente: la enfermedad
espiritual, su síntoma más grave es la desesperanza. Se acompaña de disminución
crónica de la fe y la caridad, de esa capacidad de amar gratuitamente. Y su
origen tiene que ver con ir siendo infectados del virus del miedo, el
narcisismo y el peor de todos: la soberbia. El covid agudizó nuestros miedos y
nuestras soledades, acrecentó la dificultad para tener esperanza. Llega el
adviento (Gracias a Dios) y nos llama a sanar, a prepararnos y a preparar, a
ser camino y hacer caminos. ¿Cómo? Primero recordando que Dios es fiel y nos
tiene mucha paciencia, que Dios es nuestro consuelo y no llama a la misión de
consolar; nos grita en este adviento el Señor que ya terminó el tiempo de vivir
esclavizados, nos llama a enderezar y liberar nuestras vidas, no llama a ser
anuncio de alegría. ¡Es el tiempo para reconocer, enderezar y dejar que con Él
y en Él seamos algo nuevo!
¿Te descubres con síntomas
de enfermedad espiritual? ¿Estás dispuesto, dispuesta a sanar? Pidamos a Dios
sus dones, sus virtudes teologales que decienden de Él: la fe, la esperanza y
la caridad, diciendo con fe, junto al salmista: "Muéstrame, Señor, tu
misericordia y dame tu salvación". Hay que disponernos para recibir.
#FelizDomingo
Fuente: https://twitter.com/hernan_quezada
“Una
voz grita en el desierto”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
En el desierto de Atacama, al norte de Chile, sucede cada cierto tiempo un fenómeno único en el mundo. Esta región, una de las más áridas del planeta, después de varios años de paisaje lúgubre y seco, se transforma, por las lluvias, en lo que se conoce como el Desierto Florido. En las últimas dos décadas del siglo XX, este fenómeno se repitió en los años 1983, 1987, 1991 y finalmente con la histórica precipitación del 12 de julio de 1997, donde el agua caída registró la cifra récord de 96 mm en tan sólo 15 horas, algo totalmente inusual para el Desierto de Atacama. El paisaje árido se transforma en un espectáculo único y de sorprendente colorido. Inicialmente con un manto de color verde desde el mes de julio y agosto para alcanzar toda esa gama multicolor en el mes de septiembre, donde flores, insectos y otros animales tapizarán grandes extensiones de la Región de Atacama.
Las lluvias hacen que pequeñas semillas y bulbos, que se han mantenido por años enterrados en el desierto, germinen y crezcan dando vida a plantas de variadas características y hermosas flores multicolores. Asociadas a ellas surgen una gran cantidad de insectos, aves, generando un muy especial ecosistema, donde todos los elementos de la naturaleza conviven en armonía durante todo el tiempo que las condiciones climáticas lo permiten, volviendo con los meses a una situación de latencia hasta las próximas nuevas lluvias.
Contemplar este espectáculo, habiendo conocido la realidad del desierto que se adueña de esta región del mundo durante largos años, debe ser una experiencia inolvidable. Es ser testigo de la vida que no se da nunca por vencida. Siempre está esperando el momento propicio para renacer y explotar en destellos de luz y de color. Me vino a la memoria este fenómeno natural cuando leí en el comienzo del Evangelio según san Marcos la frase que encabeza el Encuentro con la Palabra del día de hoy: “Una voz grita en el desierto”. Eso es lo que Juan el Bautista significó para el pueblo de Israel. Lo que estaba anunciando era la llegada del Mesías: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias”.
El profeta Juan anunció la vida, pero la vida estaba ya presente... Dentro de cada uno de nosotros está presente el Reino de Dios y está tratando de brotar y germinar para transformar el rostro del mundo. Hace algún tiempo la revista de Teología Pastoral, Sal Terrae, traía un título muy sugestivo que me parece que expresa muy bien lo que trato de decir: “El roble está latente en el fondo de la bellota”, haciendo referencia a la famosa poesía de Ira Progoff. En el fondo de toda realidad, está presente ya la vida de Dios que brota como una fuente inagotable.
La voz de Juan se escuchó en medio de la aridez de su pueblo para decirles: “que debían volverse a Dios”. Fue como la lluvia que anunció la llegada de la vida al desierto que llevaba muchos años dormido y oculto. Al interior de cada uno de nosotros, en el fondo de nuestro corazón, están presentes siempre las semillas del Reino que necesitan ser regadas por las lluvias generosas para que despierten de su letargo prolongado y vuelvan a reverdecer llenando con su color, con su fragancia y su luz, los paisajes de nuestra vida y la vida de nuestros pueblos.
Fuente “Encuentros
con la Palabra”
RENDIJAS
José Antonio Pagola
Son bastantes las personas
que ya no aciertan a creer en Dios. No es que lo rechacen. Es que no saben qué
camino seguir para encontrarse con él. Y, sin embargo, Dios no está lejos.
Oculto en el interior mismo de la vida, Dios sigue nuestros pasos, muchas veces
errados o desesperanzados, con amor respetuoso y discreto. ¿Cómo percibir su
presencia?
Marcos nos recuerda el grito
del profeta en medio del desierto: «Preparadle el camino al Señor, allanad sus
senderos». ¿Dónde y cómo abrir caminos a Dios en nuestras vidas? No hemos de
pensar en vías espléndidas y despejadas por donde llegue un Dios espectacular.
El teólogo catalán J. M. Rovira nos ha recordado que Dios se acerca a nosotros
buscando la rendija que el hombre mantiene abierta a lo verdadero, a lo bueno,
a lo bello, a lo humano. Son esos resquicios de la vida a los que hemos de
atender para abrir caminos a Dios.
Para algunos, la vida se ha
convertido en un laberinto. Ocupados en mil cosas, se mueven y agitan sin
cesar, pero no saben de dónde vienen ni a dónde van. Se abre en ellos una
rendija hacia Dios cuando se detienen para encontrarse con lo mejor de sí
mismos.
Hay quienes viven una vida
«descafeinada», plana e intrascendente en la que lo único importante es estar
entretenido. Solo podrán vislumbrar a Dios si empiezan a atender el misterio
que late en el fondo de la vida.
Otros viven sumergidos en «la
espuma de las apariencias». Solo se preocupan de su imagen, de lo aparente y
externo. Se encontrarán más cerca de Dios si buscan sencillamente la verdad.
Quienes viven fragmentados
en mil trozos por el ruido, la retórica, las ambiciones o la prisa darán pasos
hacia Dios si se esfuerzan por encontrar un hilo conductor que humanice sus
vidas.
Muchos se irán encontrando
con Dios si saben pasar de una actitud defensiva ante él a una postura de
acogida; del tono arrogante a la oración humilde; del miedo al amor; de la
autocondena a la acogida de su perdón. Y todos haremos más sitio a Dios en
nuestra vida si lo buscamos con corazón sencillo.
Fuente:
http://www.gruposdejesus.com
JUAN
CONSTRUYÓ SU PROPIO CAMINO, JESÚS LO RECORRIÓ Y CONTINUÓ
Fray Marcos
El evangelio del domingo
pasado nos hablaba de estar despierto. Hoy hablan los que han despertado, los
centinelas, los profetas. No se trata de un adivinador del porvenir. Tampoco se
trata de un ser humano separado y elegido por Dios, que le va indicando lo que
tiene que decir a los demás. Profeta es todo aquel que está despierto. La
principal característica de los profetas es precisamente su inserción en el
pueblo y su preocupación por la suerte de los más humildes. Su principal
objetivo ha sido denunciar la injusticia.
Verdadero profeta sería el
que ha llegado a una experiencia de su verdadero ser y, fiel a ella, ayuda a
los demás a descubrir el camino de lo humano. Falso sería el que conduce al
hombre a mayor egoísmo. El problema está en que lo “humano” solo se puede
valorar desde lo humano. Por eso no hay manera de distinguir lo falso de lo
verdadero mientras no se tenga una mínima experiencia de humanidad.
No debemos extrañarnos de
encontrar tantos y tan expresivos textos para este tiempo litúrgico. Lo que el
segundo Isaías anuncia es un evangelio (buena noticia). El destierro había
acabado con toda una teología triunfalista que invitaba a dormirse en los
laureles de sentirse elegidos, sin aceptar ninguna responsabilidad para con
Dios ni para con los demás. Las denuncias de todos los profetas advertían de
que no se puede confiar en Dios mientras se practican toda clase de atropellos
e injusticias.
La primera palabra del
evangelio de Mc es “arje”, que en griego designa el comienzo de un texto, pero
también algo mucho más profundo. El evangelio de Jn comienza también con esta
palabra y lo traducimos: “en el principio” = origen. “Arje” significa origen y
fundamento; es decir, aquello que ha sido la causa de que otra cosa surja. La
Vulgata lo tradujo por “Initium” que también significa “origen”. El texto se
debía traducir: “Éste es el origen de la alegre noticia de Jesús el Ungido, el
Hijo de Dios”.
Tampoco “euanggelion”
debemos traducirlo por evangelio, que es un concepto muy elaborado, sino por
buena noticia. Quiere decir que comienza el evangelio y que es todo él una
buena noticia. Lo mismo tenemos que decir de “Jesous” y “Christos” que en
griego están separados y significan simplemente, Jesús el ungido. Con el tiempo
los cristianos unieron el nombre con el adjetivo y confesaron al Jesucristo que
ha llegado hasta nosotros. Este texto es un resumen de todo lo que en él se va
a proponer.
Este evangelio, a pesar de
ser el primero que se escribió, no sabe nada de la infancia de Jesús. Esto es
muy interesante a la hora de interpretar los textos de Lc y Mt, que vamos a
leer en todo el tiempo de Navidad. Estos relatos se fueron elaborando a través
de los primeros años de cristianismo y no tienen nada que ver con la historia.
Son relatos míticos y leyendas casi todas anteriores al cristianismo que se han
cristianizado para darnos un mensaje teológico, no para informarnos de lo que
pasó.
Mc pasa directamente a
hablarnos de Juan Bautista como último representante del profetismo. El
Bautista es uno de los personajes claves en el tiempo de Adviento, porque se
trata del último de los profetas del AT. Debemos recordar que hacía casi
trescientos años que no se había conocido un verdadero profeta. Todos los
evangelistas lo consideran el heraldo de Jesús, lo anuncia, lo propone al
pueblo y es protagonista de su nacimiento en el Espíritu (bautismo), donde
empieza Jesús a manifestar lo que realmente era.
No podemos asegurar que este
relato responda a una situación histórica. Es muy poco lo que sabemos sobre la
relación de Jesús con Juan. De todos modos, es cierto que el primer dato
histórico sobre Jesús, que encontramos en fuentes extra-bíblicas, es su
bautismo por parte de Juan. No es descabellado suponer que Jesús, un buscador
incansable, le llamara la atención un personaje como Juan, que ya era famoso
cuando él empezó su vida pública. A Juan, como a Jesús, no le gustaba el cariz
que había tomado la religión judía.
Los primeros cristianos
dieron al Bautista un papel relevante en la aparición del cristianismo; seguramente
mayor del que hoy le reconocemos. La prueba está en que, en un momento
determinado, vieron la necesidad de marcar distancias entre Jesús y Juan para
dejar claro quién era el más importante. Seguramente esa relevancia se deba más
a la necesidad de justificar una figura tan desconcertante como la de Jesús,
conectándole con el profetismo del AT, que a una real influencia de Juan en la
doctrina de Jesús
Preparadle el camino al
Señor. Este grito es el mejor resume del espíritu de Adviento. Pero fijaros que
fuerza el sentido del texto, que habla de prepararle un camino a Yahvé,
mientras Mc habla de preparar un camino a Jesús. El texto está insinuando que
si Dios no llega a nosotros es porque se lo impedimos con nuestra actitud
vital, que orienta su preocupación en otras direcciones. Él viene, pero
nosotros nos vamos.
Yo bautizo con agua, pero él
bautizará con Espíritu Santo. Es la clave del relato y marca la diferencia
abismal entre Jesús y Juan. Las primeras comunidades tenían muy clara la
originalidad de Jesús frente a los personajes del pasado. Toda la relación con
Dios, hasta la fecha, era consideraba como externa al hombre y en relación
desigual. Dios era el soberano y el ser humano el súbdito. Jesús manifiesta una
relación con Dios distinta. Él está empapado del Espíritu y nos sumerge
(bautiza) a todos en ese mismo Espíritu.
Los textos de este domingo
nos hablan de utopía. Isaías dice: “Aquí está vuestro Dios”. Pedro: “Nosotros
esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia” El salmo:
“La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan”.
Mc: “Él bautizará con Espíritu Santo”. En un mundo tan poco propicio al
optimismo, encontrarnos con esta oferta puede ser impactante. Pero tampoco
tenemos que caer en el triunfalismo. Derrotismo y triunfalismo son estrategias
extremas que utiliza el yo para fortalecerse.
Hoy, la necesidad de estar
alerta es más apremiante que nunca, porque jamás se han ofrecido al ser humano
más caminos falsos de salvación. Hay toda una gama de productos disponibles en
el mercado, desde las drogas hasta los gurús a medida. Por eso necesitamos más
que nunca de la figura del profeta. Seres humanos que por su experiencia
personal puedan arrojar alguna luz en esa maraña de senderos que se entrecruzan
y que la inmensa mayoría son sendas perdidas que no llevan a ninguna parte.
Podemos volcarnos sobre lo
sensible, buscando el placer inmediato o descubrir las posibilidades de
plenitud que todos tenemos. El no tomar una decisión es ya tomar partido por lo
que nos pide el cuerpo. No despertar es seguir dormidos. Decidirse por lo más
difícil solo es posible después de una toma de conciencia, que tiene que ir más
allá de los sentidos y de la razón. Es una iluminación que me empuja por un
camino que ni siquiera sé a donde me va a llevar, pero estoy convencido que me
hará más humano.
Meditación
La experiencia
del bautismo es la clave para entender a Jesús.
Después de esa
experiencia personal, dice a Nicodemo:
“Hay que nacer
del agua y del Espíritu”.
El único camino
hacia lo humano es el que Jesús recorrió.
Tenemos que
sumergirnos en lo sagrado.
Tenemos que
dejarnos inundar por lo divino.
Fray Marcos
Fuente:
http://feadulta.com/
domingo, 29 de noviembre de 2020
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
sábado, 28 de noviembre de 2020
Domingo I de Adviento – Ciclo B
Domingo I de Adviento – Ciclo B (Marcos 13, 33-37) – 29 de noviembre de 2020
“Manténganse
ustedes despiertos y vigilantes”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Juanito le preguntó una
vez a su abuela: ¿Que significa el tiempo de Adviento? La abuela le contestó:
Es un tiempo de espera durante el cual debemos tener los ojos más abiertos y
los oídos más atentos, para saber en qué momento pasará lo que esperamos. Y,
¿qué es eso que esperamos?, preguntó Juanito, con una gran curiosidad. El paso
de Jesús por nuestras vidas, respondió la abuela. Si no estamos muy atentos,
nos puede pasar como le pasó a don Casimiro, un señor muy religioso, que se
perdió la gran oportunidad de ver a Dios frente a frente. Y le contó esta
historia:
"Hace mucho tiempo,
en un país muy lejano, había un hombre muy religioso, que se llamaba Casimiro;
todos los días le pedía a Jesús que le dejara ver su rostro; el hombre creía,
tenía fe, rezaba mucho, pero no quería morir sin haber visto a Jesús frente a
frente. Un buen día, estando en la Iglesia, escuchó una voz que le decía en su
interior: Ha llegado el tiempo en el que me podrás ver: Mañana iré a visitarte
a tu casa. Espérame y me verás. No faltaré. Casimiro volvió a su casa, y se
puso a preparar todo para su encuentro con Jesús. Barrió la casa, puso en la
puerta una bella alfombra nueva, preparó unas galletas y una torta, para
ofrecerle una buena merienda a Jesús.
Al día siguiente,
Casimiro se puso a la puerta de su casa con la torta, las galletas y las
golosinas sobre una mesa. Pasaba el tiempo y no aparecía Jesús. De pronto, pasó
por allí un niño jugando solo; se quedó mirando la torta y las golosinas y se
fue acercando poco a poco, jugando cada vez más cerca. Estuvo allí un buen rato
hasta que Casimiro lo regañó y le dijo: Vete a jugar lejos de mi casa, porque
estoy esperando un visitante muy ilustre y no estoy dispuesto a que tú te comas
lo que le he preparado para comer. El niño se fue muy triste a jugar en otra
parte.
Un poco más tarde, vio
venir a una viejita pobre que tenía la ropa y los zapatos muy sucios; era una
viejita conocida en el vecindario; se acercó a la puerta de la casa de Casimiro
para pedir una limosna, como acostumbraba, pero éste le prohibió que se
acercara y pisara su alfombra nueva: Me la vas a manchar, le dijo. Vete, que
estoy esperando un visitante muy ilustre y no estoy dispuesto a que tú me
estropees la limpieza de mi casa. La viejita se fue muy triste a pedir una
limosna en otra parte.
Pasaba el tiempo y Jesús no aparecía. Ya por la tarde, vino un vecino
corriendo y le pidió a Casimiro que le ayudara a sacar su carro de un hueco en
el que había caído por accidente; pero Casimiro dijo: No puedo dejar mi casa
sola, porque estoy esperando un visitante muy ilustre, y no estoy dispuesto a que
no me encuentre esperándolo. El vecino se fue muy triste a pedir ayuda en otra
parte. Cayó la noche y Jesús
no apareció. Al otro día, Casimiro se fue a la Iglesia a preguntarle a Dios por
qué no había cumplido su promesa: ¿Por qué, Señor? ¿Por qué no cumpliste tu
promesa de ir a verme a mi casa? Hubo un Tiempo de silencio. Dios callaba. De
pronto, Casimiro escuchó una voz que le decía en su interior: Fui y no me
reconociste; yo era el niño que esperaba que me dieras un poco de torta y
algunas golosinas para alegrarme la vida. Yo era la anciana pobre que pasó por
delante de tu casa esperando recibir alguna ayuda para vivir. Yo era tu vecino
que te pedía un favor. No quisiste verme. Las tres veces me fui muy triste a
buscar en otra parte. Y Casimiro, salió fuera y lloró amargamente por no haber reconocido
a Jesús”.
Por
eso, tenemos que mantenernos despiertos, porque no sabemos cuándo va a llegar
el señor de la casa, si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a
la mañana. No sea que venga de repente y nos encuentre durmiendo, o pensando en
otras cosas, como le pasó a Casimiro. Tenemos que estar siempre atentos para
reconocer el paso de Dios por nuestras vidas.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
SIEMPRE ES POSIBLE REACCIONAR
José Antonio Pagola
No
siempre es la desesperación la que destruye en nosotros la esperanza y el deseo
de seguir caminando día a día llenos de vida. Al contrario, se podría decir que
la esperanza se va diluyendo en nosotros casi siempre de manera silenciosa y
apenas perceptible.
Tal
vez sin darnos cuenta, nuestra vida va perdiendo color e intensidad. Poco a
poco parece que todo empieza a ser pesado y aburrido. Vamos haciendo más o
menos lo que tenemos que hacer, pero la vida no nos «llena».
Un
día comprobamos que la verdadera alegría ha ido desapareciendo de nuestro
corazón. Ya no somos capaces de saborear lo bueno, lo bello y grande que hay en
la existencia.
Poco
a poco todo se nos ha ido complicando. Quizá ya no esperamos gran cosa de la
vida ni de nadie. Ya no creemos ni siquiera en nosotros mismos. Todo nos parece
inútil y sin apenas sentido.
La
amargura y el mal humor se apoderan de nosotros cada vez con más facilidad. Ya
no cantamos. De nuestros labios no salen sino sonrisas forzadas. Hace tiempo
que no acertamos a rezar.
Quizá
comprobamos con tristeza que nuestro corazón se ha ido endureciendo y hoy
apenas queremos de verdad a nadie. Incapaces de acoger y escuchar a quienes
encontramos día a día en nuestro camino, solo sabemos quejarnos, condenar y
descalificar.
Poco
a poco hemos ido cayendo en el escepticismo, la indiferencia o «la pereza
total». Cada vez con menos fuerzas para todo lo que exija verdadero esfuerzo y
superación, ya no queremos correr nuevos riesgos. No merece la pena.
Preocupados por muchas cosas que nos parecían importantes, la vida se nos ha
ido escapando. Hemos envejecido interiormente y algo está a punto de morir
dentro de nosotros. ¿Qué podemos hacer?
Lo
primero es despertar y abrir los ojos. Todos esos síntomas son indicio claro de
que tenemos la vida mal planteada. Ese malestar que sentimos es la llamada de
alarma que ha comenzado a sonar dentro de nosotros.
Nada
está perdido. No podemos de pronto sentirnos bien con nosotros mismos, pero
podemos reaccionar. Hemos de preguntarnos qué es lo que hemos descuidado hasta
ahora, qué es lo que tenemos que cambiar, a qué tenemos que dedicar más
atención y más tiempo. Las palabras de Jesús están dirigidas a todos:
«Vigilad». Tal vez, hoy mismo hemos de tomar alguna decisión.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
EL ADVIENTO ES FICCIÓN, ÉL VIENE EN CADA INSTANTE
Fray Marcos
Estamos
en el primer día del Nuevo Año litúrgico. Comenzamos con el Adviento, que no es
solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una
actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. No habremos
entendido el mensaje de Jesús si no nos obliga a vivir en constante búsqueda de
lo que ya tenemos. Lo importante no es recordar la primera venida de Jesús; eso
es solo el pretexto para descubrir que ya está aquí. Mucho menos prepararnos
para la última, que solo es una gran metáfora. Lo importante es descubrir que
está viniendo en este instante.
Todo
el AT está atravesado por la promesa y por la espera. Según el relato bíblico,
Dios les va prometiendo lo que ellos en cada momento más ansían. A Abrahám,
descendencia; a los esclavos en Egipto, libertad; a los hambrientos en el
desierto, una tierra que mana leche y miel; cuando han conquistado Canaán, una
nación fuerte y poderosa; cuando están en el Exilio, volver a su tierra; cuando
destruyen el templo, reconstruirlo; etc. En el AT siempre les promete cosas
terrenas porque es lo único que ellos esperan. Jesús promete algo muy distinto.
"He venido para que tengan Vida y la tengan abundante."
Según
el AT Dios les puso la zanahoria delante de las narices o el palo en el trasero
para hacerles caminar según su voluntad. Tomado al pie de la letra sería
ridículo. Dios no hace promesas para el futuro, porque ni tiene nada que dar ni
tiene futuro. Las promesas de Dios son hechas por los profetas, como una
estratagema, para ayudar al pueblo a soportar momentos de adversidad, que ellos
interpretaban como castigo por sus pecados. Nada de lo que anunciaron los
profetas se cumplió en Jesús. Gracias a Dios, porque todos los textos están
encaminados hacia una salvación de seguridades materiales. Hoy podemos entender
aquellas imágenes como metáforas de la verdadera salvación.
La
clave del relato evangélico está en la actitud de los criados. Nos quiere decir
que Dios está siempre viniendo. Él es “el que viene”. La humanidad vive un
constante adviento, pero no por culpa de un Dios cicatero que se complace en hacer
rabiar a la gente obligándola a infinitas esperas antes de darle lo que ansía.
Estamos todavía en Adviento, porque estamos dormidos o soñando con logros
superficiales, y no hemos afrontado con la debida seriedad la existencia. Todo
lo que espero de Dios, lo tengo ya dentro de mí.
Vigilad.
Para ver no solo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz.
No se trata de contrarrestar el repentino y nefasto ataque de un ladrón. Se
trata de estar despierto para afrontar la vida con una conciencia lúcida. Se
trata de vivir a tope una vida que puede transcurrir sin pena ni gloria. Si
consumes tu vida dormido, no pasa nada. Esto es lo que tenía que aterrarte; que
pueda transcurrir tu existencia sin desplegar las posibilidades de plenitud que
te han dado. La alternativa no es salvación o condenación. Nadie te va a
condenar. La alternativa es o plenitud humana o simple animalidad.
Pues
no sabéis cuándo es el ‘momento’. En griego hay dos palabras que traducimos al
castellano por “tiempo”: “kairos” y “chronos”. Chonos significa el tiempo
astronómico, relacionado con el movimiento de los cuerpos celestes. Kairos
sería el tiempo psicológico, el momento oportuno para tomar una decisión. Por
no tener en cuenta esta sencilla distinción, se han hecho interpretaciones
descabelladas. En el evangelio que acabamos de leer, se habla de kairos.
Naturalmente que el hombre, como criatura se encuentra siempre en el chronos,
pero lo verdaderamente importante para él es vivir el kairos.
El
punto clave de nuestra reflexión debe ser: ¿Esperamos nosotros esa misma
salvación que esperaban los judíos? Si es así, también nosotros hemos caído en
la trampa. Jesús no puede ser nuestro salvador. La mejor prueba de que los
primeros cristianos, verdaderos judíos, no estaban en la auténtica dinámica
para entender a Jesús, es que no respondió a sus expectativas y creyeron
necesaria una nueva venida. Esta vez sí, nos salvará de verdad, porque vendrá
con “poder y gloria”. ¿No os parece un poco ridículo? La médula de su mensaje
es que la salvación, que Dios nos ofrece, está en la entrega y el don total.
Las
primeras comunidades oraban: “Maranatha” (ven Señor). Vivieron la contradicción
de una escatología realizada y otra futura. “Ya, pero todavía no”. “Ya” por
parte de Dios, que nos ha dado ya la salvación. “Todavía no” porque seguimos
esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto la verdadera
salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque
“todavía no” ha llegado la verdadera salvación, tenemos que tratar de adelantar
el “ya”. Eso no lo conseguiremos, si seguimos dormimos.
Luchar
por un mayor consumismo y creyendo que en él está la verdadera salvación sería
una trampa. Descubrir ese engaño sería estar despiertos. El ser humano sigue
esperando una salvación que le venga de fuera, sea material, sea espiritual.
Pero resulta que la verdadera salvación está dentro de cada uno. En realidad,
Jesús nos dijo que no teníamos nada que esperar, que el Reino de Dios estaba ya
dentro de nosotros. En este mismo instante está viniendo. Si estamos dormidos,
seguiremos esperando.
La
falta de encuentro se debe a que nuestras expectativas van en una dirección
equivocada. Esperamos un Dios que llegue desde fuera. Esperamos actuaciones
espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda
como un salvoconducto, y eso no puede funcionar. Da lo mismo que la espere aquí
o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Jesús ni lo puede
hacer Dios. Esta es la causa de nuestro fracaso. Seguimos esperando que otro
haga lo que solo yo puedo hacer.
La
religión me ofrece salvación, pero solo me salva de los lazos que ella misma me
ha colocado. Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es
mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mi auténtico
ser, simplemente tengo que despertar y dejar de potenciar mi falso yo. Tengo
que dejar de creer que soy lo que no soy. Esta vivencia me descentrará de mí
mismo y me proyectará hacia los demás. Me identificaré con todo y con todos. Mi
falso ser, mi individualidad, será disuelta.
El
verdadero problema está en la división que encontramos en nuestro ser. En cada
uno de nosotros hay dos fieras luchando a muerte: Una es mi verdadero ser que
es amor, armonía y paz; otra es mi falso yo que es egoísmo, soberbia, odio y
venganza. ¿Cual de los dos vencerá? Muy sencillo y lógico. Vencerá aquella a
quien tú mismo alimentes.
Como los judíos, seguimos esperando una tierra que mane leche y miel; es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más... Seguimos pegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. No necesitamos para nada, la verdadera salvación o, a lo máximo, para un más allá. Si no sientes necesidad no habrá verdadero deseo, y sin deseo no hay esperanza. Hoy ni los creyentes ni los ateos esperamos nada más allá de los bienes materiales. También Dios sigue esperando.
Meditación
Para ver se necesita tener los ojos abiertos,
pero también se necesita la luz.
Para nosotros la luz es Jesús.
Despertar solo depende de mí.
Puedo pasarme la vida entera dormido,
pero entonces no podré culpar a nadie.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
Quizás
como nunca en nuestra historia experimentamos la necesidad del
"Adviento", este tiempo litúrgico que comienza hoy. Todo los templos
se visten de color morado porque es el signo de que estamos
"esperando", de que sabemos que Dios viene, de que Dios "será
con nosotros" de nuevo. Este es un tiempo para reconocer cómo estamos,
diagnosticar lo que se ha marchitado en nuestras vidas, comenzar a juntar los
"trapos sucios y asquerosos" con los que hemos ido limpiando "la
casa". Se trata de darnos cuenta de cuánto se nos pudo haber endurecido el
corazón. Quizás de darnos reconocer que nos hemos quedo dormidos, se nos
cerraron los ojos vencidos por esta realidad tan complicada. Hoy somos llamados
a Despertar, a abrir los ojos, volver a estar alertas y comenzar a prepararnos
porque Dios nacerá de nuevo en nuestras sociedades, en nuestras familias, en
nuestros corazones.
RECONOCER,
DISPONER Y ESPERAR son tres llamadas que hay que comenzar a practicar hoy.
¿Qué
reconoces en tu vida, cómo estás?
¿Cómo
te preparas?¿qué hay que remover?¿qué trapos hay que tirar?¿cómo acogerás lo
nuevo?
Para
poder esperar, nos ayuda recordar que DIOS ES FIEL, él nos ha dado dones, somos
su barro y Él el alfarero; sólo nos toca
permanecer, despertar; que la desesperanza no cierre nuestros párpados.
#FelizDomingo
#adviento #reconocer #prepararse #esperar