CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
domingo, 31 de enero de 2021
IV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
IV Domingo del Tiempo
Ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 21-28) – 31 de enero de 2021
#Microhomilia
Hernán Quesada SJ
“¡Enseña
de una manera nueva, y con plena autoridad!”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Dicen que un
hombre se lanzó de un avión en su paracaídas y al llegar a tierra quedó colgado
de un árbol, sin poder bajarse. Cuando pasó alguien por allí, el hombre que
pendía del árbol preguntó: “– ¿Podría usted decirme dónde estoy?” “– Desde
luego. Usted está colgado de un árbol”, respondió el transeúnte. El hombre que
colgaba del paracaídas preguntó entonces: “– ¿Es usted sacerdote?” “– Si –
respondió el transeúnte. – ¿Cómo lo supo?” “– Porque lo que usted dice es
verdad, pero no sirve para nada...”.
Esta historia
refleja un tipo de enseñanza contraria a la de Jesús, que enseñaba de una
manera nueva, “con plena autoridad y no como los maestros de la ley”. Enseñar
con autoridad es enseñar de tal manera que se ayude a los demás a encontrar
solución a sus problemas y sentido a sus vidas. No se trata sólo de cosas útiles
y prácticas, sino de un tipo de enseñanza que ayuda a las personas a ser
‘autores/as’ de sus vidas. Esto es lo que significa ‘autoridad’. Por tanto, una
persona que enseña con autoridad no sólo ofrece información sobre los temas que
trata, sino que ayuda a vivir más plenamente la vida, encontrando su sentido
más profundo.
Todos hemos
conocido, a lo largo de nuestra formación, profesores y profesoras que nos han
enseñado cosas de interés e importancia para nuestro crecimiento intelectual, y
los hemos considerado buenos y necesarios. Pero, seguramente, también hemos
tenido algunos maestros y maestras que nos han enseñado a vivir con sentido.
Estos son indispensables. Desgraciadamente, son más escasos y podemos decir que
encontrar un verdadero maestro o una verdadera maestra, es una de las
bendiciones más grandes que Dios nos puede conceder para nuestro crecimiento
como seres humanos. Sin ellos, la vida sería mucho más difícil y los caminos de
este mundo, menos amables.
De igual forma,
podríamos preguntarnos por nuestro papel como docentes. Lo que enseñamos a los
que nos rodean, se parece más al tipo de enseñanza de Jesús, o a la manera de
enseñar del sacerdote de la historia con la que comenzamos. Podemos comunicar
cosas que son verdad, pero que no sirven para nada, o enseñamos haciendo vida
lo que decimos: “Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole: – ¡Cállate y
deja a este hombre! El espíritu impuro hizo que el hombre le diera un ataque, y
gritando con gran fuerza salió de él. Todos se asustaron, y se preguntaban unos
a otros: – ¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, y con plena autoridad!
¡Incluso a los espíritus impuros da órdenes, y lo obedecen!”
Pidamos para que
nuestra forma de enseñar sea como la de Jesús. Llena de autoridad para ayudar a
las personas que tenemos cerca, a crecer y vivir más plenamente, de manera que,
si alguien que cuelga de un árbol en el que se ha enredado su paracaídas, nos
pregunta dónde está, podamos ofrecerle no sólo la información que ya tiene,
sino las coordenadas de su ubicación, de manera que pueda encontrar el rumbo
hacia su propia casa.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
LOS
MÁS DESVALIDOS ANTE EL MAL
José Antonio Pagola
Unos están
recluidos definitivamente en un centro. Otros deambulan por nuestras calles. La
inmensa mayoría vive con su familia. Están entre nosotros, pero apenas suscitan
el interés de nadie. Son los enfermos mentales.
No resulta fácil
penetrar en su mundo de dolor y soledad. Privados, en algún grado, de vida
consciente y afectiva sana, no les resulta fácil convivir. Muchos de ellos son
seres débiles y vulnerables, o viven atormentados por el miedo en una sociedad
que los teme o se desentiende de ellos.
Desde tiempo
inmemorial, un conjunto de prejuicios, miedos y recelos ha ido levantando una
especie de muro invisible entre ese mundo de oscuridad y dolor, y la vida de
quienes nos consideramos «sanos». El enfermo psíquico crea inseguridad, y su
presencia parece siempre peligrosa. Lo más prudente es defender nuestra
«normalidad», recluyéndolos o distanciándolos de nuestro entorno.
Hoy se habla de
la inserción social de estos enfermos y del apoyo terapéutico que puede
significar su integración en la convivencia. Pero todo ello no deja de ser una
bella teoría si no se produce un cambio de actitud ante el enfermo psíquico y
no se ayuda de forma más eficaz a tantas familias que se sienten solas o con
poco apoyo para hacer frente a los problemas que se les vienen encima con la
enfermedad de uno de sus miembros.
Hay familias que
saben cuidar a su ser querido con amor y paciencia, colaborando positivamente
con los médicos. Pero también hay hogares en los que el enfermo resulta una
carga difícil de sobrellevar. Poco a poco, la convivencia se deteriora y toda
la familia va quedando afectada negativamente, favoreciendo a su vez el
empeoramiento del enfermo.
Es una ironía
entonces seguir defendiendo teóricamente la mejor calidad de vida para el
enfermo psíquico, su integración social o el derecho a una atención adecuada a
sus necesidades afectivas, familiares y sociales. Todo esto ha de ser así, pero
para ello es necesaria una ayuda más real a las familias y una colaboración más
estrecha entre los médicos que atienden al enfermo y personas que sepan estar
junto a él desde una relación humana y amistosa.
¿Qué lugar
ocupan estos enfermos en nuestras comunidades cristianas? ¿No son los grandes
olvidados? El evangelio de Marcos subraya de manera especial la atención de
Jesús a «los poseídos por espíritus malignos». Su cercanía a las personas más
indefensas y desvalidas ante el mal siempre será para nosotros una llamada
interpeladora.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
LAS
ENSEÑANZAS DE JESÚS LIBERADO NOS MARCAN EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN
Fray Marcos
Marcos nos narra
el primer día de actividad de Jesús. Como veremos entre este domingo y el
siguiente, fue un día de plena actividad. Naturalmente es un montaje perfecto
para manifestar las intenciones de Jesús al comenzar su vida pública. Su primer
contacto con la gente tiene lugar en la sinagoga, emplazamiento donde se
desenvolvían las relaciones humanas en aquella época. A la sinagoga se iba para
comunicarse con Dios a través de la Ley y la oración. Es un signo de que la
primera intención de Jesús fue enderezar la religiosidad del pueblo. Tanto la
relación con Dios como la relación con las autoridades religiosas no liberaban,
sino que esclavizaban.
Por dos veces en
el relato se hace referencia a la enseñanza de Jesús, pero no se dice nada de
lo que enseña. El domingo pasado había dejado claro que enseñaba la buena
noticia de parte de Dios. No va solo a enseñar, sino a liberar de toda opresión
por medio de su enseñanza. La institución no da la libertad, sino que somete a
la gente por una interpretación de la Ley literal. Se habla de sus obras. Lo
que Jesús hace es liberar a un hombre de un poder opresor. Jesús libera cuando
actúa. La buena noticia que anuncia Marcos es la liberación de la fuerza
opresora de la Ley. Su intención en este relato es que la gente se haga la
pregunta clave: ¿Quién es este hombre? Todo lo que irá desarrollando a lo largo
del evangelio será la respuesta.
Enseñaba como
quien tiene autoridad. La palabra clave es “exousia”. No es nada fácil penetrar
en el verdadero significado de este término. Debemos distinguirlo de “dynamis”.
Esta distinción es relativamente fácil: “Dynamis” sería la fuerza bruta que se
impone a otra fuerza física. “Exousía” sería la capacidad de hacer algo en el
orden jurídico, político, social o moral, siempre en un ámbito interpersonal.
La palabra griega significa, además de autoridad, facultad para hacer algo,
libertad para obrar de una manera determinada. Otra característica de la
“exousía” es que la persona la puede tener por sí misma o recibirla de otro que
se la otorga.
¿Qué quiere
decir el evangelista cuando le aplica a Jesús esa “autoridad”? Se trata de una
autoridad que no se impone, de una potestad que se manifiesta en la entrega, de
una facultad de acción que se pone al servicio de los demás. Sería la misma
autoridad de Dios dándose a todas sus criaturas sin necesitar nada de ninguna
de ellas. El concepto de Dios “Todopoderoso” que exige un sometimiento
absoluto, nos impide entender la exousía de Jesús. Solo desde la experiencia
del Dios-Amor de Jesús podremos entenderla.
Jesús no va a
potenciar la autoridad de la Ley sino a enseñar con su propia autoridad. No se
limita a interpretar lo dicho por otros sino a decir algo nuevo. Jesús enseñaba
con autoridad, porque no hablaba de oídas, sino de su experiencia interior. Trataba
de comunicar a los demás sus descubrimientos sobre Dios y sobre el hombre. Los
letrados del tiempo de Jesús, (y los de todo tiempo) enseñaban lo que habían
aprendido en la Torá. De ella tenían un conocimiento perfecto, y tenían
explicaciones para todo, pero el objetivo de la enseñanza era la misma Ley, no
el bien del hombre. Se quería hacer ver que el objetivo de Dios al exigir los
preceptos era que le dieran gloria a Él, no al hombre.
Les llamó la
atención ver que Jesús hablaba con la mayor sencillez de las cosas de Dios, tal
como él las vivía. Su experiencia le decía que lo único que Dios quería era el
bien del hombre. Que Dios no pretendía nada del ser humano, sino que se ponía
al servicio del hombre sin esperar nada a cambio. Esta manera de ver a Dios y
la Ley no tenía nada que ver con lo que los rabinos enseñaban. Todos los
problemas que tuvo Jesús con las autoridades religiosas se debieron a esto.
Todos los problemas que tienen los místicos y profetas de todos los tiempos con
la autoridad jerárquica responden al mismo planteamiento.
Cállate y sal de
él. Jesús despierta la voz de los sometidos que antes estaban en silencio. La
expulsión del “espíritu inmundo” refleja el planteamiento del evangelio como
una lucha entre el bien y el mal. “Mal” es toda clase de esclavitud que impide
al hombre ser él mismo. Nadie se asombra del “exorcismo”, que era corriente en
aquella época. Lo que les llama la atención es la superioridad que manifiesta
Jesús al hacerlo. Jesús no pronuncia fórmulas mágicas ni hace ningún signo
estrafalario. Simplemente con su palabra obra la curación. Lo que acaban de ver
les suscita la pregunta: ¿Qué es esto?
Hablar con
autoridad hoy sería hablar desde la experiencia personal y no de oídas. Lo
único que hacemos, también hoy, es aprender de memoria una doctrina y unas
normas morales, que después repetimos como papagayos. Eso no puede funcionar.
En religión, la única manera válida de enseñar es la vivencia que se transmite
por ósmosis, no por aprendizaje. Esta es la causa de que nuestra religión sea
hoy completamente artificial y vacía, que no nos compromete a nada porque la
hemos vaciado de todo contenido vivencial. Esta es la razón también de que los
jóvenes no nos hagan puñetero caso cuando les hablamos de Dios.
Espíritu inmundo
sería hoy todo lo que impide una auténtica relación con Dios y con los demás.
Para los rabinos, impuro es el que no cumple la Ley, para Jesús impuro es el
que está oprimido. Fijaos hasta qué punto estamos todos poseídos por un
espíritu inhumano. Esas fuerzas las encontramos tanto en nuestro interior como
en el exterior. Nunca, a través de la historia, ha habido tantas ofertas falsas
de salvación. Una de las tareas más acuciantes del ser humano es descubrir sus
propios demonios; porque solo cuando se desenmascara esa fuerza maléfica, se
estará en condiciones de vencerla. Muchas de las fuerzas que actúan en nombre
de Dios también oprimen, reprimen, comprimen y deprimen al ser humano.
Una importante
tarea en el culto sería descubrir nuestras ataduras y tratar de desembarazarnos
de ellas. Todos estamos poseídos por fuerzas que no nos dejan ser lo que
debiéramos ser. Hoy sigue habiendo mucho diablo suelto que tratan por todos los
medios de que el hombre no alcance su plenitud. La manera de conseguirlo es la
manipulación para que no consiga alcanzar la libertad que le permitiría lograr
su plena humanidad. En el lugar más sagrado para los judíos, Jesús descubre la
impureza. No en el mercado, no en las plazas púbicas. Es muy clara la intención
del evangelista al poner de manifiesto la realidad de la religión.
Nuestra vida
debía ser no un acopio de poder sino de autoridad para ayudar al hombre al
liberarse de sus demonios. Jesús emplea su autoridad, no contra hombre alguno
sino contra las fuerzas que los oprimen. Como individuos, como comunidad y como
Iglesia, estamos siempre tratando de aumentar nuestra autoridad, pero no la que
desplegó Jesús sino la que nos permite creernos superiores a los demás. Si
utilizamos esa autoridad para someterlos a nuestro capricho, aunque sea bajo
pretexto de hacer la voluntad de Dios o de buscar el bien de los demás, estamos
en la antípoda del evangelio.
Todos los seres
humanos necesitamos ayuda para superar nuestros demonios, y todos podemos
ayudar a los demás a superarlos. Es verdad que existe mucho dolor que no
podemos evitar, pero debíamos distinguir entre el dolor y el sufrimiento que
ese dolor puede infligir. Soportar el dolor antes de que alcance la categoría
de sufrimiento sería la tarea decisiva de cada ser humano. Aquí tenemos un margen
increíble para la maduración personal, pero también para desplegar cauces de
ayuda a los demás. Estoy seguro de que las curaciones de Jesús fueron
encaminadas a suprimir el sufrimiento, no el dolor.
Meditación
Toda autoridad
que se ejerce desde el poder viene del diablo.
Solo la
autoridad que da el servicio viene de Dios.
Tu tarea primera
como ser hum ano
es liberarte de
todo lo que te impide ser tú.
La segunda, es
ayudar a los demás a liberarse.
La liberación
nunca está realizada del todo. Si crees que eres libre y no buscas la libertad
es que no tienes conciencia de tus ataduras y vives engañado. Dar por supuesto
que Jesús nos salvó por su muerte en la cruz es engañarnos.
El hombre
siempre será limitación, finitud y carencia. Es en esa perspectiva donde tiene
que desarrollar su existencia. Ni Jesús ni Dios pueden curarnos de nuestra
finitud. Es en ella y a pesar de ella donde tenemos de desplegar nuestra
libertad.
La salvación que
Jesús nos ofrece no es una receta mágica que nos cura de todo mal, sino una
energía que nos ayuda a afrontar la vida desde una perspectiva realista.
Jesús nos libra
de Dios, de la religión de toda idolatría que nos lleve a esperar una
liberación material y exterior de nuestras limitaciones.
Jesús nos libera
de todo mesianismo materialista que pueda saciar nuestra necesidad de
seguridades. Jesús no nos libra de nada, sino que nos invita a liberarnos, no a
ser objetos pasivos de una liberación.
Antes que Marx,
Jesús advirtió que una religión mal entendida era el opio del pueblo.
Fuente: http://feadulta.com/
sábado, 23 de enero de 2021
III Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
III Domingo del Tiempo
Ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 14-20) – 24 de enero de 2021
#microhomilia
#HernanQuezadaSJ
Un año atrás, ¿Que estábamos haciendo? ¿qué
planes teníamos? ¿qué compromisos habíamos hecho? ¿como habíamos diseñado
llenos de seguridad y certeza el futuro?
"Este mundo que vemos es pasajero",
Que verdadera nos resulta esta frase cuando experimentamos lo efímero de nuestras
seguridades y certezas. Como dice el Papa Francisco, esta pandemia dejó al
descubierto nuestras falsas seguridades (FT 7), nos damos cuenta de quién
realmente somos. Ante nuestra desnuda realidad, frágil y dependiente de tantas
cosas de las que nos sosteníamos y con que llenábamos vacíos interiores,
podemos permanecer desolados y quejumbrosos por todo lo que no falta, o podemos
darnos cuenta, podemos "repensar el sentido de nuestra existencia"(FT
33).
Dios no irrumpirá en la libertad, que el
mismo construyó, para salvarnos del mal que nosotros nos organizamos; pero sí
nos inspira y llama a ser con él respuesta.
Dios, nos llama: "Síganme", como a
Simón y Andrés.
Es tiempo de ponernos de pie y decir
"Descúbrenos, Señor, tus caminos". Desde la fe somos valientes,
seremos hombres y mujeres nuevos, que tienen a Dios por cierto.
#FelizDomingo
“Después
que metieron a Juan en la cárcel...”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Benjamín González Buelta, un jesuita que
trabaja actualmente en República Dominicana, y cuyos libros me han inspirado
muchas veces, tiene la gracia de percibir en lo cotidiano los brotes germinales
del reino. Cuando lo conocí, usaba unas gafas gruesas de miope perdido, pero
eso no le impedía reconocer las señales de Dios en la vida ordinaria. Al
comienzo de uno de sus libros, dice lo siguiente: “En los campos de la
República Dominicana crece una hierba que los campesinos llaman «junquillo».
Tiene media docena de hojas alargadas. Por debajo de la tierra se van
extendiendo sus raíces en todas las direcciones, de tal manera que, cuando se
arranca una planta, a los pocos días nace otra al lado. Es imposible
eliminarla. Un día vi echar una capa de asfalto en el patio de una casa para
acabar con el junquillo. Pero, algunos días después, unas hojas pequeñas
empezaron a sacar sus cabezas verdes a través del asfalto negro. ¿Cómo unas
hojas tan frágiles pueden atravesar un asfalto tan duro? ¿Cómo se incuba en el
misterio de la tierra esta vida tan fuerte? (...) Dios crea inagotablemente
vida y libertad en el secreto de la tierra fecunda hasta que llegue la hora y brote la justicia” (Benjamín
González Buelta, Bajar al
Encuentro de Dios. Vida de oración entre los pobres).
El impacto que causó la noticia de que el profeta
Juan había sido encarcelado debió ser muy grande en todos aquellos que fueron
desde muy lejos a bautizarse, al otro lado del Jordán. Grandes multitudes que
escuchaban los bramidos de este hombre vestido con pelo de camello y alimentado
con langostas y miel del monte, quedaban profundamente impresionados;
regresaban a sus aldeas convencidos de que Dios estaba hablando por su medio a
todo el pueblo y que su bautismo debía transformar la vida de todos.
La predicación de Juan,
recogida más ampliamente en el Evangelio de san Lucas, era inquietante, aún
para hoy. Cuando la gente le preguntó: “¿Qué debemos hacer? Juan les contestó:
–El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene ninguno; y el que tenga
comida, compártala con el que no la tiene”. A los que cobraban los impuestos
para Roma le decía: “–No cobren más de lo que deben cobrar. También algunos
soldados le preguntaron: –Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: –No le
quiten nada a nadie, ni con amenazas ni acusándolo de algo que no haya hecho; y
confórmense con su sueldo. (...) De este modo, y con otros muchos consejos,
Juan anunciaba la buena noticia a la gente. Además, reprendió a Herodes, el
gobernante, porque tenía por mujer a Herodías, la esposa de su hermano, y
también por todo lo malo que había hecho; pero Herodes, a todas sus malas
acciones añadió otra: metió a Juan en la cárcel”.
Jesús, que también había ido a bautizarse en el
Jordán, no podía permanecer indiferente ante el encarcelamiento de Juan y se
“fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios. Decía: ‘Ya se
cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y
acepten con fe sus buenas noticias”. Y comenzó a llamar a sus primeros
discípulos para llevar adelante su misión. Los que encarcelaron a Juan pensaron
que con esto se iba a terminar la fiebre del reino, pero lo que hicieron fue
alborotarla más; porque la vida de Dios, como el junquillo, siempre sigue
buscando salidas, aun atravesando el asfalto implacable de la opresión.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
EL PROYECTO DEL REINO DE DIOS
José Antonio Pagola
Se han escrito obras muy importantes para definir
dónde está la «esencia del cristianismo». Sin embargo, para conocer el centro
de la fe cristiana no hay que acudir a ninguna teoría teológica. Lo primero es
captar qué fue para Jesús su objetivo, el centro de su vida, la causa a la que
se dedicó en cuerpo y alma.
Nadie duda hoy de que el evangelio de Marcos lo ha
resumido acertadamente con estas palabras: «El reino de Dios está cerca.
Convertíos y creed esta Buena Noticia». El objetivo de Jesús fue introducir en
el mundo lo que él llamaba «el reino de Dios»: una sociedad estructurada de manera
justa y digna para todos, tal como la quiere Dios.
Cuando Dios reina en el mundo, la humanidad progresa
en justicia, solidaridad, compasión, fraternidad y paz. A esto se dedicó Jesús
con verdadera pasión. Por ello fue perseguido, torturado y ejecutado. «El reino
de Dios» fue lo absoluto para él.
La conclusión es evidente: la fuerza, el motor, el
objetivo, la razón y el sentido último del cristianismo es «el reino de Dios»,
no otra cosa. El criterio para medir la identidad de los cristianos, la verdad
de una espiritualidad o la autenticidad de lo que hace la Iglesia es siempre
«el reino de Dios». Un reino que comienza aquí y alcanza su plenitud en la vida
eterna.
La única manera de mirar la vida como la miraba Jesús,
la única forma de sentir las cosas como las sentía él, el único modo de actuar
como él actuaba, es orientar la vida a construir un mundo más humano. Sin
embargo, muchos cristianos no han oído hablar así del «reino de Dios». Y no
pocos teólogos lo hemos tenido que ir descubriendo poco a poco a lo largo de
nuestra vida.
Una de las «herejías» más graves que se ha ido
introduciendo en el cristianismo es hacer de la Iglesia lo absoluto. Pensar que
la Iglesia es lo central, la realidad ante la cual todo lo demás ha de quedar
subordinado; hacer de la Iglesia el «sustitutivo» del reino de Dios; trabajar
por la Iglesia y preocuparnos de sus problemas, olvidando el sufrimiento que
hay en el mundo y la lucha por una organización más justa de la vida.
No es fácil mantener un cristianismo orientado según el
reino de Dios, pero, cuando se trabaja en esa dirección, la fe se transforma,
se hace más creativa y, sobre todo, más evangélica y humana.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
RECTIFICA TU MANERA DE VER Y TODO CAMBIARÁ
Fray Marcos
Seguimos con el evangelio de Marcos que vamos a leer
durante todo este año. Es el primero que se escribió y tiene aún la frescura de
los comienzos. Es el más conciso. No tiene grandes discursos de Jesús ni cuenta
muchas parábolas. Le interesa sobre todo la vida cotidiana de Jesús. Su actitud
vital para con los pobres y oprimidos es la verdadera salvación. Las curaciones
y la expulsión de demonios, entendidos como liberación, son la clave para
comprender el verdadero mensaje de salvación de este evangelio.
Cuando arrestaron a Juan. Quiere resaltar el
evangelista que Jesús va a continuar la tarea del Bautista, pero a la vez deja
clara la diferencia. ¡Recordad!: Los datos cronológicos no tienen importancia
en la elaboración de un “evangelio”. En el evangelio de Juan, después de haber
narrado el seguimiento de los primeros discípulos, después de contarnos la boda
en Caná, la purificación del templo y el encuentro con Nicodemo, nos dice que
Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea y bautizaba allí, a la vez
que Juan estaba bautizando en otro lugar y dice: “esto ocurrió antes de
arrestar a Juan”.
Llegó Jesús a Galilea. Está claro que el evangelista
quiere desligar la predicación de Jesús de toda connotación oficial. Lejos de
las autoridades religiosas, lejos del templo y de todo lo que significaban
ambas instituciones. Galilea era tierra fronteriza y en gran parte habitada por
gentiles. Esto para un judío era, de entrada, una descalificación, pero tenía
la ventaja de menor control oficial y mayores posibilidades de que la gente le
entendiese.
Se puso a proclamar la “buena noticia” de parte de
Dios. Había empezado él su evangelio diciendo que se trataba de exponer los
orígenes de la “buena noticia de Jesús”. Estos textos son los que dieron origen
a la palabra “evangelio”, cuyo género literario se inaugura con el escrito
atribuido a Marcos. No debemos confundir el concepto de buena noticia con el
que hoy tenemos de evangelio (género literario muy concreto). Por extraño que
parezca, “euangelio” no significa “evangelio”. Hemos caído en un monumental
fraude. Hemos confundido el estuche con la joya que debía contener. Aquí
“euangelio” significa esa estupenda noticia que Jesús descubrió y nos comunicó
de parte de Dios.
Se ha cumplido (colmado) el kairos. En la fiesta de
Año Nuevo, hablamos del significado de “Cronos” y “Kairos”. Aquí el texto dice
kairos, es decir, se trata del tiempo oportuno para hacer algo definitivo. No
es que algún cronos sea especial. Cualquier cronos lo podemos convertir en
kairos si nuestra actitud vital es adecuada. El texto nos está recordando que
todos los kairos se han concentrado en el que ahora está presente.
Está despuntando el Reino de Dios. Esta expresión es
la clave. No se trata de que Dios reine. Se trata de que Dios se haga presente entre
nosotros, gracias a las actitudes de los seres humanos. Jesús hace presente ese
Reino, que es Dios, porque sus relaciones con los demás, basadas en el amor y
la entrega, hacen surgir en cada instante a Dios. Dios es amor, de modo que
está allí donde exista una verdadera empatía y compasión. Ese Reino está ya
presente en Jesús porque fue capaz de eliminar toda injusticia.
¡Cambiad de mentalidad! “Convertíos”, no expresa bien
el sentido del texto griego. ‘metanoeite’ no significa hacer penitencia ni arrepentirse
sino cambiar de mentalidad, pensar de otra manera y afrontar la vida desde otra
perspectiva. Lo que pide Jesús es una manera nueva de ver la realidad que no
tiene por qué partir de una situación depravada. El cambio se exige como
actitud que no de debe abandonarse nunca.
La llamada de los discípulos a continuación les obliga
a hacer su personal cambio de rumbo (metanoya): “Dejan la barca y a su padre y
le siguieron”. Aquí debemos hacer todos un serio examen de conciencia. ¿Cuántas
veces hemos descubierto nuestros fallos y nos hemos conformado con ir a
confesarlos, pero no hemos cambiado el rumbo? ¿De qué puede servir toda esa
parafernalia si continuamos con la misma actitud?
Tened confianza en la buena noticia. La traducción
oficial del griego “pisteuete” nos puede llevar a engaño. No se trata de creer
la noticia sino de confiar en que es buena noticia para nosotros. Tanto en el
AT como en el nuevo, la fe no es el asentimiento a unas verdades, sino la
confianza en una persona. Si la buena noticia que Jesús predica viene de parte
de Dios, podemos tener confianza plena en que es buena.
A la llamada de Jesús que acabamos de comentar,
corresponden las primeras respuestas personales, de parte de unos simples
pescadores sin preparación alguna, que se fiaron y fueron detrás de Jesús. Es
muy significativo que el primer instante de su andadura pública, Jesús cuenta
con personas que le siguen de cerca y están dispuestas a compartir con él su
manera de entender la vida. La comunidad, por muy reducida que sea, es clave
para poder emprender una vida cristiana.
Darse cuenta de que hemos emprendido un camino
equivocado es la única manera de evitarlo. Cada vez que rechazamos un camino
falso, nos estamos acercando al verdadero. Convertirse es rectificar la
dirección para apuntar mejor a la meta. Pecado en el AT era errar el blanco. Da
por supuesto que intentas dar en el blanco, pero te has desviado. Somos flechas
disparadas que tienden a desviase del blanco y que constantemente tienen que
estar contrarrestando esas fuerzas que nos distorsionan.
Convertirse no es abandonar el mal por el bien, porque
el mal y el bien en el ser humano no se pueden separar nunca del todo. Para el
maniqueísmo está todo demasiado claro: Son realidades distintas que deben estar
separadas. Nunca hemos superado esa tentación. La realidad es muy distinta: ni
el bien ni el mal se pueden dar químicamente puros. Siempre que trazamos una
línea divisoria entre el bien y el mal, nos estamos equivocando. Lo que
llamamos mal no tiene entidad propia, es solo ausencia de bien.
El mal (ausencia de perfección) no es un accidente,
sino que pertenece a la misma estructura del hombre. Sin esa limitación, que
hace posible el error, pero que también hace posible el crecimiento, no habría
persona humana. La hondura del misterio del mal está precisamente ahí. Del
mismo mal surge el bien y el mal acompaña siempre al bien. El afán maniqueo de
eliminar el mal a toda costa no tiene nada de evangélico. Dice un proverbio
oriental: si te empeñas en eliminar todos los errores dejarás fuera la verdad.
Con frecuencia necesitamos la advertencia de alguien
que nos saque del error en el que estamos. Aún con la mejor voluntad podemos
estar equivocados. Las mayores barbaridades de la historia de la humanidad se
hicieron en nombre de Dios. Aún con la mejor intención de caminar hacia la
meta, siempre estaremos necesitados de rectificar. Tenemos que aprender de los
errores. Los humanos no tenemos otra manera de crecer.
Meditación
Lo que Jesús nos ha dicho es increíble,
pero cierto.
Dios es amor, don total, absoluto y eterno.
Jesús me invita a experimentar esta
realidad.
Seguirle es entrar en su misma relación con
Dios.
Esa relación hará cambiar mi existencia
y empezaré al verlo todo de otra manera.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
domingo, 17 de enero de 2021
II Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
II Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B (Juan 1, 35-42) – 17 de enero de 2021
Reflexiones:
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
Dios tiene la iniciativa de
llamarnos, de buscarnos. Pero no siempre lo escuchamos, porque estamos
distraídos, confundidos o porque no somos capaces de ir tras él cuando lo
descubrimos. Entonces, aumentamos el ruido de nuestra voz reclamando su
abandono, nuestra confusión y malestar.
Hoy la Palabra nos invita a
mirar y escuchar, a susurrar con disposición: "Habla Señor; tu siervo te
escucha". Cuándo nos disponemos,
descubrimos la voluntad de Dios, entonces somos capaces de irnos con él, de
quedarnos con él y nunca más estar solos.
¿Cuál será la voluntad de
Dios para tu vida? ¿Qué quiere Dios para
ti y de ti? Dios siempre querrá para nosotros lo nuevo, lo bueno, abrirnos los
oídos y la voz para descubrir y anunciar su ley de amor, sus promesas en medio
de nuestro corazón.
Que Dios nos regale la
gracia de exclamar con autenticidad: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad" y que seamos libres y valientes para realizarla.
#FelizDomingo#HernanQuezadaSJ
https://www.facebook.com/hernan.quezada.sj
“¿Qué
están buscando?”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Un vecino encontró a don
Simón en cuatro patas en medio del andén, buscando algo en el piso. «¿Qué andas buscando, buen amigo?». Simón, levantando la mirada como
quien pide ayuda, respondió: «Mi llave. La he perdido». De manera que el buen
vecino se arrodilló allí mismo y los dos se pusieron a buscar la llave perdida.
Al cabo de un buen rato dijo el vecino: «¿Dónde la perdiste?». Don Simón, casi
disculpándose con una voz que salió para adentro, respondió: «En casa».
«¡Santo
Dios! Y, entonces, ¿por qué estamos buscando en plena calle?».
«Porque
aquí hay más luz», fue la respuesta inocente de don Simón (Tomado con algunas
libertades de Anthony de Mello, El Canto del Pájaro).
Es
una verdad bastante obvia, pero estoy convencido de que no sólo es importante
saber qué estamos buscando, sino también tener claro dónde hacerlo; cuando
queremos acercarnos a Dios tenemos que clarificar primero qué es lo que
buscamos, qué es lo que queremos de él; para qué lo invocamos, qué le
pedimos... pero esto no basta; es importante también definir muy bien dónde lo
vamos a buscar; porque puede ser que haya sitios aparentemente iluminados que
nos parecen más idóneos para encontrar a Dios; y, sin embargo, él puede estar
esperándonos en otra parte menos luminosa, como nuestra vida ordinaria y
cotidiana...
Suelo
comenzar la experiencia de los Ejercicios Espirituales proponiéndole a las
personas esta pregunta: «¿Qué están buscando?», porque me parece fundamental
que cada uno establezca su propio encuentro con el Señor aclarándose, para sí
mismo qué es lo que nos lleva a buscarlo. Las motivaciones que se develan ante
nosotros son muy diversas y, muchas veces contradictorias. El milagro que
realiza en esa experiencia es muy sencillo: cuando hemos aclarado lo que
buscamos, cuando decimos que buscamos a Dios, entonces, comienza a concretarse
el lugar en que debemos buscarlo.
Una
pregunta como esta fue la que Jesús le lanzó un día a dos de los discípulos de
Juan el Bautista que lo seguían por el camino: “¿Qué están buscando? Ellos
dijeron: – Maestro, ¿dónde vives?” Una canción de Glenda, una religiosa chilena
que transmite una experiencia muy profunda de Dios a través de su música, tiene
este estribillo que se va repitiendo muchas veces: “Maestro, ¿dónde vives?”
Termina diciendo: “¿Dónde está el Señor? ¿Dónde iré a buscarle? Indícame el
camino”.
La respuesta del Señor fue
“– Vengan a verlo. Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y pasaron con él el
resto del día, porque eran como las cuatro de la tarde”. La Iglesia nos propone
este texto del Evangelio porque quiere suscitar en nosotros el hambre del
encuentro con el Señor y el deseo de saber más de él. Pidámosle en este
comienzo del tiempo ordinario que el Señor quiera mostrarnos dónde vive, de
manera que lo vayamos conociendo cada vez más, para que más le amemos y le
sigamos en nuestras vidas. Lo importante es que no terminemos como don Simón,
buscándolo en otra parte.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
HACERNOS
MÁS CRISTIANOS
José Antonio Pagola
¿Esto
que vivo yo es fe?, ¿cómo se hace uno más creyente?, ¿qué pasos hay que dar?
Son preguntas que escucho con frecuencia a personas que desean hacer un
recorrido interior hacia Jesucristo, pero no saben qué camino seguir. Cada uno
ha de escuchar su propia llamada, pero a todos nos puede hacer bien recordar
cosas esenciales.
Creer
en Jesucristo no es tener una opinión sobre él. Me han hablado muchas veces de
él; tal vez he leído algo sobre su vida; me atrae su personalidad; tengo una
idea de su mensaje. No basta. Si quiero vivir una nueva experiencia de lo que
es creer en Cristo, tengo que movilizar todo mi mundo interior.
Es
muy importante no pensar en Cristo como alguien ausente y lejano. No quedarnos
en el «Niño de Belén», el «Maestro de Galilea» o el «Crucificado del Calvario».
No reducirlo tampoco a una idea o un concepto. Cristo es una «presencia viva»,
alguien que está en nuestra vida y con quien podemos comunicarnos en la
aventura de cada día.
No
pretendas imitarle rápidamente. Antes es mejor penetrar en una comprensión más
íntima de su persona. Dejarnos seducir por su misterio. Captar el Espíritu que
le hace vivir de una manera tan humana. Intuir la fuerza de su amor al ser
humano, su pasión por la vida, su ternura hacia el débil, su confianza total en
la salvación de Dios.
Un
paso decisivo puede ser leer los evangelios para buscar personalmente la verdad
de Jesús. No hace falta saber mucho para entender su mensaje. No es necesario
dominar las técnicas más modernas de interpretación. Lo decisivo es ir al fondo
de esa vida desde mi propia experiencia. Guardar sus palabras dentro del
corazón. Alimentar el gusto de la vida con su fuego.
Leer
el evangelio no es exactamente encontrar «recetas» para vivir. Es otra cosa. Es
experimentar que, viviendo como él, se puede vivir de manera diferente, con
libertad y alegría interiores. Los primeros cristianos vivían con esta idea:
ser cristiano es «revestirse de Cristo», reproducir en nosotros su vida. Esto
es lo esencial. Por eso, cuando dos discípulos preguntan a Jesús: «Maestro,
¿dónde vives?», ¿qué es para ti vivir? Él les responde: «Venid y lo veréis».
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
SOLO
SERÁ CRISTIANO EL QUE VIVA LO QUE VIVIÓ JESÚS
Fray Marcos
Este
2º domingo del tiempo ordinario sigue hablando del comienzo. Juan acaba de
presentar a Jesús como el ‘Cordero de Dios’ que quita el pecado del mundo e
‘Hijo de Dios’. Lo que hemos leído, sigue refiriendo otros títulos: ‘Rabí’,
‘Mesías’. En los que siguen y no vamos a leer, se refiriere a aquel de quien
han hablado la Ley y los Profetas, para terminar diciendo Natanael: Tú eres el
‘Hijo de Dios’, tú eres el ‘Rey de Israel’. Por fin, el mismo Jesús habla del
‘Hijo de Hombre’. Juan hace un despliegue de títulos cristológicos al principio
de su evangelio, para dejar clara la idea que tiene de Jesús. Naturalmente es
una reflexión de una comunidad de finales del s. I. Nada que ver con el
llamamiento de los primeros discípulos en los sinópticos.
No
tiene sentido que nos preguntemos si los primeros discípulos fueron “Andrés y
otro” que siguieron a Jesús en Judea o si Pedro y su hermano fueron llamados
por él junto al lago de Galilea. No me cansaré de repetir que los evangelios no
se proponen decirnos lo que pasó sino comunicarnos verdades teológicas que nos
cuentan con ‘historias’ que pueden hacer referencia a hechos reales o pueden
ser inventadas en su totalidad. En este caso lo importante es que desde el
principio un pequeño grupo siguió a Jesús más o menos de cerca.
Este
es el cordero de Dios. El cordero pascual no tenía valor sacrificial ni
expiatorio. Era símbolo de la liberación de la esclavitud, al recordar la
liberación de Egipto. El que quita el pecado del mundo no es el que carga con
nuestros crímenes, sino el que viene a eliminar la injusticia, la esclavitud.
No viene a impedir que se cometan, sino a evitar que el que la sufra, sea
anulado como persona. En el evangelio de Juan, el único pecado es la opresión.
No solo condena al que oprime, sino que denuncia también la postura del que se
deja oprimir. Esto no lo hemos tenido claro los cristianos, que incluso hemos
predicado el conformismo y la sumisión. Nadie te puede oprimir si no te dejas.
La
frase del Bautista no es suficiente para justificar la decisión de los dos
discípulos. Para entenderlo tenemos que presuponer un conocimiento más profundo
de lo que Jesús es. Si Juan lo conocía es probable que sus discípulos también
hubieran tenido una estrecha relación con él. Antes había dicho que Jesús venía
hacia Juan. Ahora nos dice que Jesús pasaba... Nos está indicando que le
adelanta, que pasa por delante de él. “El que viene detrás de mí...”
Siguieron
a Jesús, indica mucho más que ir detrás de él, como hace un perro siguiendo a
su dueño. “Seguirle” es un término técnico en el evangelio de Juan. Significa
el seguimiento de un discípulo, que va tras las huellas de su maestro, es
decir, que quiere vivir como él vive. “Quiero que también ellos estén conmigo
donde estoy yo” (17,24). Es la manera de vivir de Jesús lo que les interesa. Es
eso lo que él les invita a descubrir.
¿Qué
buscáis? Una relación más profunda solo puede comenzar cuando Jesús se da la
vuelta y les interpela. La pregunta tiene mucha miga. Juan quiere dejar claro
que hay maneras de seguir a Jesús que no son las adecuadas. La pregunta “¿dónde
vives?” aclara la situación; porque no significa el lugar o la casa donde
habita Jesús, sino la actitud vital de éste. La pregunta podría ser: ¿En qué
marco vital te desenvuelves? Porque nosotros queremos entrar en ese ámbito.
Jesús está en la zona de la Vida, en la esfera de lo divino.
No
le preguntan por su doctrina sino por su vida. No responde con un discurso,
sino con una invitación a la experiencia. A esa pregunta no se puede responder
con una dirección de correos. Hay que experimentar lo que Jesús es. ¿Dónde
moras? Es la pregunta fundamental. ¿Qué puede significar Jesús para mí? Nunca
será suficiente la respuesta que otro haya dado. Jesús es algo único e
irrepetible para mí, porque le tengo que ver desde una perspectiva única e
irrepetible, la mía. La respuesta dependerá de lo que yo busque en Jesús.
Venid
y lo veréis. Así podemos entender la frase siguiente: “Vieron dónde (cómo)
vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir con él” (como él). No tiene mucho sentido
la traducción oficial, (y se quedaron con él aquel día), porque el día estaba
terminando, (cuatro de la tarde). Los dos primeros discípulos todavía no tienen
nombre; representan a todos los que intentan pasar al ámbito de lo divino, a la
esfera donde está Jesús.
Serían
las cuatro de la tarde, no es una referencia cronológica, no tendría la menor
importancia. Se trata de la hora en que terminaba un día y comenzaba otro. Es
la hora en que se mataba el cordero pascual y la hora de la muerte de Jesús. Nos
está diciendo que algo está a punto de terminar y algo muy importante está a
punto de comenzar. Se pone en marcha la nueva comunidad, el nuevo pueblo de
Dios que permite la realización cabal del hombre. Es el modelo del itinerario
que debe seguir todo discípulo de Jesús.
Lo
que vieron es tan importante para ellos, que les obliga a comunicarlo a los
demás. Andrés llama a su hermano Simón para que descubra lo mismo. Hablándole
del Mesías (Ungido) hace referencia a la bajada y permanencia del Espíritu
sobre Jesús en el bautismo. Unos versículos después, Felipe encuentra a
Natanael y le dice: hemos encontrado a Jesús. Estas anotaciones tan simples nos
están diciendo cómo se fue formando la nueva comunidad de seguidores.
Fijando
la vista en él. Lo mismo que Juan había fijado la vista en Jesús. Indica una
visión penetrante de la persona. Manifiesta mucho más que una simple visión. Se
trata de un conocimiento profundo e interior. Pedro no dice nada. No ve clara
esa opción que han tomado los otros dos, pero muy pronto va hacer honor al
apodo que le pone Jesús: Cefas, piedra, testarudo; que se convertirá en
fortaleza, una vez que se convenza.
En
la Biblia se describen distintas vocaciones llamativas de personajes famosos.
Eso nos puede llevar a pensar que, si Dios no actúa de esa manera, no hay
vocación. En los relatos bíblicos se nos intenta enseñar, no cómo actúa Dios
sino cómo respondieron ellos a la llamada de Dios. El joven Samuel no tiene
idea de cómo se manifiesta Dios, ni siquiera sabe que es Él quien le llama,
pero cuando lo descubre se abre totalmente a su discurso. Los dos discípulos
buscan en Jesús la manifestación de Dios y la encuentran.
Dios
no llama nunca desde fuera. La vocación de Dios no es nada distinto de mi
propio ser; desde el instante mismo en que empiezo a existir, soy llamado por
Dios para ser lo que mi verdadero ser exige. En lo hondo de mi ser, tengo que
buscar los planos para la construcción de mi existencia. Dios no nos llama en
primer lugar a desempeñar una tarea determinada, sino a una plenitud de ser. No
somos más por hacer esto o aquello sino por cómo lo hacemos.
El
haber restringido la “vocación” a la vida religiosa es un reduccionismo
inaceptable. Cuando definimos ese camino como “camino de perfección” estamos
distorsionando el evangelio. La perfección es un mito que ha engañado a muchos
y desilusionado a todos. Esa perfección, gracias a Dios, no ha existido nunca y
nunca existirá. Mientras seamos humanos, seremos imperfectos, a Dios gracias.
Los “consagrados” constituyen un tanto por ciento mínimo de la Iglesia, pero
son el noventa y nueve por ciento de los declarados “santos”. Algo no funciona.
Meditación
El primer paso en la vida espiritual será la búsqueda.
Aunque no puedes saber lo que vas a encontrar,
tienes que tener bien clara la dirección en la que debes ir.
Debes conocer cómo se desplegó en Jesús lo humano y lo divino,
cómo se identificó plenamente con Dios y con el hombre.
Lo que es Jesús solo lo descubrirás viviendo lo que él vivió.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
domingo, 10 de enero de 2021
sábado, 9 de enero de 2021
Bautismo del Señor
El Bautismo del Señor – Ciclo B (Marcos 1, 7-11) – 10 de enero de 2021
“Tu eres mi Hijo amado, a quien he
elegido”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
¡Qué rápido pasamos del
nacimiento de Jesús a su bautismo en el Jordán! Han pasado dos semanas y el
niño nacido en el Pesebre de Belén, ya aparece como un hombre, hecho y derecho
que decide salir de su casa en Nazaret, dejando atrás su vida de familia, su
oficio de artesano, los sembrados de Naím, los paisajes suaves de Galilea, para
ir al encuentro del profeta Juan que está bautizando al otro lado del río
Jordán, al sur del país. ¿Qué arrebato le dio a Jesús para dejar su vida
tranquila para embarcarse en una aventura que lo llevaría en poco tiempo a la
cruz? ¿Qué sueños llevaba este joven entre pecho y espalda para tomar esta
decisión? No he encontrado mejor explicación para esto que una carta escrita
por un sacerdote español, José Luis Cortés, en la que intenta recrear los
sentimientos de Jesús en este momento de su vida. Es una carta dirigida a la
Virgen María, en la que Jesús explica lo que lo mueve a dejar su casa.
“Querida mamá: Cuando te
despiertes yo ya me habré ido. He querido ahorrarte despedidas. Ya has sufrido
bastante y lo que sufrirás, María. Ahora es de noche, mientras te escribo. El
gato me mira como diciendo: ‘¿Es que no va a poder uno dormir en esta casa
nunca?’. Quiero decirte por qué me voy, por qué te dejo, por qué no me quedo en
el taller haciendo marcos para las puertas y enderezando sillas el resto de mi
vida. Durante treinta años he observado a la gente de nuestro pueblo y he
intentado comprender para qué vivían, para qué se levantaban cada mañana y con
qué esperanza se dormían todas las noches. Juan el de las gaseosas, y con él la
mitad de Nazaret, sueñan con hacerse ricos y creen de verdad que cuantas más
cosas tenga más completos van a ser. El alcalde y los otros ponen el sentido de
sus vidas en conseguir más poder, ser obedecidos por más gente, tener capacidad
para disponer del futuro de los otros hombres. El rabino y sus beatas se han
rendido ya de todo lo que signifique esforzarse por crecer y se disculpan
haciéndolo pasar por voluntad de Dios.
(...) A veces, madre,
cuando llegaba el cartero y sonaba la trompetilla en la plaza del pueblo,
cuando la gente acudía corriendo alrededor, yo me fijaba en esas caras que
esperaban ansiosamente, delirantemente, de cualquier parte y con cualquier
remite, una buena noticia: ¡hubieran dado la mitad de sus vidas porque alguien
les hubiera abierto, desde fuera, un boquete en el cascarón! Me venían ganas de
ponerme en medio y gritarles: ‘¡La noticia buena ya ha llegado! ¡El reino de
Dios está dentro de ustedes! ¡Las mejores cartas les van a llegar de dentro!
¿Por qué se repiten que están cojos si resulta que Dios les ha dado piernas de
gacela? Yo me siento prendido por la plenitud de la vida, María. Yo me descubro
encendido en un fuego que me lleva y me hace contarles a los hombres noticias
simples y hermosas que ningún periódico dice nunca [Y si alguien las llega a
decir, lo censuran]. Y quisiera quemar al mundo con esta llama; que en todos
los rincones hubiera vida, pero vida en abundancia. Ya se que soy un carpintero
sin bachillerato y que apenas he cumplido la edad del poder abrir los labios en
público. No me importaría esperar más, pensarlo más, ser más maduro, ‘hacer mi
síntesis teológica...’ (...) Pero... Hay demasiada infelicidad, mamá, como para
que yo me contente con fabricar hamacas para unos pocos... Demasiados ciegos,
demasiados pobres, demasiada gente para quien el mundo es la blasfemia de Dios.
No se puede creer en Dios en un mundo donde los hombres mueren y no son
felices... a menos que se esté del lado de los que dan la vida para que todo
eso no siga sucediendo; para que el mundo sea como Dios lo pensó (...).” (J.L.
Cortés, Un Señor como Dios manda).
Jesús tuvo el valor
necesario para seguir el camino que Dios le señalaba; su vocación fue ser hijo
amado de Dios y hermano de todos los hombres y las mujeres que compartimos su
misma vocación. Eso significó el bautismo de Jesús y eso significa nuestro
propio bautismo.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
EL CAMINO ABIERTO POR JESÚS
José Antonio Pagola
No pocos cristianos
practicantes entienden su fe solo como una «obligación». Hay un conjunto de
creencias que se «deben» aceptar, aunque uno no conozca su contenido ni sepa el
interés que pueden tener para su vida; hay también un código de leyes que se
«debe» observar, aunque uno no entienda bien tanta exigencia de Dios; hay, por
último, unas prácticas religiosas que se «deben» cumplir, aunque sea de manera
rutinaria.
Esta manera de entender y
vivir la fe genera un tipo de cristiano aburrido, sin deseo de Dios y sin
creatividad ni pasión alguna por contagiar su fe. Basta con «cumplir». Esta
religión no tiene atractivo alguno; se convierte en un peso difícil de
soportar; a no pocos les produce alergia. No andaba descaminada Simone Weil
cuando escribía que «donde falta el deseo de encontrarse con Dios, allí no hay
creyentes, sino pobres caricaturas de personas que se dirigen a Dios por miedo
o por interés».
En las primeras comunidades
cristianas se vivieron las cosas de otra manera. La fe cristiana no era
entendida como un «sistema religioso». Lo llamaban «camino» y lo proponían como
la vía más acertada para vivir con sentido y esperanza. Se dice que es un
«camino nuevo y vivo» que «ha sido inaugurado por Jesús para nosotros», un
camino que se recorre «con los ojos fijos en él» (Hebreos 10,20; 12,2).
Es de gran importancia
tomar conciencia de que la fe es un recorrido y no un sistema religioso. Y en
un recorrido hay de todo: marcha gozosa y momentos de búsqueda, pruebas que hay
que superar y retrocesos, decisiones ineludibles, dudas e interrogantes. Todo
es parte del camino: también las dudas, que pueden ser más estimulantes que no
pocas certezas y seguridades poseídas de forma rutinaria y simplista.
Cada uno ha de hacer su
propio recorrido. Cada uno es responsable de la «aventura» de su vida. Cada uno
tiene su propio ritmo. No hay que forzar nada. En el camino cristiano hay
etapas: las personas pueden vivir momentos y situaciones diferentes. Lo
importante es «caminar», no detenerse, escuchar la llamada que a todos se nos
hace de vivir de manera más digna y dichosa. Este puede ser el mejor modo de
«preparar el camino del Señor».
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
JESÚS NACE DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU
Fray Marcos
Estamos en el primer domingo
del “tiempo ordinario”, pero no se trata de un cambio radical en la liturgia.
Celebramos hoy una de las tres manifestaciones de Jesús que estuvieron durante
los primeros siglos integradas en la fiesta de la Epifanía. Las dos lecturas
nos preparan para entender el evangelio. Para Marcos, es el comienzo. El relato
es la clave para comprender todo su evangelio. Hay pocas dudas sobre la
historicidad del hecho. Lo narran los tres sinópticos, y Jn, más contundente,
lo da por supuesto.
El bautismo de Jesús es el
primer dato que se puede constatar históricamente por fuentes extra bíblicas.
Es un relato que ningún cristiano se hubiera atrevido a inventar, porque
compromete el altísimo concepto que tuvieron de su maestro. Si no hubieran
creído en su importancia, seguramente se les hubiera olvidado. De ahí también
la necesidad de dejar clara, en todos los relatos, la diferencia entre Jesús y
Juan.
El mensaje teológico que se
quiere trasmitir con el relato del bautismo de Jesús es de los más importantes
de todo el NT. No fue un acto de humildad ni una comedia ante los demás, sino
una actitud de búsqueda de su identidad. Resume toda su vida. Para aceptar este
punto de vista, tenemos que admitir que fue verdadero hombre. Esto no es tan
fácil, a pesar de que un concilio lo definió como dogma de fe. Un hombre al que
hicieron tantas “judiadas” y murió como murió, tiene que obligarnos a aceptar
que fue un hombre.
Los humanos no podemos
aceptar racionalmente que una realidad sea, a la vez, dos cosas contradictorias
entre sí. Desde nuestra racionalidad, no podemos pensar en un ser que es a al
vez hombre y Dios, porque tenemos una idea equivocada de lo que es Dios. Como
no podemos pensar en una bola de billar que sea a la vez, blanca y negra. El
listo de turno nos puede decir que podemos poner la mitad de pigmento blanco y
la mitad negro; pero entonces resultaría una bola gris... Esto es lo que hemos
hecho con Jesús.
A través de la historia del
cristianismo, nos hemos visto “obligados” a pensar a Jesús como hombre,
olvidándonos de lo divino o pensarlo como Dios, olvidándonos de lo humano. En
una palabra, parece que no podemos hacer cristología sin caer en la herejía. Lo
mismo que no podemos hacer teología sin hacernos un ídolo. Tenemos dos salidas:
a) repetir las formulaciones, aceptándolas sin entender ni palabra. b) aparcar
la razón y buscar la vivencia para superara la contradicción: Lo divino y lo
humano ni se mezclan ni se excluyen. En Jesús está la plenitud de la humanidad
y la plenitud de la divinidad.
Si aceptamos que Jesús es
un ser humano, tendremos que admitir una trayectoria humana como sucede en
cualquier hombre. No fue un extraterrestre, sino que tuvo que desarrollarse
hasta alcanzar su plenitud. Desde esta perspectiva, podemos entender lo que
sería para Jesús descubrir a Juan Bautista. Hacía cientos de años que no
aparecían profetas en Israel; es natural que se sintiera atraído por esta
figura y que intentara aprender de él. El hecho de que se bautizara nos lleva
mucho más allá de un encuentro fortuito. Jesús aceptó la predicación de Juan y
se comprometió con ella.
Lo importante no es que
narren lo que pasó, sino el cómo nos lo dicen para que descubramos el sentido
espiritual del relato. La liturgia de hoy lo pone bien de manifiesto. Las tres
lecturas nos hablan del Espíritu. El evangelio, para hablar del Espíritu, tiene
que emplear una imagen sensible: “como una paloma”. No significa que vio una
paloma que bajaba sobre él, como normalmente se entiende y reflejan pinturas
que representan la escena. Oseas 8,1, dice: Como un águila cae el mal sobre la
casa de Israel... Quiere decir que el Espíritu cayó sobre Jesús como un ave se
lanza “en picado” desde lo alto. Recordemos que en la Biblia se dice que el
Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas.
El Espíritu transforma
interiormente a Jesús, y le capacita para llevar a cabo la difícil tarea que le
esperaba. En el AT se ungía al rey para que el Espíritu lo capacitara para su
misión. Nos están hablando del nuevo nacimiento “del agua y del Espíritu”. Lo
que Jesús pide más tarde a Nicodemo lo vivió primero él mismo. “Lo que nace de
la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu”. No se puede concebir
a Jesús sin el Espíritu... Porque nacer de la carne es menos importante que
nacer del Espíritu, lo que estamos celebrando hoy es más importante que lo que
acabamos de celebrar el día de Navidad.
No debemos caer en la
tentación de pensar en fenómenos aparatosos. La manera de narrar el hecho puede
ser una trampa. Ni Espíritu visible, ni voz audible, ni cielo rasgado. Todos
estos fenómenos no son más que imágenes para comunicarnos verdades teológicas
que nos lleven a la comprensión de Jesús. El Espíritu actúa siempre de la misma
manera, silenciosamente, desde dentro, sin ruidos, sin aspavientos, sin
violentar la naturaleza porque actúa siempre de acuerdo con ella. "No
gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará,
la mecha humeante no la apagará". (Isaías)
Aunque no tenemos datos
suficientes para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, los evangelios no
dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación que
desbordó todo lo conocido. Se atreve a llamarle “Abba” (papá); cosa inusitada
en su época. Hace su voluntad: Le escucha siempre. Todo el mensaje de Jesús se
reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su misión fue
que nosotros lleguemos a esa misma experiencia. Toda esa relación de Jesús con
Dios era con un Dios que es Espíritu. En el diálogo con la Samaritana lo dejó
claro. Dios es Espíritu…
Tú eres mi Hijo amado. La
experiencia de ser amado es la base del verdadero amor. La comunicación de
Jesús con su "Abba" fue a través de su ser profundo. Solo a través de
la contemplación, el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lucas,
dice: “y mientras oraba...” El descubrimiento de esa presencia nace
sencillamente de su conciencia de hombre. Dios como creador está en la base de
todo ser, constituyéndolo en ser. Yo soy yo, porque soy de Dios. Todo lo que
tengo de positivo me lo está dando Él. Mi verdadero ser, es el mismo ser de
Dios. Una cosa me diferencia de Dios: mis limitaciones.
El cielo rasgado recuerda
unas palabras de Is: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”. El cielo se había
cerrado. Hacía siglos que Dios no se dejaba oír a través de sus profetas; ahora
se abre. La comunicación entre el cielo y la tierra queda abierta para siempre
por medio de este ser humano que se siente identificado con Dios. Marcos está
transmitiendo el descubrimiento de la vocación de Jesús y su conciencia de
enviado del Padre.
Pedro nos ofrece el modelo:
Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo porque Dios
estaba con él. Dios también está contigo, solo falta que tú respondas como
respondió él. La más importante tarea de tu vida es desplegar tus posibilidades
de ser. Si despliegas solamente tus posibilidades biológicas, habrás
desarrollado solo una parte de ti. Eres también Espíritu y si quieres alcanzar
tu plenitud, tienes que desplegar el Espíritu.
Meditación
El Espíritu no
tiene que venir de ninguna parte.
Ya estaba en él
desde siempre,
como está en
cada uno de nosotros.
Descubrir esa
presencia es nacer del Espíritu.
Lo que nació de
la carne, seguirá siendo carne.
Una vez nacido
del Espíritu, la carne significará muy poco.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/