“... no acabo de comprender mi conducta, pues no
hago lo que quiero sino lo que aborrezco...
y si no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco, no soy yo quien
lo hace, sino la fuerza del pecado que actúa en mí…” Romanos 8, 15.19-20
INICIO
Para comenzar esta oración, respira lenta y
profundamente para relajarte y encontrar serenidad interior. Se consciente de
la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Pido la gracia que quiero y deseo: “conocimiento de los
engaños del mal y ayuda para de ellos me guarde... conocimiento de la vida
verdadera y gracia para imitar y seguir a Jesús, sumo y verdadero capitán...” [139] para tener la capacidad de reconocer mi propia vulnerabilidad
y alcanzar la gracia de ser puest@ bajo la bandera de Jesús.
MEDITACIÓN
Ignacio le llama Banderas
a los imanes o polos o caminos que me atraen: uno del mal (que me seduce y aleja de Dios) y otro del BIEN (el que me invita a seguir a Jesús).
Es necesario utilizar mis capacidades de memoria, inteligencia y voluntad, para reconocer por donde voy, lo que me atrae
o deseo:
el camino del mal: confusión, dogmatismo, desorden, trampa,
manipulación a través de la escalera de “riquezas, vano honor, soberbia, y de estos
escalones induce a todos los vicios” [142]
el camino del
bien: verdad, paz,
respeto y libertad a la libertad, cuyo tránsito invita a “pobreza (vs riqueza),
oprobios (vs honor) y humildad (vs soberbia) escalones que nos llevan a las
otras virtudes.” [146]
Y así veré en qué he seguido a Jesús y en qué
me he dejado engañar por el mal.
REFLEXIÓN
¿Cuál ha sido la presencia de ambos espíritus
en mi vida y durante esta experiencia de ejercicios?
¿Hay “algo” que ocasionalmente desencadena en
mí dinámicas egoístas que me llevan a un proyecto de muerte, por el camino del mal espíritu?
Me veo con cariño, y escucho cuáles son hoy los anhelos más profundos de mi corazón, y
los obstáculos reales o posibles para alcanzarlos...
COLOQUIO
Cierra la oración con una “platica tierna, amorosa y
confiada” con María, pidiendo ser puesto con el Hijo, bajo su bandera…
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