Punto:
El perdón y la reconciliación frente a
las crisis en el matrimonio.
Frase:
“La
familia basada en el matrimonio del hombre y la mujer es un lugar
magnífico e insustituible para el amor personal que transmite la vida […].
La pareja y la vida en el matrimonio no son realidades abstractas,
permanecen imperfectas y vulnerables. Por eso, es siempre necesaria la
voluntad de convertirse, de perdonar y de volver a empezar. Nuestra
responsabilidad, como pastores, es preocuparnos por la vida de la familia”. (XIV Asamblea General Ordinaria.
Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco).
Contexto:
La palabra perdón significa cancelar
una deuda. A través del sacrificio de Cristo en la cruz, Dios ofrece perdón a
todos los creyentes. Como Él nos ha perdonado, nos pide que también perdonemos
a otros.
El perdón, según el ejemplo de Cristo,
es un gran ideal que sólo se puede alcanzar por la gracia de Dios.
§
El
perdón evita que crezca la amargura, que siga dañándose la relación y a las
personas involucradas.
§
El
perdón es parte de la naturaleza de Dios: Él es paciente, piadoso,
misericordioso y está dispuesto a perdonar.
§
Dios
quiere que nos perdonemos unos a otros, recordando que también Cristo nos
perdonó a nosotros.
Experiencia:
Al negarnos a perdonar, al guardar
rencor o dar lugar a la amargura y al odio, nos exponemos a consecuencias
graves. I Juan 3:15-16 : “Todo aquel
que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida
eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida
por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.”
Reflexión:
El misterio de la creación de la vida
en la Tierra nos colma de alegría y admiración. La familia, fundada sobre el
matrimonio entre el hombre y la mujer, es el lugar magnífico e insustituible
del amor personal que transmite la vida. El amor no se reduce a la ilusión del
momento, no es un fin en sí mismo, sino que busca la fiabilidad de un “tú”
personal, que busca prolongarse en el tiempo, hasta la muerte a través de una
promesa recíproca que se mantiene en la prosperidad y en la adversidad.
“La
pareja y la vida en el matrimonio no son realidades ideales, son realidades
imperfectas y vulnerables. Por eso siempre es necesaria la voluntad de
convertirse, perdonar y volver a empezar. Nuestra responsabilidad como
Pastores, es preocuparnos por la vida de las familias. Deseamos escuchar su
realidad de vida y sus desafíos, y acompañarlas con la mirada amorosa del
Evangelio dándoles fuerza y ayudándolas a comprender su misión hoy. Con corazón
sincero, queremos también compartir sus preocupaciones, infundiéndoles el valor
y la esperanza que vienen de la misericordia de Dios”. (XIV Asamblea
General Ordinaria. Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco. I Parte. La
Iglesia a la escucha de la familia).
“Se
ha visto en la capacidad de perdonar y perdonarse no sólo una manera de evitar
las divisiones en familia, sino también una aportación a la sociedad, para que
sea menos malvada y cruel. Por eso deseó que en el Jubileo Extraordinario de la
Misericordia las familias descubran de nuevo el tesoro del perdón recíproco y
rogó a la Virgen que nos ayude a vivir cada vez más la experiencia del perdón y
de la reconciliación, dado que las familias cristianas pueden hacer mucho por
la sociedad y por la Iglesia”. (Iglesia.org.
Noticias 4/11/2015 “Que las familias redescubran el tesoro del perdón
recíproco”).
En el Sínodo de la familia “No hay
condenas sino un mensaje de esperanza para quienes se deciden a formar una
familia, y quienes están afrontando los obstáculos de ese camino.
Se pide que se cuente con las mujeres
en los procesos decisionales de la Iglesia; que los padres de familia no
renuncien a proteger a su familia; que se cuente más con los abuelos y que las
asociaciones trabajen para que se armonice el tiempo dedicado al trabajo y el
que se dedica a la familia”.
Hoy quisiera centrarme en la familia
como ámbito para aprender a vivir el don y el perdón recíproco, sin el cual
ningún amor puede ser duradero. Lo rezamos siempre en el Padre Nuestro: Perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No se
puede vivir sin perdonarse, o al menos no se puede vivir bien, especialmente en
familia. Todos los días de una u otra manera nos hacemos daño. Pero lo que se
nos pide es curar inmediatamente las heridas que nos causamos y restaurar los
vínculos que se han dañado. Si esperamos demasiado, todo es más difícil. Y hay
un remedio muy simple: no dejar que termine el día sin pedir disculpas, sin
hacer las paces, de los padres entre sí y de los padres con los hijos, también
entre los hermanos. Y para esto no hace falta un gran discurso, basta una
palmada y ya está. De esta manera el matrimonio y la familia se hacen una casa
más sólida, resistente a nuestras pequeñas y grandes fechorías. (Papa
Francisco. “Que las familias redescubran el tesoro del perdón recíproco”).
El Sínodo ha visto en la capacidad de
perdonar y perdonarse no sólo una manera de evitar las divisiones en familia,
sino también una aportación a la sociedad, para que sea menos mala y menos
cruel. Ciertamente, las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad
y por la Iglesia. Por eso deseo que en el Jubileo Extraordinario de la
Misericordia las familias descubran de nuevo el tesoro del perdón recíproco.
(Papa Francisco. “Que las familias redescubran el tesoro del perdón
recíproco”).
Acción:
Ante una ofensa podemos reaccionar de
distintas maneras:
- Ante una ofensa, te invito a pensar un momento antes de actuar, para que decidas lo que es mejor para tu crecimiento personal, para tu salud y para unas buenas relaciones fraternas.
- Perdonar nos ayuda a crecer, significa actuar a favor de las personas, empezando por nosotros. Perdonar es dar otra oportunidad para recuperar la confianza y prepararnos para una posible reconciliación. Es ver al futuro: para que los sentimientos que acompañan los recuerdos de una ofensa, no nos dominen.
- Perdonar nos da herramientas de vida para enfrentar próximas ofensas. Todos tenemos algo de ofensores y algo de ofendidos: guardamos heridas del pasado y las hacemos presentes, por ejemplo, cuando juzgamos, condenamos o criticamos a las personas; nos llenamos de prejuicios que nos impiden verlas como son, solo desde la perspectiva de nuestras heridas. Podemos ejercitar el perdón empezando con las personas que nos han lastimado un poco, después continuar practicando el perdón con aquellos que han causado heridas mayores.
- Tratar de comprender las circunstancias de la otra persona y respetarla, facilita el perdón.
Bibliografía:
- · “El perdón: ¿Qué es? ¿Qué no es? y ¿Cómo se practica?” Apostolic Christian. Counseling and Family Services.
- · Sínodo de los Obispos.
- · Seminario especial de comunidad del perdón a la reconciliación. Elaborado por Manuel Tenjo.