La brecha entre Fe y Vida
por Jim Manney,
Senior Editor at Loyola Press
Cuando yo era niño, mi fe y mi
vida crecieron juntas con bastante
facilidad. Aprendí una fe muy práctica de las monjas en la escuela y de mis padres
en casa: No mentir, No ser violento, Cooperar, Ser generoso, Pensar en los demás, Ser
digno de confianza, Trabajar duro, Hacer lo que te digan. Era un código de ética
útil, basado en el Sermón del Monte, las parábolas de Jesús y otras enseñanzas
de los evangelios. La fe y la vida eran uno.
Las cosas se complicaron cuando
fui a la escuela secundaria. Los Hermanos Cristianos que dirigían la escuela
enseñaban el código familiar cristiano, pero otros valores eran importantes
entre los estudiantes, cosas como la popularidad, la arrogancia, la astucia. Me pareció que mis compañeros de
clase eran más
como los romanos paganos que estudiábamos en la clase de latín, que los primeros cristianos, admirando el poder sobre la humildad, la belleza sobre el servicio. La gente tramposa siempre estaba delante de las personas
que cumplían las reglas, amenazaban y se
burlaban insertos entre la muchedumbre. Demostraban estar por encima.
Entonces una brecha comenzó a abrirse entre lo que había creído y la forma de vivir.
Las cosas se complicaron aún más
cuando comencé a trabajar. Uno de mis primeros trabajos de la universidad fue como
periodista. Trabajé con muchas personas
maravillosas, pero también tuve que lidiar regularmente con sinvergüenzas y
mentirosos. A menudo tenía que hacer favores a esas personas para conseguir lo
que necesitaba. Aprendí las ventajas de contar menos la verdad. He aprendido a
manipular a otras personas. Aprendí cómo conseguir lo que quería sin
preocuparme demasiado acerca de lo que
hice para conseguirlo. Iba a misa el domingo, y el resto de la semana, hacía lo
que pensé necesario para salir adelante.
Desde hace algunos años he estado
tratando de romper el muro entre lo que creo y lo que hago. Me ha ayudado que mi
carrera ha sido en la publicación religiosa, mis colegas son más agradables que
los tramposos y "consultores" que traté como reportero en Nueva Jersey.
Pero todavía tengo desafíos -en el trabajo, con mi familia, con mis amigos. A
veces las cosas no salen a mi manera, y me siento resentido. A veces estoy
seguro, absolutamente seguro de saber lo que otras personas deben hacer, me
siento sorprendido y herido cuando hacen
algo diferente. Hay ocasiones que me es más difícil reconocer que estoy equivocado. A
veces brotan en mí sentimientos de resentimiento y orgullo, y hago cosas que
después hacen sentir mal otras persona y
a mí mismo.
Dos cosas han ayudado: Una de
ellas es que soy más consciente de mí mismo, sobre todo de mis flaquezas,
también han habido detalles que me han
tocado. Así como ciertas reacciones mías que han sido especialmente excesivas e inadecuadas; estoy alerta a ellas.
La otra es estar siempre en la
búsqueda de los signos de la presencia de Dios a través de mi día. Romper el
muro entre la fe y la vida no es sólo una cuestión de hacer lo correcto cuando
preferiría no hacerlo. Es también una cuestión de encontrar a Dios en todos los
detalles. Dios está allí en la iglesia el domingo, también está en la reunión
de trabajo, en la cita para almorzar con un amigo, nos encuentra en las
diligencias que ejecutemos. Solo hay que mirar con atención.
Traducción por Meche (original de LoyolaPress)
Comparto cn usted esta idea, parece que me describio o leyo el pensamiento con lo que yo estoy viviendo en mi trabajo y me fue doloroso saber que algunos mienten., engañan y son corruptos y dan la apariencia y juran que estan actuando bien, pero he descubierto como usted que Dios esta presente en ellos y en lo que hacemos cada dia. Gracias x comoartirnos este.44 Mensaje y ser instrumento de Dios para acrecentar nuestra fe.
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