CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
domingo, 27 de junio de 2021
domingo, 20 de junio de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Mc 4, 35-41
domingo, 30 de mayo de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
domingo, 23 de mayo de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Jn 20, 19-23
domingo, 9 de mayo de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Jn 15, 9, 17
domingo, 25 de abril de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Jn 10, 11-18
domingo, 18 de abril de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Lc 24, 35-48
domingo, 11 de abril de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: Jn 20, 19-31
domingo, 4 de abril de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
domingo, 14 de marzo de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
domingo, 7 de marzo de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: https://youtu.be/2Ka6B9yDjNQ
Domingo III de Cuaresma – Ciclo B
Domingo III de Cuaresma – Ciclo B (Juan 2, 13-25) – 7 de marzo de 2021
#microhomilía
HernanQuezadaSJ
Somos templo,
habitado por Dios, llamado a ser morada de él. Si hoy Jesús entra a este templo
que somos ¿Qué encontraría? Esta es una buena pregunta para este tiempo de
Cuaresma, no sea que encuentre un templo ruidoso y desorganizado, lleno de
cambistas y vendedores que han hecho de la morada de Dios una templo de la
avaricia y el descontrol. Pidamos a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, que
entre, nos ayude y desaloje con látigo en mano, todo eso que debe ser echado
fuera, que nos devuelva el silencio y no permita reordenar, para volver a ser
su morada, su templo.
La buena noticia
es que Cristo es experto en reconstrucciones, lo que ha sido destruido, él lo
reconstruye en tres días. ¡Dejémoslo entrar a desalojar y a reconstruir, junto
con nosotros!
#FelizDomingo
“¡No
hagan un mercado de la casa de mi Padre!”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Jesús de Montreal
es una película canadiense, dirigida por Denys Arcand, que ofrece una lectura
de la vida de Jesús desde nuestra realidad actual. Fue rodada en 1989 y
estrenada un año después. En mi concepto, es la mejor realización
cinematográfica de la vida de Jesús. No es una recreación del Jesús de Galilea
en su contexto socio-cultural e histórico, sino una actualización, en el mejor
sentido de la palabra, de la vida del Señor en el mundo de hoy. El protagonista
es un actor de teatro al cual contratan para que renueve una dramatización que
se ofrece a los feligreses desde hace 40 años en los alrededores de la famosa
Basílica de Montreal. El párroco contacta a un actor joven y le manifiesta su
deseo de transformar la anticuada puesta en escena que solía congregar a
grandes multitudes durante la Cuaresma y que se representa al aire libre, en
los parques que rodean la Basílica.
Este joven actor,
que en la película tiene el nombre de Daniel Coloumbe, se dedica durante muchos
días a estudiar los últimos avances de la teología para fundamentar muy bien su
nueva propuesta. Al mismo tiempo, se dedica a buscar a otros actores y actrices
que lo acompañen en el nuevo proyecto. Daniel va haciendo suyas las actitudes
de Jesús al que va conociendo a través de sus lecturas. De alguna manera,
comienza a encarnarlo, no ya sólo para la obra teatral, sino en su vida
cotidiana.
Una de las
actrices que contacta, es una joven que se dedica, por falta de mejores
ofertas, a posar como modelo para comerciales publicitarios. Una actividad que
no la llena en absoluto, pero a la que se ve obligada por la grave situación
económica que vive. Durante el proceso de preparación de la obra teatral,
Daniel acompaña a su amiga a un casting para la publicidad de una cerveza, en
el que tiene que bailar ante un grupo de jueces que califican la actuación y
las condiciones de todas las actrices. Como no lleva traje de baño, le piden
que se quite el saco porque así no podrán apreciar su cuerpo con plena
libertad; ella se excusa diciendo que no lleva nada debajo; sin embargo, los
organizadores insisten que tienen que apreciar su cuerpo para poder participar
en el concurso; de modo que ella toma la decisión de bailar con el torso
desnudo. Pero antes de que se quite el saco, Daniel se levanta de su puesto y
le dice que no tiene por qué hacerlo; que es mejor que se vayan; los miembros
del jurado comienzan a presionar y se quejan de esa escena de amor que les hace
perder su valioso tiempo. De modo que Daniel se enfurece y, lleno de
indignación, comienza a tirar todo por el piso; voltea la mesa en las que
tienen los equipos de filmación y hace un látigo con los cables de los aparatos
y comienza a azotar a todos los presentes y a expulsarlos del teatro donde se
realizaba el casting.
Desde luego, el director de
la película pretende revivir la ira santa de Jesús ante el atropello del que es
objeto el templo de Jerusalén que nos describe el Evangelio de san Juan este
domingo. Pero ya no se trata de un templo de ladrillos que han convertido en
mercado... sino del templo vivo de la persona humillada y maltratada por una
sociedad de consumo que no se detiene ante ningún valor para alcanzar el lucro
y la ganancia. Hoy también Jesús volvería a hacer un látigo para expulsar a
todos los que hacen de su templo una cueva de bandidos.
Fuente “Encuentros con la Palabra”
EL AMOR NO SE COMPRA
José Antonio Pagola
Cuando Jesús entra
en el Templo de Jerusalén no encuentra gentes que buscan a Dios, sino comercio
religioso. Su actuación violenta frente a «vendedores y cambistas» no es sino
la reacción del Profeta que se encuentra con la religión convertida en mercado.
Aquel Templo,
llamado a ser el lugar en que se había de manifestar la gloria de Dios y su
amor fiel, se ha convertido en lugar de engaños y abusos, donde reina el afán
de dinero y el comercio interesado.
Quien conozca a
Jesús no se extrañará de su indignación. Si algo aparece constantemente en el
núcleo mismo de su mensaje es la gratuidad de Dios, que ama a sus hijos e hijas
sin límites y solo quiere ver entre ellos amor fraterno y solidario.
Por eso, una vida
convertida en mercado, donde todo se compra y se vende -incluso la relación con
el misterio de Dios-, es la perversión más destructora de lo que Jesús quiere
promover. Es cierto que nuestra vida solo es posible desde el intercambio y el
mutuo servicio. Todos vivimos dando y recibiendo. El riesgo está en reducir
nuestras relaciones a comercio interesado, pensando que en la vida todo
consiste en vender y comprar, sacando el máximo provecho a los demás.
Casi sin darnos
cuenta nos podemos convertir en «vendedores y cambistas» que no saben hacer
otra cosa sino negociar. Hombres y mujeres incapacitados para amar, que han
eliminado de su vida todo lo que sea dar.
Es fácil entonces
la tentación de negociar incluso con Dios. Se le obsequia con algún culto para
quedar bien con él, se pagan misas o se hacen promesas para obtener de él algún
beneficio, se cumplen ritos para tenerlo a nuestro favor. Lo grave es olvidar
que Dios es amor, y el amor no se compra. Por algo decía Jesús que Dios «quiere
amor y no sacrificios».
Tal vez, lo
primero que necesitamos escuchar hoy en la Iglesia es el anuncio de la
gratuidad de Dios. En un mundo convertido en mercado, donde todo es exigido,
comprado o ganado, solo lo gratuito puede seguir fascinando y sorprendiendo,
pues es el signo más auténtico del amor.
Los creyentes
hemos de estar más atentos a no desfigurar a un Dios que es amor gratuito,
haciéndolo a nuestra medida: tan triste, egoísta y pequeño como nuestras vidas
mercantilizadas.
Quien conoce «la
sensación de la gracia» y ha experimentado alguna vez el amor sorprendente de Dios,
se siente invitado a irradiar su gratuidad y, probablemente, es quien mejor
puede introducir algo bueno y nuevo en esta sociedad donde tantas personas
mueren de soledad, aburrimiento y falta de amor.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
EL
CULTO QUE NO ME OBLIGA A MEJORAR MIS RELACIONES CON LOS DEMÁS ES IDOLÁTRICO
Fray Marcos
En las tres
primeras lecturas de los domingos que llevamos de cuaresma, se nos ha hablado
de pacto. Después de la alianza con Noe (Dom. 1) y con Abraham (Dom. 2), se nos
narra hoy la tercera alianza, la del Sinaí. La alianza con Noé fue la alianza
cósmica del miedo. La de Abrahán fue la familiar de la promesa. La de Moisés
fue la nacional de la Ley. ¿Cómo debemos entender hoy estos relatos? Noé,
Abrahán y Moisés, son personajes legendarios.
La historia
“sagrada” que narra la vida y milagros de estos personajes se escribió hacia el
s. VII antes de Cristo. Son leyendas míticas que no debemos entender al pie de
la letra. Se trata de experiencias vitales que responden a las categorías
religiosas de cada época. Hoy nadie, en su sano juicio, puede pensar que Dios
le dio a Moisés unas tablas de piedra con los diez mandamientos. No fue Dios
quien utilizó a Moisés para comunicar su Ley, sino Moisés el que utilizó a Dios
para hacer cumplir unas normas que él elaboró sabiamente.
Dios no puede
hacer pactos porque no puede ser “parte”. Una cosa es la experiencia de Dios
que los hombres tienen según su nivel y otra muy distinta lo que Dios es. Jesús
habló del Dios de la “alianza eterna”. Dios actúa de una manera unilateral y
desde el ágape, no desde un "toma y daca" con los hombres. Dios se da
totalmente sin condiciones ni requisitos, porque el darse (el amor) es su
esencia. En el Dios de Jesús no tienen cabida pactos ni alianzas. Lo único que
espera de nosotros es que descubramos el don total de sí mismo.
No se trata
de purificar el templo sino de sustituir. El relato del Templo lo hemos
entendido de una manera demasiado simplista. Siempre interpretamos la Escritura
de manera que nos permita tranquilizar nuestra conciencia echando la culpa a
los demás. Como buen judío, Jesús desarrolló su vida espiritual en torno al
templo, pero su fidelidad a Dios le hizo comprender que lo que allí se cocía no
era lo que Dios esperaba. Recordemos que cuando se escribió este evangelio, ni
existía ya el templo ni la casta sacerdotal tenía ninguna influencia en el
judaísmo. Pero el cristianismo se había convertido ya en una religión que imitó
la manera de dar culto a Dios. Es el culto de ayer y de hoy el que debe ser
purificado.
Es casi
seguro que algo parecido a lo que nos cuentan, sucedió realmente, porque el
relato cumple perfectamente los criterios de historicidad. Por una parte, lo
narran los cuatro evangelios. Por otra es algo que podía interpretarse por los
primeros cristianos, (todos judíos), como desdoro de la persona de Jesús. No es
fácil que nadie se pudiera inventar un relato que critica todo el organigrama
del culto desde una mayor fidelidad a Dios.
Nos han dicho
que lo que hizo Jesús en el templo fue purificarlo. Esto no tiene fundamento,
puesto que lo que estaban haciendo allí los vendedores era imprescindible para
el desarrollo de la actividad del templo. Se vendían bueyes, ovejas y palomas,
que eran la base de los sacrificios. Los animales vendidos estaban controlados
por los sacerdotes y así se garantizaba que cumplían todos los requisitos de
pureza legal. También eran imprescindibles los cambistas, porque el templo solo
podía recibir dinero puro, es decir, acuñado por el templo. En la fiesta de
Pascua, llegaban a Jerusalén israelitas de todo el mundo y a la hora de hacer
la ofrenda no tenían más remedio que cambiar su dinero romano o griego por el
del templo.
Jesús quiso
manifestar con un acto profético, que aquella manera de dar culto a Dios no era
la correcta. En esos días de fiesta podía haber en el atrio del templo 8.000
personas. Es impensable que un solo hombre con unas cuerdas pudiera arrojar del
templo a tanta gente. El templo tenía su propia guardia, que se encargaba de
mantener el orden. Además, en una esquina del templo se levantaba la torre
Antonia, con una guarnición romana. Los levantamientos contra Roma tenían lugar
siempre durante las fiestas. Eran momentos de alerta máxima. Cualquier desorden
hubiera sido sofocado en unos minutos.
Las citas son
la clave para interpretar el hecho. Para citar la Biblia se recordaba una frase
y con ella se hacía alusión a todo el contexto. Los sinópticos citan a (Is
56,3-7): "mi casa será casa de oración para todos los pueblos”; y a (Jer
7,8-11): "pero vosotros la habéis convertido en cueva de bandidos".
Is hace referencia a los extranjeros y a los eunucos, excluidos del templo, y
dice: “yo los traeré a mi monte santo y los alojaré en mi casa de oración. Sus
sacrificios y holocaustos serán gratos sobre mi altar, porque mi casa será
llamada casa de oración para todos los pueblos”. Dice que, en los tiempos
mesiánicos, los eunucos y los extranjeros podrán dar culto a Dios. Ahora, no
podían pasar del patio de los gentiles.
El texto de
(Jer 7,8-11) dice así: "No podéis robar, matar, adulterar, jurar en falso,
incensar a Baal, correr tras otros dioses y luego venir a presentaros ante mí,
en este templo consagrado a mi nombre, diciendo: Estamos seguros, para seguir
cometiendo los mismos crímenes. ¿Acaso tenéis este templo por una cueva de
bandidos?”. Los bandidos no son los que venden palomas y ovejas, sino los que
hacen las ofrendas sin una actitud mínima de conversión. Son bandidos, no por
ir a rezar, sino porque solo buscaban seguridad. Lo que Jesús critica es que,
con los sacrificios, se intente comprar a Dios. Como los bandidos se esconden
en las cuevas, están seguros hasta que llegue la hora de volver a robar y
matar.
Juan cita un
texto de (Zac 14,20) que en aquel día se leerá en los cascabeles de los
caballos: "consagrado a Yahvé", y “serán las ollas de la casa del
Yahvé como copas de aspersión delante de mi altar”; y “toda olla de Jerusalén y
de Judá estará consagrada a Yahvé y los que vengan a ofrecer, comerán de ellas
y en ellas cocerán; y ya no habrá comerciantes en la casa de Yahvé en aquel
día". Esa inscripción "consagrado a Yahvé" la llevaban los
cascabeles de las sandalias de los sacerdotes y las ollas donde se cocía la
carne consagrada. Quiere decir que, en los tiempos mesiánicos, no habrá
distinción entre cosa sagrada y cosa profana.
Los
vendedores interpelados (los judíos), le exigen un prodigio que avale su
misión. No reconocen a Jesús ningún derecho para actuar así. Ellos son los
dueños y Jesús un rival que se ha entrometido. Ellos están acreditados por la
institución misma y quieren saber quién le acredita a él. No les interesa la
verdad de la denuncia, sino la legalidad de la situación, que les favorece.
Pero Jesús les hace ver que sus credenciales han caducado. Las credenciales de
Jesús serán: hacer presente la gloria de Dios a través de su amor.
Suprimid este
santuario y en tres días lo levantaré. Aquí encontramos la razón por la que
leemos el texto de Jn y no el de Mc. Esta alusión a su resurrección da sentido
al texto en medio de la cuaresma. Le piden una señal y contesta haciendo
alusión a su muerte. Su muerte hará de él el santuario definitivo. La razón
para matarlo será que se ha convertido en un peligro para el templo. El fin de
los tiempos, en Jn está ligado a la muerte de Jesús.
Si dejásemos
de creer en un Dios “que está en el cielo”, no le iríamos a buscar en la
iglesia (edificio), donde nos encontramos tan a gusto. Si de verdad creyésemos
en un Dios que está presente en todas y cada una de sus criaturas, trataríamos
a todas con el mismo cuidado y cariño que si fuera él mismo. Nos seguimos
refugiando en lo sagrado, porque seguimos pensando que hay realidades que no
son sagradas. El evangelio está sin estrenar.
Meditación
Mis
relaciones con Dios siguen siendo un “toma y daca”,
sin ninguna
repercusión en mis relaciones con los demás.
Dios se me ha
dado totalmente para que yo haga lo mismo.
Mi tarea
consiste en tomar conciencia de ese don total.
Mi entrega a
los demás corresponderá entonces a esa realidad.
Fray Marcos
domingo, 28 de febrero de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
sábado, 27 de febrero de 2021
Domingo II de Cuaresma – Ciclo B
Domingo II de Cuaresma – Ciclo B (Marcos 9, 2-10) – 28 de febrero de 2021
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
Podríamos hoy hacer un recorrido inverso del orden de las lecturas. Es decir, partimos del Evangelio y nos preguntamos cómo Dios se nos ha revelado en nuestra vida, como hemos experimentado con Cristo la experiencia de cambiar, de ser "de otro modo", al sentirnos con y por Él profundamente amados. Por esta certeza de amor sabemos que Dios siempre está de nuestro lado y que siempre está dispuesto a darnos todo. Nos volvemos confiados y valientes y exclamamos con el salmista: ¡Siempre confiaré en el Señor!. Quien tiene este amor confiado en Dios y se sabe amado, camina en los momentos de confusión, como Abraham, expectante, pues aún en la crisis que pareciera confuso incluso el amor de Dios, se mantiene firme en la confianza y la entrega total a Dios pues sabe que es Padre y siempre estará a su favor. ¿Qué invitación recibes hoy? #FelizDomingo
“Este
es mi Hijo amado: ¡escúchenlo!”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Hace algunos años, durante una novena de
Navidad, estuve celebrando la eucaristía en CETI (Centro Terapéutico Infantil),
una institución de Bogotá que acoge a niños y niñas con parálisis cerebral o
con otras deficiencias más o menos profundas. Suelo ir a CETI y encontrarme con
amigos y amigas muy queridos que, además de ser pobres, han tenido que vivir
con unas limitaciones que los marginan aún más de su vida familiar y social:
Diego, Gloria, Uriel, July y tantos otros.
Ese día, la eucaristía transcurrió sin
mayores sobresaltos; cantamos, aplaudimos, nos alegramos de recibir la visita
de Jesús en nuestra casa. Pero, en el momento de la comunión, cuando comencé a
repartir el cuerpo del Señor entre los niños y niñas que estaban sentados en
sus respectivos puestos y a las colaboradoras del centro y a un grupo de amigas
que habían ido conmigo, comenzamos a escuchar un lamento extraño, que no supe
reconocer en el primer momento, porque expresaba un gran dolor pero, al mismo
tiempo era suave y delicado. Era Andrés, un niño de cuatro años que estaba
sentado en una silla para bebés sobre una de las mesas del salón. Andrés tiene
el cuerpo de un bebé de mes y medio; pesa 8 libras y mide 65 centímetros.
Cuando vio que todos los presentes estaban recibiendo una galleta, él comenzó a
gritar, con la fuerza que le permitían sus pequeños pulmones, para que también
le dieran una a él. La directora de CETI comenzó a decirle a Andrés que no
gritara más. Que no podía recibir la comunión como todos los demás. Pero Andrés
no se rendía. Seguía expresando su queja conmoviendo a todos los que estábamos
presentes. Fui, tomé una hostia sin consagrar y se le entregué a Andrés, que la
recibió con un movimiento perfecto de su mano diminuta y se la echó a la boca
inmediatamente. Desde luego, no le supo a galleta, como él suponía, y pronto la
dejó a un lado.
El lamento de Andrés me trajo a la memoria
los gritos del pueblo de Israel que Dios escuchó, como nos cuenta el libro del
Éxodo, cuando el Señor envió a Moisés a liberarlo de la esclavitud de Egipto y
a conducirlo a una tierra de libertad que mana leche y miel. Pero también me
trajo a la memoria aquella escena de Elías, en el Horeb, cuando el Señor no se
dejó sentir en el viento fuerte, ni en el terremoto, ni el fuego que pasó por
delante de la cueva donde estaba, sino en un “sonido suave y delicado”, ante el
cual Elías se cubrió la cara con su capa”.
Estas dos evocaciones fueron las que se hicieron presentes en el Monte Tabor, cuando Jesús se transfiguró delante de sus discípulos. Cuenta san Marcos que Pedro, Santiago y Juan vieron cómo la ropa de Jesús “se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús”. Y en medio de esta escena, llena de consolación, “apareció una nube y se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: “Este es mi Hijo amado: escúchenlo”. Escuchar al Hijo amado es escuchar el grito del pueblo, que escuchó el Dios de Moisés y percibir el susurro de la presencia de Dios en voces como las de Andrés.
Fuente: “Encuentros con la Palabra”
NUEVA
IDENTIDAD CRISTIANA
José Antonio Pagola
Para ser cristiano, lo más decisivo no es
qué cosas cree una persona, sino qué relación vive con Jesús. Las creencias,
por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que
Jesús ha resucitado y muchas cosas más, pero no ser un buen cristiano. Es la
adhesión a Jesús y el contacto con él lo que nos puede transformar.
En los evangelios se puede leer una escena
que, tradicionalmente, se ha venido en llamar la «transfiguración» de Jesús. Ya
no es posible reconstruir la experiencia histórica que dio origen al relato.
Solo sabemos que era un texto muy querido entre los primeros cristianos, pues,
entre otras cosas, los animaba a creer solo en Jesús.
La escena se sitúa en una «montaña alta».
Jesús está acompañado de dos personajes legendarios en la historia judía:
Moisés, representante de la Ley, y Elías, el profeta más querido en Galilea.
Solo Jesús aparece con el rostro transfigurado. Desde el interior de una nube
se escucha una voz: «Este es mi hijo querido. Escuchadlo a él».
Lo importante no es creer en Moisés ni en
Elías, sino escuchar a Jesús y oír su voz, la del Hijo amado. Lo más decisivo
no es creer en la tradición ni en las instituciones, sino centrar nuestra vida
en Jesús. Vivir una relación consciente y cada vez más comprometida con
Jesucristo. Solo entonces se puede escuchar su voz en medio de la vida, en la
tradición cristiana y en la Iglesia.
Solo esta comunión creciente con Jesús va
transformando nuestra identidad y nuestros criterios, va curando nuestra manera
de ver la vida, nos va liberando de esclavitudes, va haciendo crecer nuestra
responsabilidad evangélica.
Desde Jesús podemos vivir de manera
diferente. Ya las personas no son simplemente atractivas o desagradables,
interesantes o sin interés. Los problemas no son asunto de cada cual. El mundo
no es un campo de batalla donde cada uno se defiende como puede. Nos empieza a
doler el sufrimiento de los más indefensos. Nos atrevemos a trabajar por un
mundo un poco más humano. Nos podemos parecer más a Jesús.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
LO
QUE HAY DE DIVINO EN JESÚS ESTÁ EN SU HUMANIDAD, NO VIENE DE FUERA
Fray Marcos
En los tres ciclos litúrgicos leemos, el
segundo domingo de cuaresma, el relato de la transfiguración. Hoy leemos el de
Marcos que es el más breve, aunque hay muy pocas diferencias con los demás
sinópticos. Lo difícil para nosotros es dar sentido a este relato. Marcos
coloca este episodio entre el primer anuncio de la pasión y el segundo. Parece
que hay una intención clara de contrarrestar ese lenguaje duro y difícil de la
cruz.
Es descabellado que Jesús se dedicara hacer
una puesta en escena particular. Mucho menos que tratara de dar un caramelo a
los más íntimos para ayudarles a soportar el trago de la cruz (cosa que no
consiguió). Con ello estaría fomentando lo que tanto critica Marcos en todo su
evangelio: El poner como objetivo último la gloria; aceptar que lo
verdaderamente importante es el triunfo personal, aunque sea a través de la
cruz.
La estructura del relato a base de datos
del AT nos advierte de que no se trata de un hecho histórico, sino de teología.
No quiere decir que Dios en un momento determinado realice un espectáculo de luz
y sonido. Son solo experiencias subjetivas que, en un momento determinado,
atestiguan la presencia de lo divino en un individuo concreto. La presencia de
lo divino es constante en toda la realidad creada, pero el hombre puede
descubrir esa cercanía y vivirla de una manera experimental en un momento
determinado de su vida.
A Dios nunca podemos acceder por los
sentidos. Si en esa experiencia se dan percepciones aparentemente sensoriales,
se trata de fenómenos paranormales o psicológicos. Dios está en cada ser
acomodándose a lo que es como criatura, no cambiando o violentando nada de ese
ser. Es más, la llegada a la existencia de todo ser es la consecuencia de la
presencia divina en él. Esto no quiere decir que la experiencia de Dios no sea
real. Quiere decir que Dios no está nunca en el fenómeno, sino en la esencia.
“Si te encuentras al Buda, mátalo”.
Jesús, plenamente humano, tuvo que luchar
en la vida por descubrir su ser. El relato de hoy quiere decir que, aun siendo
hombre, habitaba en él lo divino. Seguramente se trate de un relato pascual
que, en un momento determinado, se consideró oportuno retrotraer a la vida de
Jesús. En los relatos pascuales se insiste en que ese Jesús Vivo es el mismo
que anduvo con ellos por las tierras de Galilea. En la trasfiguración se dice
lo mismo, pero desde el punto de vista contrario. El Jesús que vive con ellos
es ya el Cristo glorificado.
La manera de construir el relato quiere
demostrar que lo que descubrieron de Jesús después de su muerte, ya estaba en
él durante su vida, solo que no fueron capaces de apreciarlo. Jesús fue siempre
lo que se quiere contar en este relato, antes de la muerte y después de ella.
Lo que hay de divino en Jesús está en su humanidad, no está añadido a ella en
un momento determinado. Este mensaje es muy importante a la hora de superar
visiones demasiado maniqueas de Jesús con el fin de manifestar de manera
apodíctica su divinidad.
Pedro, Santiago y Juan, los únicos a los
que Jesús cambió el nombre. Era buena gente, pero un poco duros de mollera. Necesitaron
clases de apoyo para poder llegar al nivel de comprensión de los demás. Los
tres acompañan a Jesús en el huerto. Los tres son testigos de la resurrección
de la hija de Jairo. Pedro acaba de decir a Jesús que, de pasión y muerte, ni
hablar. Santiago y Juan van a pedir a Jesús, en el capítulo siguiente, que
quieren ser los primeros en su reino. Los tres demuestran que no entendieron el
mensaje de su Maestro.
La montaña alta, la nube, la luz, la voz,
el miedo, son todos elementos que aparecen en las teofanías del AT. El monte es
una clara referencia al Sinaí. La nube fue signo de que Dios los acompañaba,
sobre todo en el desierto. La nube trae agua, sombra, vida. Los vestidos
blancos son signo de la divinidad. El hecho de que todos sean símbolos no disminuye
en nada la profundidad del mensaje que nos quieren transmitir, al contrario, el
lenguaje bíblico asegura la comprensión de los destinatarios que eran todos
judíos.
Moisés y Elías, además de ser los testigos
de grandes teofanías, representan todo el AT, la Ley y los profetas. Significa
que Jesús no se sacó su mensaje de la manga, sino que está en total acuerdo con
el AT. Está claro que lo que se intenta es manifestar el traspaso del testigo a
Jesús. Hasta ahora, La Ley y los profetas eran la clave para descubrir la
voluntad de Dios. Desde ahora, la clave de acceso a Dios será Jesús.
¡Qué bien se está aquí! Para Pedro era
mucho mejor lo que estaba viendo y disfrutando que la pasión y muerte, que les
había anunciado unos versículos antes Jesús para dentro de muy poco. Cuando les
anuncia por primera vez la pasión, Pedro había dicho a Jesús: ¡Ni hablar! Ahora
se encuentra a sus anchas. El mismo afán de gloria que a todos nos acecha.
Vamos a hacer tres chozas. Pedro está en la
“gloria”, y pretende retener el momento. Pedro, diciendo lo que piensa,
manifiesta su falta total de comprensión del mensaje de Jesús. Le ha costado
subir, pero ahora no quieren bajar, porque se habían acercado a Jesús con buena
voluntad, pero sin descartar la posibilidad de medrar. Al poner al mismo nivel
a los tres personajes, Pedro niega la originalidad de Jesús. No acepta que la
Ley y los profetas han cumplido su papel y están ya superados. La voz corrige
esta visión de Pedro.
¡Escuchadlo! En griego, “akouete autou”
significa escuchadle a él solo. A Moisés y Elías los habéis escuchado hasta
ahora. Llega el momento de escucharle a él. El AT es el mayor obstáculo para
escuchar a Jesús. Hoy lo son los prejuicios que nos han inculcado sobre Jesús.
Escuchar es la actitud del discípulo. En el Éxodo, escuchar a Dios no es
aprender de Él, sino obedecerle. La Palabra que escuchamos nos compromete y nos
arranca de nosotros mismos.
No contéis a nadie... Es la referencia más
clara a la experiencia pascual. No tiene sentido hablar de lo que ellos ni
estaban buscando ni habían descubierto. No solo no contaron nada, sino que a
ellos mismos se les olvidó. En el capítulo siguiente nos narra la petición de
los primeros puestos por parte de Santiago y Juan. Pedro termina negándolo ante
una criada. Hechos que hubieran sido impensables después de una experiencia
como la transfiguración.
Lo importante no es que Jesús sea el Hijo
amado. Lo determinante es que, cada uno de nosotros somos el hijo amado como si
fuéramos únicos. Dios nos está comunicando en cada instante su misma Vida y
habla en lo hondo de nuestro ser en todo momento. Esa voz es la que tenemos que
escuchar. No tenemos que aceptar la cruz como camino para la gloria. No
llegamos a la vida a través de la muerte. En la “muerte” está ya la Vida.
Con relación al AT, tenemos un mensaje muy
claro en el relato de hoy: Hay que escuchar a Jesús para poder comprender La
Ley y Los Profetas, no al revés. Seguimos demasiado apegados al Dios del AT. El
mensaje de Jesús nos viene demasiado grande. Como Pedro, lo más que nos hemos
atrevido a hacer es ponerlo al mismo nivel que la Ley y Los Profetas. El afán
de interpretar a Jesús desde el AT nos ha jugado una mala pasada.
Meditación
En
Marcos, Jesús nos habla con sus hechos.
El
mayor atractivo de Jesús es su coherencia.
En
él, lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía era todo uno.
Esa
autenticidad es la clave de un verdadero ser humano.
Jesús
era verdad, modelo de humanidad y divinidad.
Ahí
tenemos la divinidad, manifestada.
Fray
Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
domingo, 21 de febrero de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER LA HOMILÍA CLICK AQUÍ: https://youtu.be/UFyle-ZgtKs
sábado, 20 de febrero de 2021
I Domingo de Cuaresma – Ciclo B
I Domingo de Cuaresma – Ciclo B (Marcos 1, 12-55) – 21 de febrero de 2021
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
La
cuaresma es un tiempo con sabor a silencio, es un tiempo para ir más lentos y
darnos cuenta de lo que ha acontecido, lo que acontece y disponernos para lo
que acontecerá. Es tiempo para recordar que Dios tiene una alianza
inquebrantable con nosotros, pero nosotros la podemos olvidar y quebrantar.
Nuestro espíritu se puede ir quedando encarcelado y experimentamos verdaderos
desiertos existenciales.
Este
es un buen tiempo para disponernos a regresar, exclamando con el salmista:
"enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, has que camine con
lealtad". Le exclamamos esto a Dios, que hoy nos recuerda la Palabra es el
Dios de la ternura, de la misericordia, de la lealtad, es el Dios maestro de
los humildes, de los dispuestos a escuchar y regresar.
La
"lealtad hacia Dios" no se expresa con discursos o formas, sino con
una vida que es reflejo de Él, una vida de ternura y misericordia expresada
hacia todos los demás. Sólo así, dejaremos de habitar desiertos y comenzaremos
a vivir en autentica libertad.
#FelizDomingo
“Después
de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
San Ignacio de Loyola describió la experiencia más profunda de Dios que tuvo en su vida con estas palabras: "Una vez iba por su devoción a una iglesia, que estaba poco más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama san Pablo, y el camino va junto al río; y yendo así en sus devociones, se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado se le empezaron abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, reuniendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las junte todas en una, no le parece haber alcanzado tanto, como de aquella vez sola" (Autobiografía 30).
El antiguo soldado desgarrado y vano, que había buscado en los honores del mundo el sentido de su vida, y que poco a poco había ido rompiendo con los moldes de una cultura que determinaba su destino, se encontró en la soledad de su camino, con una experiencia de Dios imposible de abarcar. Junto al río Cardoner que iba hondo, este incurable caminante se sentó un poco con la cara hacia el río. No es que haya visto nada especial, ni que se le haya aparecido la Virgen, como a algunos arrieros de nuestras tierras, sino que todas las cosas le parecieron nuevas. Ni siquiera él mismo es capaz de entrar en detalles, pero ciertamente este momento cambió radicalmente su rumbo. Al final de sus días, después de sesenta y dos años, podía asegurar que aún juntando todas las experiencias e iluminaciones de su vida, nunca había recibido tanto como aquella sola vez.
Todos
nosotros, en algún momento de nuestra vida, después de haber buscado en vano
por rincones y recodos el sentido de nuestras existencias, nos hemos sentado un
poco con la cara vuelta hacia el río de la historia. Hemos dejado de buscar
nuestro propio camino, para dejar que aquel que es el Camino, nos buscara.
Hemos dejado de preguntar por nuestras inquietudes, para dejar que aquel que es
la Verdad, nos inquietara con sus preguntas. Hemos dejado de vivir para
nosotros mismos, para dejar que aquel que es la Vida, comenzara a comunicarnos
una vida abundante que teníamos que regalar a los demás.
Esto
es, precisamente, lo que vivió Jesús cuando se fue al desierto; detuvo un
momento su camino y se dejó tocar por las preguntas que le lanzaba Dios a
través de la vida de su pueblo. Fue en este contexto de silencio y soledad,
donde fue descubriendo lo que su Padre le pedía. Fue allí donde sintió las
pruebas y las tentaciones de volverse atrás. Fue allí donde encontró las
fuerzas para salir a predicar por toda Galilea: “Ha llegado el tiempo, y el
reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas
noticias”. ¿Estás dispuesto o dispuesta a sentarte un poco junto al camino de tu
vida para dejar que las preguntas de Dios te asalten y te exijan respuestas?
¿De verdad quieres entrar un momento en la soledad y el desierto para
encontrarte con Dios y con tus propias fragilidades? Eso es la Cuaresma.
Fuente “Encuentros con
la Palabra”
LA
CONVERSIÓN NOS HACE BIEN
José Antonio Pagola
La
llamada a la conversión evoca casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo
exigente, propio de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las
palabras de Jesús: «Convertíos y creed en la Buena Noticia», nos invitan a
descubrir la conversión como paso a una vida más plena y gratificante.
El
evangelio de Jesús nos viene a decir algo que nunca hemos de olvidar: «Es bueno
convertirse. Nos hace bien. Nos permite experimentar un modo nuevo de vivir,
más sano y gozoso. Nos dispone a entrar en el proyecto de Dios para construir
un mundo más humano». Alguno se preguntará: pero ¿cómo vivir esa experiencia?,
¿qué pasos dar?
Lo
primero es detenerse. No tener miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos
para hacernos las preguntas importantes de la vida: ¿quién soy yo?, ¿qué estoy
haciendo con mi vida?, ¿es esto lo único que quiero vivir?
Este
encuentro consigo mismo exige sinceridad. Lo importante es no seguir
engañándonos por más tiempo. Buscar la verdad de lo que estamos viviendo. No
empeñarnos en ocultar lo que somos y en parecer lo que no somos. Es fácil que
experimentemos entonces el vacío y la mediocridad. Aparecen ante nosotros
actuaciones y posturas que están arruinando nuestra vida. No es esto lo que
hubiéramos querido. En el fondo deseamos vivir algo mejor y más gozoso.
Descubrir
cómo estamos dañando nuestra vida no tiene por qué hundirnos en el pesimismo o
la desesperanza. Esta conciencia de pecado es saludable. Nos dignifica y nos
ayuda a recuperar la autoestima. No todo es malo y ruin en nosotros. Dentro de
cada uno está actuando siempre una fuerza que nos atrae y empuja hacia el bien,
el amor y la bondad. Es Dios, que quiere una vida más digna para todos.
La
conversión nos exigirá sin duda introducir cambios concretos en nuestra manera
de actuar. Pero la conversión no consiste en esos cambios. Ella misma es el
cambio. Convertirse es cambiar el corazón, adoptar una postura nueva en la
vida, tomar una dirección más sana. Colaborar en el proyecto de Dios.
Todos,
creyentes y menos creyentes, pueden dar los pasos evocados hasta aquí. La
suerte del creyente es poder vivir esta experiencia abriéndose confiadamente a
Dios. Un Dios que se interesa por mí más que yo mismo, para resolver no mis
problemas, sino «el problema», esa vida mía mediocre y fallida que parece no
tener solución. Un Dios que me entiende, me espera, me perdona y quiere verme
vivir de manera más plena, gozosa y gratificante.
Por
eso el creyente vive su conversión invocando a Dios con las palabras del
salmista: «Ten misericordia de mí, oh Dios, según tu bondad. Lávame a fondo de
mi culpa, limpia mi pecado. Crea en mí un corazón limpio. Renuévame por dentro.
Devuélveme la alegría de tu salvación» (Sal 51 [50]).
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
JESÚS NO FUE AL DESIERTO A HACER PENITENCIA SINO A
MEDITAR
Fray Marcos
Durante
siglos, hemos puesto en el perdón de Dios la meta de nuestras relaciones con
Él. Esta idea de Dios está en las antípodas del evangelio. Jesús nos dice que
el perdón es el punto de partida. Nuestro concepto de pecado se basa en el mito
de la ruptura. A partir de ahí, la religiosidad consistirá en una recuperación
de lo perdido. Hoy tenemos datos para intentar otras explicaciones. Somos fruto
de la evolución y seguimos avanzando.
El
pecado es una de las experiencias más dolorosas y humillantes del ser humano.
Lo que tenemos que superar es una explicación demasiado primitiva de fallo y
descubrir un modo de afrontarlo que pueda ser útil para superarlo eficazmente.
El mal no tiene nada de misterio. Es consecuencia inevitable de nuestra condición
de criaturas limitadas. Una inercia de tres mil millones de años de evolución,
que nos empuja hacia el individualismo, no puede ser contrarrestada por unos
cientos de miles de años de trayectoria humana.
El
primer objetivo de todo ser vivo fue mantener esa vida contra todas las
agresiones externas e internas. Esta experiencia se va almacenando en el ADN.
Gracias a él, la vida no solo se conservó sino que fue alcanzando cotas más
altas de perfección, hasta llegar al “homo sapiens”. Su relativa perfección permite
al hombre unas relaciones completamente distintas; ahora fundadas en la
armonía. Pero permanece el instinto de conservación que le lleva al
individualismo. La visión miope tiene que ser superada por un nuevo
conocimiento.
Fijaos
bien que los tres temas clásicos de la cuaresma son: Oración, ayuno, limosna.
En ellos quedan resumidas todas las posibles relaciones humanas: con Dios, con
uno mismo, con los demás, con las cosas. La calidad humana del hombre depende
de la calidad de sus relaciones. Si no sobrepasan lo puramente instintivo, esas
relaciones estarán basadas en un individualismo feroz, buscando el provecho
biológico inmediato. Si esas relaciones están basadas en el conocimiento de tu
auténtico ser, te llevarán a la armonía con todos los seres.
El
hecho de que Marcos sea tan breve, siendo el primero que escribió, nos está
diciendo que en Mateo y Lucas, se trata de una elaboración progresiva, y no de
un olvido de los detalles por parte del primero. También pudiera ser que Mateo
y Lucas encontraran ya el relato ampliado en la fuente Q, anterior a Marcos. En
todo caso, esas diferencias nos estarían demostrando el carácter simbólico del
relato, más allá de las limitaciones de tiempo y lugar. Mc está planteando en
tres líneas toda la trayectoria humana de Jesús.
El
objetivo del relato es muy distinto en cada uno de los sinópticos. Marcos no
pretende ponernos en guardia sobre las clases de tentaciones que podemos
experimentar. En él no hay tres tentaciones, porque plantea toda su vida como
una constante lucha contra el mal. En el evangelio de Marcos no vuelve a
aparecer Satanás. Su lugar lo van a ocupar instituciones y personas de carne y
hueso, que a través de toda la obra intentarán apartar a Jesús de su misión
liberadora. La tentación está siempre a nuestro alrededor.
Inmediatamente.
Comienza la lectura de hoy con la anodina frase de siempre “en aquel tiempo”.
Es interesante saber que en el versículo anterior nos habló de la bajada del
Espíritu sobre Jesús en el bautismo. Es muy significativo que el Espíritu se
ponga a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se realiza bajo la
fuerza del Espíritu. Este Espíritu, no es todavía el “Espíritu Santo” según la
idea que se desarrolló en los siglos VI y V; se trata de la fuerza de Dios que
le capacita para actuar.
El
Espíritu le empujó. El verbo griego empleado es “ekballo” = Empujar, echar
fuera. No se trata de una amable invitación, sino de una acción que supone una
cierta violencia. El Espíritu no abandona a Jesús, pero le arrastra a otro
lugar: el desierto. Al recibir el Espíritu en el bautismo, Jesús no queda
inmunizado y apartado de la lucha contra el maligno. Como todo hijo de vecino
(hijo de hombre), Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su
plenitud. Precisamente por haber alcanzado la meta como ser humano, está
capacitado para marcarnos el camino a nosotros.
Al
desierto. El desierto es el lugar teológico de la lucha, de la prueba; y,
superada la prueba, es lugar del encuentro con Dios. Es imposible comprender
todo el simbolismo del desierto para el pueblo judío. La clave de su historia
religiosa se encuentra en el desierto. Jesús sufre las mismas tentaciones que
Israel, pero las supera. No se trata del desierto físico, sino del símbolo de
la lucha. Es muy significativo que todos los evangelios nos hagan ver cómo
Jesús encontrará a Satanás en su mismo pueblo.
Se
quedó en el desierto cuarenta días. El número cuarenta es otra clave simbólica
para entender el relato: 40 días duró el diluvio, 40 años pasó el pueblo judío
en el desierto. 40 días estuvo Moisés en el Sinaí. 40 días fueron necesarios
para que se convirtieran los ninivitas. 40 días caminó Elías por el desierto.
No se trata de señalar un tiempo cronológico, sino de evocar una serie de
acontecimientos salvíficos en la historia del pueblo judío, que quedarán
superados por la experiencia de Jesús.
Tentado
por Satanás. “Peireo” indica más bien una prueba que hay que superar. No puede
haber un aprobado si no hay examen. ‘Satán’ significa el que acusa en el
juicio, exactamente lo contrario que ‘paráclito’, el que defiende en un juicio.
En Mateo y Lucas las tentaciones tienen lugar al final de los cuarenta días de
ayuno. En Marcos no aparece el ayuno por ninguna parte, y la tentación abarca
todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. Marcos no nos habla de
penitencia, sino de lucha por comprenderse en Dios.
Estaba
entre las fieras. La traducción oficial de “alimañas” condiciona la
interpretación. El texto griego y el latino dice: animales salvajes concretos,
conocidos por todos. Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio
de todas las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu,
ángeles), otras malas (Satanás, fieras). Pero también podría aludir a los
tiempos idílicos del paraíso, donde la armonía entre seres humanos y la
naturaleza entera será total. Recordemos que el tiempo mesiánico se había
anunciado como una etapa de armonía entre hombres, naturaleza y fieras.
Y
los ángeles le servían. El verbo que emplea es “diakoneô” que significa servir,
pero con un matiz de afecto personal en el servicio. En el NT “diaconía” es un
término técnico que expresa la actitud vital de servicio de los seguidores de
Jesús. Su primer significado era “servir a la mesa”. Pero aquí este significado
iría en contra de todo el sentido del relato, porque indicaría que en vez de
ayunar era alimentado por los ángeles. Podría significar las fuerzas del bien,
o expresar que Dios estaba de su parte.
Nadie
ni nada puede malearnos sustancialmente, ni el pecado de Adán ni nuestros
propios pecados. Nuestra tarea consiste en ir descubriendo lo que nos deteriora
como seres humanos y lo que nos va construyendo como personas.
Meditación
La tentación
fundamental es hacer un dios a mi medida,
dejándome llevar
por una cómoda idolatría.
El antídoto es
el Dios de Jesús,
El Abbá que me
hace vivir su misma Vida.
Si descubro mi
verdadero ser,
surgirá dentro
de mí la armonía y la capacidad de amar.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
domingo, 14 de febrero de 2021
LA FRASE DE LA SEMANA
CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
VI Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
VI Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 40-45) – 14 de febrero de 2021
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
En
medio de la pandemia todos tenemos que evitar infectarnos. Esto no está en
discusión, pero dado que el virus infecta y es transmitido por personas, surge
también el estigma y la discriminación hacia quienes sostenemos sospechosos o
peligrosos de infectarnos. Acabo de escuchar la historia de una familia a la
que ningún vecino le ofreció ayuda en medio de la infección en su casa y tenían
que salir medio a escondidas a comprar lo que necesitaban para comer. He
escuchado de varios "confesar" que tuvieron el virus y mantenerlo en
secreto para no ser señalados o cuestionados.
El
estigma es poner una "marca" sobre otro y por ello señalarlo y
excluirlo, es decir discriminarlo; como lo escuchamos hoy en el Evangelio.
Excluir se funda en la ignorancia, el miedo y la neurosis. No basta la
información ante el miedo irracional. Ante esto podemos justificarnos en
razones para seguir sintiendo miedo y mantener actitudes de exclusión, como ocultar
que hemos sufrido la infección del virus, temer a los que han sufrido el virus
o mantener un discurso oscuro sobre historias falsas en torno a la pandemia.
La
Palabra hoy nos llama a INCLUIR, es decir, a no tener miedo a las personas y
erradicar las conductas excluyentes de nuestra vida. Vuelvo a decir, esto no
quiere decir correr riesgo e infectarnos, sino que tenemos que preguntar,
informarnos bien y reconocer nuestros miedos infundados y hacer lo que Jesús
hacia INCLUIR a los puestos fuera. Quien excluye por cualquier razón a
cualquier persona, no está siendo un bien cristiano. #FelizDomingo
“Si
quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Alcohólicos
Anónimos (A.A.) es una organización fundada en 1935 por un corredor de bolsa de
Nueva York y un médico de Ohio (ambos ya fallecidos), que se consideraban borrachos
desesperados. Su intención era ayudar a otros que sufrían de la enfermedad
del alcoholismo. A.A. creció con la formación de grupos autónomos, primero en
los Estados Unidos y luego por todo el mundo.
En virtud de que la ciencia médica dictaminó que el alcoholismo es
una enfermedad, la persona deberá tomar en cuenta que nadie puede rehabilitarse
si no se acepta la enfermedad. Entonces la persona, que con sinceridad
quiere dejar de beber, debe aceptar su incapacidad por controlar la bebida; de
lo contrario le podrá causar la locura o la muerte prematura. Por tanto, el criterio
con el que se trabaja en A.A. es que los alcohólicos son personas enfermas que
pueden recuperarse si siguen un sencillo programa que ha demostrado tener éxito
para más de dos millones de hombres y mujeres a lo largo y ancho del mundo. La
experiencia demuestra que el programa de A.A. funcionará para todos los
alcohólicos que son sinceros en sus esfuerzos por dejar de beber y que, por lo
general, no funcionará para aquellos que no tienen la certeza absoluta de que
quieran hacerlo.
Los
Doce Pasos de A.A. son los siguientes: (1)
Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían
vuelto ingobernables. (2) Llegamos a creer que
un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio. (3)
Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como
nosotros lo concebimos. (4) Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral
de nosotros mismos. (5) Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro
ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos. (6) Estuvimos
enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de todos estos defectos de
carácter. (7) Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.
(8) Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y
estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos. (9) Reparamos
directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el
hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros. (10) Continuamos haciendo
nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos
inmediatamente. (11) Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar
nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos,
pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos
diese la fortaleza para cumplirla. (12) Habiendo obtenido un despertar espiritual
como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los
alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.
El leproso que se acerca a Jesús, pidiendo ser curado de su enfermedad, necesitó reconocerla primero y, al mismo tiempo, confió en que este profeta tenía la fuerza para sanarlo. El Señor le pide que solamente cumpla con las ofrendas que manda la ley de Moisés por su curación, pero que no se lo diga a nadie más; sin embargo, el leproso “se fue y comenzó a contar a todos lo que había pasado”. Como los alcohólicos anónimos, no podía dejar de llevar a otros el mensaje de su propia experiencia de salvación.
Fuente “Encuentros con la Palabra”
EXTENDER
LA MANO
José Antonio Pagola
La felicidad solo es
posible allí donde nos sentimos acogidos y aceptados. Donde falta acogida,
falta vida; nuestro ser se paraliza; la creatividad se atrofia. Por eso una
«sociedad cerrada es una sociedad sin futuro, una sociedad que mata la
esperanza de vida de los marginados y que finalmente se hunde a sí misma»
(Jürgen Moltmann).
Son muchos los factores que
invitan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a vivir en círculos cerrados
y exclusivistas. En una sociedad en la que crece la inseguridad, la indiferencia
o la agresividad es explicable que cada uno tratemos de asegurar nuestra
«pequeña felicidad» junto a los que sentimos iguales.
Las personas que son como
nosotros, que piensan y quieren lo mismo que nosotros, nos dan seguridad. En
cambio, las personas que son diferentes, que piensan, sienten y quieren de
manera diferente, nos producen inquietud y temor.
Por eso se agrupan las
naciones en «bloques» que se miran mutuamente con hostilidad. Por eso buscamos
cada uno nuestro «recinto de seguridad», ese círculo de amigos, cerrado a
aquellos que no son de nuestra misma condición.
Vivimos como «a la
defensiva», cada vez más incapaces de romper distancias para adoptar una
postura de amistad abierta hacia toda persona. Nos hemos acostumbrado a aceptar
solo a los más cercanos. A los demás los toleramos o los miramos con
indiferencia, si no es con cautela y prevención.
Ingenuamente pensamos que,
si cada uno se preocupa de asegurar su pequeña parcela de felicidad, la
humanidad seguirá caminando hacia su bienestar. Y no nos damos cuenta de que
estamos creando marginación, aislamiento y soledad. Y que en esta sociedad va a
ser cada vez más difícil ser feliz.
Por eso el gesto de Jesús
cobra especial actualidad para nosotros. Jesús no solo limpia al leproso.
Extiende la mano y lo toca, rompiendo prejuicios, tabúes y fronteras de
aislamiento y marginación que excluyen a los leprosos de la convivencia. Los
seguidores de Jesús hemos de sentirnos llamados a aportar amistad abierta a los
sectores marginados de nuestra sociedad. Son muchos los que necesitan una mano
extendida que llegue a tocarlos.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
LA
RELACIÓN PROFUNDAMENTE HUMANA DE JESÚS LIBERABA
Fray Marcos
Seguimos en el primer
capítulo de Marcos. Después de un enunciado general, que resume su habitual
manera de actuar, (fue predicando por las sinagogas y expulsando demonios), nos
narra la curación de un leproso. El leproso no tiene nombre. Tampoco se habla
de tiempo y lugar determinados. Se trata de una generalización de la manera de
actuar de Jesús con los oprimidos. Se advierte una falta total de lógica
narrativa. Apenas ha pasado un día de la predicación de Jesús y ya le conocen
hasta los leprosos que vivían en total aislamiento.
La primera lectura es
suficientemente expresiva. La lepra era el motivo más radical de marginación.
Lo que se entendía por lepra en la antigüedad no coincide con lo que es hoy esa
enfermedad concreta. Más bien se llamaba lepra a toda enfermedad de la piel que
se presentara con un aspecto más o menos repugnante. Tanto la lepra como las
normas sobre la enfermedad no son originales del judaísmo. Esas normas nos
parecen hoy inhumanas, pero no tenía otra manera de defenderse de una
enfermedad que podía causar estragos.
Se acercó, suplicándole: Si
quieres puedes limpiarme. Esta actitud indica a la vez valentía, porque se
atreve a trasgredir la Ley, pero también el temor a ser rechazado, precisamente
por eso. Se puede descubrir una complicidad entre el leproso y Jesús. Los dos
van más allá de la Ley. La liberación solo es posible a través de una relación
profundamente humana. Si no salimos de la trampa de un poder divino para hacer
milagros, nunca entenderemos el verdadero mensaje del evangelio. Jesús libera,
humaniza porque trata humanamente a los demás. De ese modo les devuelve la
capacidad de ser humanos.
Sintiendo lástima. La
devaluación del significado de la palabra “amor” nos obliga a buscar un
concepto más adecuado para expresar esa realidad. En el NT, ‘compasivo’ se dice
solo de Dios y de Jesús. La acción de Dios manifestada a través de los
sentimientos humanos. La compasión era ya una de las cualidades de Dios en el
AT. Jesús la hace suya en toda su trayectoria. Es una demostración de que para
llegar a lo divino no hay que destruir lo humano. La compasión es la forma más
humana de manifestar el amor.
Le tocó. El significado del
verbo griego aptw no es en primer lugar tocar, sino sujetar, atar, enlazar.
Este significado nos acerca más a la manera de actuar de Jesús. Quiere decir
que no solo le tocó un instante, sino que mantuvo esa postura durante un
tiempo. Había que traducirlo por ‘le dio un apretón de manos’ o le abrazó. Teniendo
en cuenta lo que acabamos de decir de la lepra, podemos comprender el profundo
significado del gesto, suficiente, por sí mismo, para hacer patente la actitud
vital de Jesús. No solo está por encima de la Ley, sino que asume el riesgo de
contraer la lepra.
Quiero... La simplicidad
del diálogo esconde una riqueza de significados: Confianza total del leproso, y
respuesta que no defrauda. No le pide que le cure, sino que le limpie. Por tres
veces se repite el verbo kadarizw limpiar, verbo que significa también liberar.
Nos está lanzando más allá de una simple curación. No solo desaparece la
enfermedad, sino que le restituye en su plena condición humana: Le devuelve su
condición social, y su integración religiosa. Vuelve a sentir la amistad de
Dios, que era el valor supremo para todo buen judío.
Lo echó fuera… y cuando
salió… La segunda parte del relato es de una gran importancia. Se supone que
estaban en un lugar apartado del pueblo, sin embargo, el texto griego dice
literalmente: lo expulsó fuera, y del leproso dice: cuando salió. Una vez más
nos está empujando a una comprensión espiritual. Jesús no quiere que continúe
junto a él y lo despide inmediatamente; eso sí, con el encargo de no contarlo y
de presentarse ante el sacerdote. Una vez más, manifiesta Marcos el peligro de
que las acciones de Jesús en favor del marginado fueran mal interpretadas.
¡Qué curioso! Jesús acaba
de saltarse la Ley a la torera, pero exige al leproso que cumpla lo mandado por
Moisés. Hay que estar muy atento para descubrir el significado. Jesús no está
nunca contra la Ley, sino contra las injusticias y tropelías que se cometían en
nombre de la Ley. Él mismo tuvo que defenderse: “no he venido a abolir la Ley,
sino a darle plenitud”. Jesús se salta la Ley cuando le impide estar a favor del
hombre. Presentarse al sacerdote era el único modo que tenía el leproso de
recuperar su estatus social.
El evangelio nos dice que
las consecuencias de la proclamación del hecho fueron nefastas para Jesús. Si
había tocado a un leproso, él mismo se había convertido en apestado. Y no podía
ya entrar abiertamente en ningún pueblo. Las consecuencias de la divulgación
del hecho podían también ser nefastas para el leproso. Era el sacerdote el
único que podía declarar puro al contagiado. Los sacerdotes podían ponerle
dificultades si tenían conocimiento de cómo se había producido la curación.
La lepra producía exclusión
porque la sociedad era incapaz de protegerse de ella por otros medios. Hoy la
sociedad sigue creando marginación por la misma razón, no encuentra los cauces
adecuados para superar los peligros que algunas conductas sociales suponen para
los instalados. No somos todavía capaces de hacer frente a esos peligros con
actitudes humanas. A veces se toman medidas para aliviar la situación de los
marginados, pero teniendo mucho cuidado de no cambiar la situación que
supondría perder privilegios.
Jesús se pone al servicio
del hombre sin condiciones. Lo que tenemos que hacer es servir a los demás como
hace Jesús. Dios no tiene nada que ver con la injusticia, ni siquiera cuando
está amparada por la ley humana o divina. Jesús se salta a la torera la Ley,
tocando al leproso. Ninguna ley humana, sea religiosa, sea civil, puede tener
valor absoluto. Lo único absoluto es el bien del hombre. Pero para la mayoría
de los cristianos sigue siendo más importante el cumplimiento de la ley, que el
acercamiento al marginado.
No creo que haya uno solo
de nosotros que no se haya sentido leproso y excluido por Dios. El pecado es la
lepra del espíritu, que es mucho más dañina que la del cuerpo. Es un
contrasentido que, en nombre de Dios, nos hayan separado de Dios. El evangelio
de Jesús es sobre todo buena noticia. El Dios de Jesús es Padre porque es
Ágape. De Él, nadie se tiene que sentir apartado. La experiencia de ser
aceptado por Dios es el primer paso para no excluir a los demás. Pero si
partimos de la idea de un Dios que excluye, encontraremos mil razones para
excluir en su nombre. Es lo que hoy seguimos haciendo.
Seguimos aferrados a la
idea de que la impureza se contagia, pero el evangelio nos está diciendo que la
pureza, el amor, la libertad, la salud, la alegría de vivir, también pueden
contagiarse. Este paso tendríamos que dar si de verdad somos cristianos.
Seguimos justificando demasiados casos de marginación bajo pretexto de
permanecer puros. ¡Cuántas leyes deberíamos saltarnos hoy para ayudar a todos los
marginados a reintegrarse en la sociedad y permitirles volver a sentirse seres
humanos! Tratar a todos con humanidad sería el primer paso para integrarlos en
una sociedad más justa.
Meditación
Si quieres
puedes descubrir que estás limpio.
Estás capacitado
para el don de ti mismo.
El otro hace
saltar en ti la chispa de lo eterno.
Solo el otro
puede completar tu absoluto.
Supera tu
egoísmo
y encontrarás la
esencia de lo humano.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/