PARA VER LA HOMILÍA CLIC AQUÍ: Jn 24, 13-35
domingo, 30 de abril de 2017
domingo, 23 de abril de 2017
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILIA CLIC AQUÍ: Jn 20, 19-31
sábado, 22 de abril de 2017
“No seas incrédulo; ¡cree!”
Segundo Domingo de
Pascua – Ciclo A (Juan 20, 19-31) 23 de abril de 2017
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
En alguna parte leí la
historia de un montañista que, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició
su travesía, después de años de preparación. Quería la gloria sólo para él, por
lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y no
se preparó para acampar, sino que siguió subiendo, decidido a llegar a la cima.
Oscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no se
podía ver absolutamente nada. Todo era oscuro, cero visibilidad, no había luna
y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo
cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... Bajaba a una
velocidad vertiginosa; solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que
pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la
gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por
su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida; pensaba que iba
a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte
en dos... Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad
con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos
momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: «¡Ayúdame,
Dios mío!»
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contesta: –«¿Qué quieres que haga, hijo mío?» –«¡Sálvame, Señor!» –«¿Realmente crees que puedo salvarte?» –«Por supuesto, Señor». –«Entonces, corta la cuerda que te sostiene...» Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda... y no se soltó como le indicaba la voz. Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... a tan solo dos metros del suelo...
La duda mata, dice la sabiduría popular. Y para demostrarlo, basta ver una gallina
tratando de cruzar una carretera por la que transitan camiones con más de diez
y ocho llantas... El Evangelio que nos propone la liturgia del Segundo domingo
de Pascua nos muestra a un Tomás exigiendo pruebas y señales claras para creer:
“Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con
ellos cuando llegó Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: – Hemos
visto al Señor. Pero Tomás contestó: – Si no veo en sus manos las heridas de
los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré
creer”. Seguramente, muchas veces en nuestra vida hemos dicho palabras
parecidas a Dios. Este domingo tenemos una buena oportunidad para revisar la
confianza que tenemos en el Señor.
Cuando el Señor volvió a
aparecerse en medio de sus discípulos, llamó a Tomás y le dijo: –Mete aquí tu
dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado...” Será
necesario que el Resucitado nos diga «¡No seas incrédulo sino creyente!»
o, por el contrario, seremos merecedores de esa bella bienaventuranza que
dice: «Dichosos los que creen sin haber visto». Sinceramente,
preguntémonos: ¿Dónde tenemos puesta nuestra confianza? ¿Dónde está nuestra
seguridad? ¿Estamos llenos de dudas que nos van matando? ¿Qué tanto confiamos
en la cuerda que nos sostiene en medio del abismo, o en la palabra de Dios que
nos invita a soltarnos y esperar solo en él?
domingo, 16 de abril de 2017
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLIC AQUÍ: Jn. 20, 1-9
domingo, 9 de abril de 2017
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILIA CLIC AQUÍ: Mt. 27, 11-54
sábado, 8 de abril de 2017
“Guarda tu espada en su lugar”
Domingo de la Pasión del Señor o de Ramos – Ciclo A
(Mateo 26, 14 – 27, 66) 9 de abril de 2017
Hermann
Rodríguez Osorio, S.J.
Leyendo la
Pasión del Señor según San Mateo, ha vuelto a rechinar en mi interior una pieza
que no acaba nunca de ajustarse en todo el engranaje de la vida de Jesús: ¿Por
qué no huyó ante la inminencia de la muerte? “Después del beso de Judas Jesús
le contestó: –Amigo, adelante con tus planes”. ¿Por qué no se defendió con la
fuerza? Después de que “uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y le
cortó una oreja al criado del sumo sacerdote, Jesús le dijo: –Guarda tu espada
en su lugar” ¿Por qué no se defendió ante Caifás? “Entonces el sumo sacerdote
se levantó y preguntó a Jesús: –¿No contestas nada? ¿Qué es esto que están
diciendo contra ti? Pero Jesús se quedó callado”. ¿Por qué no se defendió ante
Pilato? “Mientras los jefes de los sacerdotes y los ancianos lo escuchaban,
Jesús no respondió nada. Por eso Pilato le preguntó: –¿No oyes todo lo que
están diciendo contra ti? Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra”.
El silencio de
Jesús, la actitud paciente frente a la burla, la difamación,
el insulto, los golpes, la tortura, la muerte violenta, todavía nos
escandalizan. Con razón él decía: “Todos ustedes van a perder su fe en mi esta
noche”. ¿Quién no? Lo que hace Jesús sobrepasa nuestras posibilidades. ¿Quién
está preparado para seguir esta propuesta hoy? ¿No será mejor hacerle caso al
Ministro de defensa y a todos los guerreristas de este país y del mundo y
aumentar el gasto militar disminuyendo la inversión social?
¡En lugar de
invertir en educación, enriquezcamos más a los constructores de armas de los
países del primer mundo! ¡En lugar de invertir en planes de salud o de
vivienda, destruyamos la vida y las casas de más seres humanos! ¡En lugar de
invertir en infraestructura para posibilitar el trabajo, destruyamos lo que
tenemos con más bombas! ¡Definitivamente, estamos locos! Cualquiera entiende
hoy ese versículo de Mateo al final del arresto de Jesús: “En aquel momento,
todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron”. Ojalá pudiéramos tener la
dicha de no escandalizarnos de la Pasión del Señor y nos concediera Dios la
gracia que le regaló al capitán romano que fue testigo de esta tragedia, para
poder decir con él: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
Etiquetas:
EVANGELIO,
Reflexión,
SemanaSanta
domingo, 2 de abril de 2017
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Jn 11, 1-7.20-27.33
sábado, 1 de abril de 2017
“Jesús, al ver llorar a María (...) se conmovió profundamente”
Domingo V de Cuaresma – Ciclo A (Juan 11,
1-45) 2 de abril de 2017
¡Qué fácil
resultan las cosas cuando se quiere! Detrás de todo lo valioso e importante en
esta vida, hay historias de amor que no conocemos. Normalmente, vemos los
resultados y nos llenamos de admiración al reconocer la inmensidad de las obras
de hombres y mujeres a lo largo y ancho de este mundo: Obras de arte, gestas
revolucionarias, grandes construcciones, proyectos de desarrollo, acciones a
favor de los demás... Detrás de todo ello había trabajando un motor inmóvil, un dinamismo creador, salvador y liberador que no se
explica con palabras sino con obras; que no se contenta con los buenos deseos
sino que pasa a las acciones; que no sólo opina sobre lo que debe cambiar, sino
que transforma la realidad: ¡Este motor del mundo, que mueve sin ser movido, es
el amor!
Recordarán ustedes la
historia que salió hace unos años en una de las páginas del calendario del
Corazón de Jesús que hablaba de una niña que iba caminando por un sendero
pedregoso llevando a cuestas a su hermanito. “Me quedé mirándola y le pregunté: –¿Cómo
puedes llevar una carga tan pesada? La niña volvió hacia mí sus ojos llenos de
sorpresa y me respondió: –No es
una carga, señor, es mi hermanito".
Por todas partes, en el texto en el que
san Juan nos relata la resurrección de Lázaro, salta a la vista el cariño que
Jesús sentía hacia esta familia de Betania: “tu amigo está enfermo”; “Jesús
quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, cuando le dijeron que Lázaro
estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después
dijo a sus discípulos: – Vamos otra vez a Judea”; “Jesús, al ver llorar a María
y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se
estremeció, y les preguntó: – ¿Dónde lo sepultaron? Le dijeron: – Ven a verlo
Señor. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron entonces: – ¡Miren cuánto lo quería!”.
“Jesús, otra vez conmovido, se acercó a la tumba. Era una cueva, cuya entrada
estaba tapada con una piedra. Jesús dijo: – Quiten la piedra”. Y más adelante,
la bella oración que Jesús dice delante de la tumba de su amigo: “Padre, te doy
gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo
por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado.
Después de decir esto, gritó: – ¡Lázaro, sal de ahí!”
Sólo desde el amor se explica que el Señor
Jesús haya querido ir a Judea donde hacía poco habían tratado de matarlo a
pedradas. Sólo desde el amor pudieron los discípulos decir: “Vamos también
nosotros, para morir con él”. Sólo desde el amor se explica ese bendito grito
de Jesús ante la tumba de su amigo: “¡Lázaro, sal de ahí!” Sólo desde el amor
se entiende que “El muerto salió, con las manos y los pies atados con vendas y
la cara envuelta en un lienzo”.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
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