Y, ¿si la respuesta es NO?
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A veces se nos da esta respuesta.
Cuando se nos dice "no", fácilmente aceptamos la respuesta que se nos
da, porque lo que estamos pidiendo es algo que realmente no importa mucho.
Ocasionalmente, sin embargo, nos encontramos que nos dijeron "no"
cuando cada parte de nuestro ser quiere que la respuesta sea "sí."
¿Qué pasa con nuestra relación con Dios, entonces? ¿Nuestra relación con Dios
se desmorona completamente?
¿Nuestra relación con Dios depende de la
respuesta de Dios a nuestras oraciones?
Jesús no recibió el
"sí" que le pidió con todo su ser:
"Que esta copa pase de mí"
(Mateo 26:39). Jesús sabía, sin embargo, que se oyó su oración, él sabía que
Dios podía responder a su oración, y él sabía que su Padre iba a estar allí con
él, no importa qué. La relación de Jesús con Dios, el Padre, no se desmoronó
cuando su oración no fue respondida, porque su relación con Dios no dependía de
las respuestas a las oraciones.
Se nos invita a una
relación semejante - una relación con Dios que confía en que nuestras oraciones
son escuchadas y que no exigen que
nuestras oraciones sean contestadas. Se nos invita a una relación de confianza
en que Dios puede responder nuestras oraciones, pero al mismo tiempo, nos
invita a una relación que nos solicita el abandono total a la manera de Dios.
La relación a la que se nos invita con Dios no es una póliza de seguros que
garantice que consigamos lo que queremos. Sin embargo, se nos promete que Dios nos oye y esta con nosotros cada paso del camino.
Sé que muchos de nosotros buscamos ciertas cosas "para seguir adelante" en nuestra
propia vida o en las vida de aquellos a quienes amamos. Cuando tengamos a un NO
por respuesta a una petición por la que oramos fervientemente, espero podamos seguir
volteando a Jesús para que nos ayude a rendirnos a la voluntad de Dios, y que
podamos tener el coraje de dejar que Dios nos lleve más profundo.
Traducción por Gabriel T.
(artículo original LoyolaPress)
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