viernes, 19 de julio de 2013

19 de 31 días con Ignacio

Tu diestra me sostiene.

por Maureen McCann Waldron


El Salmo 139, querido por tantos, es uno de mis favoritos. 

Señor, tú me examinas y me conoces:
sabes cuando me siento y me levanto;
desde lejos entiendes mis pensamientos. 


Cuando leo el salmo, siento la invitación de Dios y el amor intenso y personal de Dios para nosotros. Parece que Dios está deseando que sepamos lo apreciado que somos a cada momento de nuestras vidas – e incluso antes.


Recientemente, tuve una experiencia que dio al Salmo 139 un nuevo poder.  Fui con mi hija y mi yerno y ver el ultrasonido del bebé que esperan a principios de enero. 



Observé mientras el vientre creciente de mi hija era cubierto en gel, y la asistente Mary, rodaba un dispositivo pequeño a través de él.  Algunas imágenes borrosas comenzaron a aparecer.  Pareciendo un radar meteorológico, inicialmente no se veía muy claro.



"Aquí es la columna vertebral", nos dijo Mary, apuntando a la cadena de huesecillos blancos.


Todas mis sendas te son conocidas.


No está aún la palabra en mi lengua,


y tú, Señor, ya la conoces. 


Mientras movía el dispositivo, de pronto la sala se llenó con el fuerte sonido de los latidos de mi nieto.  La tan trillada palabra "asombroso" vino a mi mente, literalmente, lleno de ah.  Con ese claro y notorio golpeteo rítmico, fuimos sacudidos de nuevo al entrar en cuenta de que el bebé es un ser vivo.


Por todas partes me rodeas,

y tus manos me protegen.

Estaba seguro de las manos de Dios protegiendo a este niño, cuando el bebé tornó hacia el dispositivo y Mary dijo, "vamos a poner esto en 3D".  Repentinamente de las imágenes fantasmales se pudo apreciar un rostro humano. "Éste tiene cachetes rellenos", dijo riéndose.



Había la imagen de un rostro real en la pantalla con esas mejillas encantadoras.  Me volví a mi yerno y noté que el bebé ciertamente heredaría sus hoyuelos.  Con esta última imagen entré en cuenta que había dejado la silla donde pretendía mantenerme sentado tranquilamente, y ahora estaba parado al lado de mi hija, tomando su brazo, asombrado por lo que todos estábamos viendo. 


También ahí me alcanzará tu mano,

y tu diestra me agarrará.


Ella cambió vistas en pantalla y regresamos a las imágenes menos claras, en tanto Mary narraba lo que estábamos viendo.  Entonces pudimos apreciar claramente los dedos del bebé en movimiento.  Mientras veíamos, este ya amado niño, alcanzó sus dedos del pie y atrajo su pierna hasta su cabeza.  Allí, en la oscuridad del vientre de mi amada hija con su esposo viendo, su hijo se estaba estirando, bailando, haciendo yoga o quizá tan sólo sintiendo la gozosa danza de la vida.  

Para ti no es oscura la tiniebla,
pues ante ti la noche brilla como el día.


 Traducción por Chártur (artículo original de LoyolaPress)







No hay comentarios:

Publicar un comentario