domingo, 23 de febrero de 2014

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA

PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 5, 38-48
SALUDOS

“Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto”

Domingo VII del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 5, 38-48) 23 de febrero de 2014

La ley del talión, ‘ojo por ojo y diente por diente’, era, y desgraciadamente sigue siendo, una norma aplicada en las relaciones interpersonales y también entre grupos humanos enfrentados por diferencias de todo tipo. Esta ley termina por destruir a las dos partes y no abre caminos de solución para ninguno de los conflictos que pretende resolver. La propuesta de Jesús de responder al mal con bien, ha tenido muchos seguidores a lo largo de la historia. Uno de los más destacados ha sido el pastor bautista, Martin Luther King, premio Nobel de la paz en 1964, que fue asesinado en abril de 1968. En uno de sus libros, encontramos un programa para vivir lo que podríamos llamar, una espiritualidad de la no violencia, que va en la misma línea del texto evangélico que hoy nos propone la Iglesia. Veamos algunos de los puntos que sugiere este profeta de nuestros tiempos:

“La resistencia no violenta no es un método para cobardes. La no violencia implica resistencia. Si uno recurre a este método por miedo o simplemente porque carece de instrumentos para ejercer violencia, no es verdaderamente no violento. (…) El método es pasivo físicamente, pero muy activo espiritualmente. No se trata de una resistencia pasiva al mal, sino de una resistencia activa no violenta al mismo”.

“Un segundo punto fundamental que caracteriza a la no violencia es que no busca derrotar o humillar al oponente, sino granjearse su amistad y comprensión. El resistente no violento debe expresar con frecuencia su protesta mediante la no cooperación o el boicot, pero no los entiende como fines en sí mismo; son simplemente medios para generar un sentimiento de vergüenza moral en el oponente. El objetivo es la redención y la reconciliación. El resultado de la no violencia es la creación de la comunidad, mientras que el resultado de la violencia es el resentimiento trágico”.

“Una tercera característica de este método es que está dirigido contra las fuerzas del mal en vez de contra personas que hacen el mal. El resistente no violento pretende derrotar el mal, no las personas victimizadas por él”.

“Un cuarto punto que caracteriza la resistencia no violenta es la disposición a aceptar el sufrimiento sin retaliar, a aceptar los golpes del oponente sin responder. Como les decía Gandhi a sus compatriotas, ‘Quizás tengan que correr ríos de sangre antes de que obtengamos nuestra libertad, pero debe ser nuestra sangre”. El resistente no violento está dispuesto a aceptar la violencia si es necesario, pero nunca a utilizarla. (…) El sufrimiento inmerecido es redentor. El resistente no violento entiende que el sufrimiento tiene tremendas potencialidades educativas y transformadoras”.

“Un quinto punto con respecto a la resistencia activa no violenta es que evita no sólo la violencia física externa, sino también la violencia espiritual interna. El resistente no violento no sólo rehúsa dispararle a su oponente, sino también a odiarlo. La base de la no violencia es el principio del amor. El resistente no violento argumentaría que en la lucha por la dignidad humana, los oprimidos del mundo no deben sucumbir a la tentación de amargarse o de participar en campañas de odio. El retaliar de la misma manera sólo intensificaría la existencia del odio en el universo. A lo largo de la vida, alguien debe tener el suficiente sentido común y de moralidad para romper la cadena del odio. Esto sólo puede hacerse proyectando la ética del amor al centro de nuestras vidas”.

Un buen ejemplo de esta espiritualidad no violenta que nos propone Jesús es una historia que trae Anthony de Mello en su libro “Un minuto para el absurdo”: “Dijo un día el maestro: «No estaréis preparados para ‘combatir’ el mal mientras no seáis capaces de ver el bien que produce». Aquello supuso para los discípulos una enorme confusión que el Maestro no intentó siquiera disipar. Al día siguiente les enseñó una oración que había aparecido garabateada en un trozo de papel de estraza hallado en el campo de concentración de Ravensburg: «Acuérdate, Señor, no sólo de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. No recuerdes tan sólo todo el sufrimiento que nos han causado; recuerda también los frutos que hemos dado gracias a ese sufrimiento; la camaradería, la lealtad, la humildad, el valor, la generosidad, la grandeza de ánimo que todo ello ha conseguido inspirar. Y cuando los llames a ellos a juicio, haz que todos esos frutos que hemos dado sirvan para su recompensa y su perdón»” (De MelloUn minuto para el absurdo).

Jesús fue el primero que tuvo el sentido común suficiente, para romper la cadena del odio que significa la ley del talión. Su palabra, que nos invita a orar por nuestros enemigos, se hizo vida cuando, desde la cruz, pidió perdón al Padre por los que lo estaban matando. Eso es llegar a la perfección a la que nos invita el evangelio. También a nosotros se nos invita hoy a vivir inspirados en una ética del amor, para hacernos perfectos, como el Padre celestial es perfecto.


Un saludo cordial.
 
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 16 de febrero de 2014

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 5, 17-37
SALUDOS.

Ustedes han oído que se dijo… pero yo les digo…

Domingo VI del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 5, 17-37) 16 de febrero de 2014

Jesús no vino a suprimir la ley judía, ni las enseñanzas de los profetas de Israel. Jesús vino a llevar esta enseñanza a su plenitud, que es la ley del amor. El texto del evangelio que nos presenta hoy la liturgia, está marcado por esta alternancia entre lo que decía la ley del Antiguo Testamento, y lo que Jesús viene a proponer de parte de Dios y fundamentado solamente en el amor. Se trata de un cambio que no elimina el momento anterior, sino que, conteniéndolo, lo supera. Va mucho más allá de lo que los mismos profetas hubieran querido y más allá de lo que la ley pretendía alcanzar en lo que toca a la regulación de las relaciones entre las personas y con Dios.

Muchos seguidores de Jesús hubieran disfrutado mucho si Jesús hubiera acabado con todo lo pasado. De la misma manera, había muchos otros que hubieran querido un Mesías que no los hiciera cambiar nada de sus tradiciones y costumbres. Conservar todo o cambiarlo todo, son dos extremos que se juntan. Los radicales que no aceptan nada de lo pasado y los radicales que se apegan a las tradiciones porque ‘así se ha hecho siempre’, están hechos con el mismo material dogmático y cerrado.

En la Iglesia de hoy, encontramos también estas dos tendencias que se encontró Jesús en su tiempo. Hay quienes quieren que no les cambien nada de lo que han pensado y hecho toda su vida… y hay otros que quisieran que todo se reformara o se cambiara radicalmente. La propuesta de Jesús es vivir desde la plenitud y la libertad del amor.

En esta perspectiva, quisiera ofrecer hoy una reflexión que me parece muy sugerente. Se trata de un escrito del famoso y polémico teólogo católico, Hans Küng sobre su permanencia en la Iglesia. Cuando fue sancionado por el Vaticano y le suspendieron su cátedra de teología en una universidad católica, había personas que le preguntaban por qué seguía en la Iglesia y por qué no abandonaba su sacerdocio. Su respuesta fue esta:

“En esta situación se escucha la pregunta: ¿por qué sigo en la Iglesia o en el ministerio eclesial? Ya no se puede amenazar correctamente con el infierno. La secularización de la existencia y del saber modernos ha derribado muchas motivaciones sociológicas. Y por otra parte parece que el tiempo de la Iglesia estatal, popular tradicional, toca a su fin. Responder convincentemente a esta pregunta no es fácil. Para un judío o para un musulmán no puede carecer de importancia el hecho de que él nació en esta comunidad, y sigue determinado –lo quiera o no– por ella en forma positiva o negativa (al menos ha sucedido así la mayoría de las veces). Y no da igual mantenerse unido a la familia o bien alejarse de ella por ira o por indiferencia. Lo mismo para un cristiano”.

“Esta es al menos una causa por la que algunos permanecen hoy en la Iglesia e incluso en el ministerio eclesial. Querrían atacar las tradiciones congeladas, que dificultan o imposibilitan ser cristiano. Pero no por ello renuncian a vivir fundados en la gran tradición cristiana y eclesial de veinte siglos. Criticarán instituciones y constituciones eclesiales cuando la felicidad de las personas se inmola en provecho de estas constituciones e instituciones. Pero no quieren renunciar a la necesaria institución o constitución sin la cual no puede vivir a la larga una comunidad de fe”.

“Habiendo asistido a horas mejores, ¿debía yo abandonar el barco en la tempestad y dejar a los demás con los que he navegado hasta ahora que se enfrentarán al viento, extraerán el agua y lucharán por la supervivencia? He recibido demasiado en la comunidad de fe para poder defraudar ahora a aquellos que se han comprometido conmigo. No quisiera alegrar a los enemigos de la renovación, ni avergonzar a los amigos… Pero no renunciaré a la eficacia EN la Iglesia. Las alternativas –otra Iglesia, sin Iglesia– no me convencen: los rompimientos conducen al aislamiento del individuo o a una nueva institucionalización. Cualquier fanatismo lo demuestra. No defiendo en absoluto un cristianismo de selectos que pretenden ser mejores que otros ni tampoco defiendo las utopías eclesiales, que sueñan con una comunidad limpiamente animada por los mismos sentimientos. ¿No sería más emocionante, interesante, exigente –a pesar de todo– y finalmente más reconfortante y fructífero luchar por un «cristianismo con rostro humano» en esta Iglesia concreta, en la que al menos sé con quién me comprometo? ¿No sería mejor una exigencia siempre nueva de responsabilidad, de postura activa, de perseverancia tenaz, de libertad más vivida, de resistencia leal?”

“Mi respuesta decisiva sería: permanezco en la Iglesia porque el asunto de Jesús me ha convencido, y porque la comunidad eclesial en y a pesar de todo fallo ha sido la DEFENSORA DE LA CAUSA DE JESUCRISTO y así debe seguir siendo. La posibilidad efectiva dependerá de que en algún lugar un párroco predique a este Jesús; un catequista enseñe cristianamente; un individuo, una familia o una comunidad recen seriamente, sin frases; de que se haga un bautismo en nombre de Jesucristo; se celebre la Cena de una comunidad comprometida y que tenga consecuencias en lo cotidiano; se prometa misteriosamente por la fuerza de Dios el perdón de los pecados; de que en el servicio divino y en el servicio humano, en la enseñanza y en la pastoral, en la conversación y en la diaconía el Evangelio sea predicado, pre-vivido y post-vivido de verdad. En pocas palabras, se realiza el verdadero seguimiento de Cristo; el «asunto de Jesucristo» es tomado en serio. Por tanto, la Iglesia puede –¿quién lo haría sino ella?– ayudar a los hombres a ser hombres, cristianos, hombres-cristianos, y a seguir siéndolo de hecho: a la luz y en la fuerza de Jesús, poder vivir, actuar, padecer y morir de una forma verdaderamente humana por estar mantenidos desde el principio hasta el fin por Dios, poder comprometerse hasta el fin por Dios, poder comprometerse hasta el fin por los hombres”.

“Está en manos de la Iglesia el modo de superar esta crisis. El programa no falta. ¿Por qué sigo en la Iglesia? Porque de la fe hago ESPERANZA: esperanza de que el programa, es decir, de que el asunto de Jesucristo es más fuerte que todos los abusos que se dan en y con la Iglesia. Por esto vale la pena la decisiva toma de postura EN la Iglesia; por esto vale la pena la toma de posición más concreta en el ministerio eclesial a pesar de todo. No permanezco en la Iglesia AUNQUE sea cristiano: no me tengo por más cristiano que la Iglesia. Sino que permanezco en la Iglesia PORQUE soy cristiano”.

Que estas palabras nos ayuden a reflexionar sobre nuestra apertura al amor que Jesús vino a proponer, para llevar a plenitud la ley y los profetas.


Saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 9 de febrero de 2014

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DEL DÍA DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 5,13-16
SALUDOS

...procuren ustedes que su luz brille delante de la gente.

Domingo V del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 5, 13-16) 9 de febrero de 2014


Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huía rápido con miedo de la feroz predadora y la serpiente al mismo tiempo no desistía. Huyó un día y ella la seguía, dos días y la seguía. Al tercer día, ya sin fuerzas, la Luciérnaga paró y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas? –No acostumbro dar este precedente a nadie, pero como te voy adevorar, puedes preguntar, contestó la serpiente. –¿Pertenezco a tu cadena alimenticia, preguntó laluciérnaga? –No, contestó la serpiente –¿Yo te hice algún mal dijo la luciérnaga? –No, volvió a responder la serpiente – Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo? –Porque no soporto verte brillar.

“Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en lo alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo”. Estas palabras de Jesús son el mensaje que nos regala hoy el Evangelio. Toda una buena noticia que se constituye en una tarea para todos los cristianos.

La sal servía antiguamente para evitar la putrefacción de los alimentos. Incluso, la sal fue para muchas sociedades el elemento que permitió realizar las primeras actividades comerciales de las que se tiene noticia. Hoy en día, en los lugares en los que no hay energía eléctrica y no se cuenta con medios para conservar los alimentos, se sigue teniendo la costumbre de salar las comidas para evitar que se dañen. Con los alimentos salados se podían hacer largos viajes sin perder las provisiones necesarias. La sal, por tanto, da sabor, y evita la descomposición. Sin sal, una sociedad está abocada a la corrupción y a la descomposición de sus miembros y de sus instituciones. Por su parte, la luz ha servido siempre para alumbrar y dar calor al hogar. Alrededor de la luz se reunían y se reúnen las familias para compartir la sabiduría de los mayores. Por esto, la luz también representa el saber necesario para la supervivencia humana. La luz ha señalado también el rumbo de los caminantes en medio de la noche. Una sociedad que pierda la luz, termina perdiendo el saber y el sentido de su marcha hacia el futuro.

El sabor y el saber se convierten en una dualidad fundamental en el camino de la vida, porque vivir es ante todo encontrarle a la vida sentido (luz) y gusto (sal). Es decir, hay que aprender a vivir con saber y con sabor. Si logramos encontrarle a nuestra vida sentido pero no encontramos gusto, viviremos densamente, pero tristes. Si vivimos con gusto, pero sin encontrarle un sentido profundo, viviremos divertidos pero vacíos. Vivir con saber es vivir con sentido, saber por qué se vive. Vivir con sabor es vivir con gusto, encontrar cómo hay que vivir. Y no tenemos que perder de vista que a los corruptos, y a los que no quieren que el mundo encuentre su camino, les molesta la sal y luz. Como la serpiente primordial, hoy también hay quienes no soportan sentir el sabor de la sal ni el resplandor de la luz que estamos llamados a regalarle a la sociedad y a la iglesia.


Un saludo cordial.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana

domingo, 2 de febrero de 2014

LA FRASE DE LA SEMANA

AQUÍ ESTA LA FRASE CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA

PARA LEER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 2, 22-40
SALUDOS

Presentación del Señor

Para la presentación del Niño Jesús al templo (Lucas 2,22-40) (según la ley judía), ...


PARA SABER MÁS: (y entender mejor la palabra del evangelio)

  • LA "PURIFICACIÓN-DE MARÍA  según la ley mosaica (Lev 12, 2-8), la mujer que había dado a luz, estaba 7 días "impura", después del nacimiento de un niño, y 14 días después del nacimiento de una niña. Otros 33 días (o 66 en caso de una niña) no podía abandonar la casa ni tocar ninguna cosa sagrada. A los 40 días (o a los 80) tenía que presentarse la nueva madre al templo de Jerusalén, en el ala este del atrio de las mujeres, donde era de­clarada "pura" por el sacerdote en turno. Con tal ocasión, tenía que entregar al sacerdote, si tenía medios suficientes para ello, un cordero de un añocomo holocausto y un pichón o una tórtola como sacrificio expiato­rio. Quienes por su pobreza no podían pagar el precio de un cordero, debían ofrecer dos tór­tolas o dos pichones.
  • TODO PRIMOGÉNITO VARÓN SERA CONSAGRADO AL SEÑOR según la ley, todo primogénito masculino "de hombre o de animal" era propiedad divina. El primogénito animal tenía que ser ofrecido como sacrifi­cio, el primogénito humano de­bía ser rescatado a la edad de un mes, una vez que, en susti­tución de él, habían sido desig­nados los levitas para el servi­cio del santuario.
  • LUZ QUE ALUMBRA A LAS NACIONES La salvación mesiánica es una luz enviada por Dios a los pue­blos gentiles (paganos), que no sólo les revela la grandeza divina, sino que ilumina tam­bién sus mentes para que la acepten con fe.