jueves, 11 de julio de 2013

12 de 31 días con Ignacio



Vacío silencioso

por Becky Eldredge
    Hay ocasiones en nuestra vida de oración en las que sentimos que Dios está ausente, o batallamos para sentir o escuchar a Dios en la oración.  Esos períodos secos de oración son increíblemente difíciles, especialmente cuando se trata de discernir. No es sino hasta que el período seco de oración termina que comprendo el valor de lo que se siente como el silencio de Dios.

    En una conversación alguna vez con mi director espiritual, celebramos el final de un período seco de oración. Mientras comentábamos la sequedad , dije, "fue un vacío silencioso, pero lo fue todo".

   Vacío silencioso fue lo que se sintió mi oración.  Hubo muchos días en los que estaba agradecida tan solo por poder conseguir tranquilizar mi mente. Cuando llegó la tranquilidad, no oí nada de Dios.  No sólo sentí que no podía escuchar a Dios, sino que no sentía a Dios en la oración. Me encontré agitada y enojada con Dios.  Más que nunca, necesitaba oír la voz de Dios.  Más que nunca, necesitaba sentir el tirón fuerte del Espíritu Santo hacia alguna dirección.  No había nada.

   Pero vacío silencioso es todo.  Ahora, mirando atrás, puedo ver que mi deseo de Dios se mantuvo.  Con la ayuda de un director espiritual increíble, me mantuve estable en mi oración. Si bien no sentí o escuché a Dios en la oración, pude mirar mi vida y ver fácilmente la mano activa de Dios trabajando a través de otros y en la naturaleza.  Yo supe que Dios estaba allí conmigo mientras apoyaba a otros y con otros.  Estaba rodeado de frutos de mi oración, signos de la presencia viva de Dios. 

   El vacío silencioso me trajo a un lugar de confianza, un lugar donde experimenté a Dios invitándome y confiándome a discernir y tomar decisiones sin el constante regalo de consolación.  Sólo ahora, de pie en el otro extremo, veo que Dios no estaba del todo quieto; Dios estaba invitándome a experimentar nuestra relación de una manera diferente. Y ese entendimiento significa todo para mí.

Traducción por Chártur (artículo original de LoyolaPress, aquí 

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