Domingo III de Adviento – Ciclo B (Juan 1, 6-8.19-28) – 13 de diciembre de 2020
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
El tema de conversación
de todos nosotros son las vacunas. ¿Cuándo van a llegar? ¿Cuántas van a llegar?
¿Cuándo la voy a tener?. Los discursos negacionistas y las fantasías
disminuyen, no caben, porque después de casi un año encerrados y sin poder
abrazarnos y encontrarnos, el anuncio de las vacunas es una promesa que nos
llena de esperanza. Se parece mucho al Adviento. Esperamos y somos sostenidos
por el anuncio, en un acto de fe creemos y nos vacunaremos.
Pero el Adviento es algo
aún más grande, pues la vacuna nos librará del coronavirus, pero no de la
enfermedad espiritual que provoca la desesperanza y la tristeza, para la que la
única vacuna es "el sentido", es decir tener claro para qué vivimos.
Isaías (1a lectura) sabe su "para qué": ...para anunciar, curar,
proclamar, liberar. María acogió EL Proyecto de su vida (Salmo), y Juan el
Bautista sabe quién es y a qué ha venido. El síntoma de tener una vida con
sentido es la alegría y la pasión, "Me alegro en el Señor con toda el
alma", dice Isaías; "Mi espíritu se alegra en Dios", dice María,
y Pablo, nos convoca a vivir siempre alegres y agradecidos.
El Coronavirus nos ha
quitado tanto, pero hemos podido darnos cuenta qué es lo verdaderamente vital e
importante, lo que no ha podido arrebatarnos ni siquiera la muerte; el amor que
tenemos a los que se fueron sigue igual o más fuerte.
¿Con qué te has quedado? ¿Qué te ha sostenido?
¿Para qué estás aquí?
"El que los ha
llamado es fiel y cumplirá su promesa" dice hoy Pablo, "Enderecen el
camino del Señor" llama Juan. Que resuenen fuerte este anuncio y esta
llamada para disponernos a recibir y encontrar, estemos alegres que Dios viene
y llega a hacer brotar lo nuevo.
#FelizDomingo
#Adviento
Fuente: https://twitter.com/hernan_quezada
“Abran
un camino derecho para el Señor”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Cuando visité por primera
vez la vereda Taracué, en el municipio de San Pablo, al sur del departamento de
Bolívar, viajé montado en la parte de atrás de un viejo camión de estacas,
compartiendo el espacio con un buen grupo de niños y niñas, acompañados por sus
padres, los bultos de comida, los barriles de gasolina, las gallinas, la carne
colgada de las barandas. Muy lentamente fuimos recorriendo los quince o veinte
kilómetros que separan la vereda del casco urbano. El camión se balanceaba de
un lado para el otro, sobrepasando los huecos más impresionantes y hasta
algunas quebradas bastante caudalosas.
Recuerdo que, al llegar,
nos explicaron que todavía nos faltaba por recorrer a pie un buen trecho, pues
la carretera estaba todavía en construcción. Caminamos una hora más hasta la
escuela de la vereda, donde nos íbamos a hospedar con mi compañero de misión.
Yo estaba recién ordenado y celebré allí mi primera semana santa en medio de
una comunidad que iba naciendo entre las plantaciones de coca y los grupos
guerrilleros que controlaban la zona.
Algunos meses después,
volvimos a Taracué para celebrar la Navidad y nos encontramos con que la
carretera había avanzado hasta la orilla de la quebrada, de aguas
transparentes, que lleva el mismo nombre de la vereda donde está la escuela.
Los campesinos de la región, a punta de pico y pala, habían abierto la montaña
para que los carros pudieran llegar más cerca de sus casas que, de todos modos,
seguían estando a dos y tres horas de camino. Tuvieron que romper los cerros,
sobrepasar las cimas, construir puentes y rellenar en otros sitios el terreno
para tratar de hacer un camino transitable. Los campesinos nos contaban que en
un recodo del camino tuvieron que luchar a brazo partido con una enorme roca
que les impedía el paso. Sólo cuando consiguieron un poco de dinamita, pudieron
sobrepasar aquella dificultad y terminar el trayecto hasta la quebrada. Hoy
todavía es una carretera que sólo permite el paso de carros con doble tracción
o camiones con mucha fuerza. Y, sobre todo en épocas de lluvia, aunque sigue
conservando el nombre, se parece poco a lo que debería ser una carretera como
Dios manda.
Juan el Bautista anuncia
la llegada del Señor sirviéndose de las palabras del profeta Isaías, que
invitaba a su pueblo a abrir “un camino derecho para el Señor”. El texto de
Isaías sigue diciendo: “Rellenen todas las cañadas, allanen los cerros y las
colinas, conviertan la región quebrada y montañosa en llanura completamente
lisa”. Cada uno de nosotros sabrá qué implicaciones tiene esto en nuestras
relaciones con los demás y con Dios. Qué cañadas tenemos que rellenar, qué
cerros y qué colinas tenemos que allanar, qué puentes tenemos que construir
para permitir que el Señor llegue hasta nosotros.
Este tiempo de Adviento es un tiempo propicio para abrir nuestros caminos, arreglarlos, mejorarlos. Así como los campesinos de la vereda Taracué, al sur de Bolívar, tenemos que prepararnos para que el Señor pueda llegar hasta nosotros y regalarnos con sus dones en esta Navidad. Ojalá no sea necesario usar la dinamita...
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
TESTIGOS
DE LA LUZ –
José Antonio Pagola
Es curioso cómo presenta el
cuarto evangelio la figura del Bautista. Es un «hombre», sin más calificativos
ni precisiones. Nada se nos dice de su origen o condición social. Él mismo sabe
que no es importante. No es el Mesías, no es Elías, ni siquiera es el Profeta
que todos están esperando. Solo se ve a sí mismo como «la voz que grita en el
desierto: Allanad el camino al Señor». Sin embargo, Dios lo envía como «testigo
de la luz», capaz de despertar la fe de todos. Una persona que puede contagiar
luz y vida. ¿Qué es ser testigo de la luz?
El testigo es como Juan. No
se da importancia. No busca ser original ni llamar la atención. No trata de
impactar a nadie. Sencillamente vive su vida de manera convencida. Se le ve que
Dios ilumina su vida. Lo irradia en su manera de vivir y de creer.
El testigo de la luz no
habla mucho, pero es una voz. Vive algo inconfundible. Comunica lo que a él le
hace vivir. No dice cosas sobre Dios, pero contagia «algo». No enseña doctrina
religiosa, pero invita a creer. La vida del testigo atrae y despierta interés.
No culpabiliza a nadie. No condena. Contagia confianza en Dios, libera de
miedos. Abre siempre caminos. Es como el Bautista, «allana el camino al Señor».
El testigo se siente débil
y limitado. Muchas veces comprueba que su fe no encuentra apoyo ni eco social.
Incluso se ve rodeado de indiferencia o rechazo. Pero el testigo de Dios no
juzga a nadie. No ve a los demás como adversarios que hay que combatir o
convencer: Dios sabe cómo encontrarse con cada uno de sus hijos e hijas.
Se dice que el mundo actual
se está convirtiendo en un «desierto», pero el testigo nos revela que algo sabe
de Dios y del amor, algo sabe de la «fuente» y de cómo se calma la sed de
felicidad que hay en el ser humano. La vida está llena de pequeños testigos.
Son creyentes sencillos, humildes, conocidos solo en su entorno. Personas
entrañablemente buenas. Viven desde la verdad y el amor. Ellos nos «allanan el
camino» hacia Dios. Son lo mejor que tenemos en la Iglesia.
Fuente:
http://www.gruposdejesus.com
COMO
JUAN, SOLO SOMOS UN ESPEJO PERO QUE PUEDE REFLEJAR TODA LA LUZ
Fray Marcos
Las lecturas nos invitan a
repensar nuestra condición de criaturas, limitadas, pero con posibilidades
infinitas. El tono es de alegría. La verdadera alegría nace del descubrimiento
de lo que somos en Dios. No solo tenemos derecho a estar alegres, sino que
tenemos la obligación de ser alegres. Puede ser interesante hablar de la
alegría justo en este momento que estamos rodeados de pandemia. ¿Qué alegría
buscamos en esta fiesta?
El primer paso sería
diferenciar el placer y el dolor de la alegría y la tristeza. El placer y el
dolor son mecanismos que la evolución ha desplegado para asegurar nuestra
supervivencia como individuos y como especie. Son respuestas automáticas del
organismo ante lo que es bueno o perjudicial para nuestra biología. Si el
contacto con el fuego no me produjera dolor, me abrasaría sin poner remedio
alguno.
El placer que nos
proporciona la biología no es malo. Pero las necesidades de placer no tienen
límite y nunca quedan satisfechos. Debemos encontrar otro camino para desplegar
una vida feliz. Esa alegría es la clave para alcanzar la felicidad que
permanece en el tiempo. La alegría es un estado que debemos alimentar desde
dentro. Nacerá de un verdadero conocimiento de nuestro ser y de la estructura
de nuestra psicología.
Una alegría que perdure
tiene que estar fundamentada en nuestro ser profundo, no en lo accidental que
podemos tener hoy y perder mañana. No se puede apoyar en la riqueza, en la
fama, en los honores; realidades que vienen de fuera de nosotros mismos. Pero
tampoco se puede apoyar en la salud, en la belleza, en el culto al cuerpo,
porque también esas realidades son efímeras y antes o después las perderemos.
Nuestra principal tarea
como seres humanos es descubrir ese verdadero ser y vivir desde la perspectiva
de su realidad inconmovible. Entonces nuestra alegría será completa y nuestra
felicidad absoluta y duradera. El ser felices, o desgraciados, no depende de
las circunstancias que nos rodean, sino de la manera como cada uno respondemos
a esas influencias de lo externo y de lo interno.
Es probable que el
versículo 6 fuera el principio del evangelio de JN. Muchos libros del AT
comienzan así: “Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba…” Los otros
10 versículos son la continuación del prólogo, y nos narran una misión de los
“judíos”. Da por supuesto que el lector conoce lo que el Bautista hacía en el
desierto de Judea. Empieza con el interrogatorio al que le someten los
enviados. Eran los responsables del orden, por tanto no tiene nada de extraño
que se preocupen por lo que está haciendo.
La pregunta es simple: ¿Tú
quién eres? Existían varias figuras mesiánicas. La principal era el Mesías,
pero también la de un profeta escatológico (como Moisés). La de Elías que
volvería. Juan atrajo mucha gente a oír su predicación y a participar en su
bautismo. La pregunta quería decir: ¿Con cuál de las figuras mesiánicas te
identificas? La respuesta es también sencilla: Con ninguna; No soy el Mesías ni
Elías ni el Profeta. No quedan satisfechos y le exigen que defina su papel. La
respuesta es también simple: Soy una voz.
Allanad el camino al Señor.
Es el grito de todo profeta. Esto es lo que nos dice Jesús por activa y por
pasiva. Lo que debemos tener en cuenta hoy es que “el Señor” no tiene que venir
de fuera sino dejarle surgir desde dentro. Con esta salvedad, esta sugerencia sigue
siendo la clave de toda religiosidad. ¿Cómo conseguirlo? Apartando de nosotros
todo lo que impide esa manifestación de lo divino en nosotros, el egoísmo e
individualismo.
Entonces, ¿por qué
bautizas? No se identifica con ninguno de los personajes previsibles, pero se
siente enviado por Dios. La pregunta lleva en sí una acusación. Es un
usurpador. El hecho de bautizar estaba asociado a una de las tres figuras
anteriores. Consideran su bautismo como un movimiento en contra de las
instituciones. En realidad era un símbolo de liberación de las autoridades.
Yo bautizo con agua. La
justificación de su bautismo es humilde. Se trata de un simple bautismo de
agua. El que ha de venir bautizará en espíritu santo. Esta distinción entre dos
bautismos, agua y Espíritu es típicamente cristiana, se trae a colación para
dejar, una vez más, bien clara la diferencia entre la propuesta de Juan y la
del cristiano.
Entre vosotros hay uno que
no conocéis. El bautista habla de una presencia velada que no es fácil de
descubrir. Es el recuerdo de lo que les costó conocer a Jesús. Esa dificultad
permanece hoy. Incluso los que repetimos como papagayos que Jesús es Hijo de Dios,
no tenemos ni idea de quién es Dios y quién es Jesús. Ni lo tenemos como
referente ni significa nada en nuestras vidas. En el mejor de los casos, lo
único que nos interesa es la doctrina, la moral y los ritos oficiales para
alcanzar una seguridad externa.
Para entender la relación
entre la figura del Bautista y Jesús, es imprescindible que nos acerquemos a la
narración sin prejuicios. Para nosotros, esto no es nada fácil, porque lo que
primero que hemos aprendido de Jesús es que era el Hijo de Dios, o simplemente
que era Dios. Desde esta perspectiva, no podremos entender nada de lo que pasó
en la vida real de Jesús. Este prejuicio distorsiona todo lo que el evangelio
narra. Lucas dice que Jesús crecía en estatura, en conocimiento y en gracia
ante Dios y los hombres.
Jesús desplegó su vida
humana como cualquier otro ser humano. Como hombre, tuvo que aprender y madurar
poco a poco, echando mano de todos los recursos que encontró a su paso. Fue un
hombre inquieto que pasó la vida buscando, tratando de descubrir lo que era en
su ser más profundo. Su experiencia personal le llevó a descubrir dónde estaba
la verdadera salvación del ser humano y entró por ese camino de liberación. Si
no entendemos que Jesús fue plenamente hombre es que no aceptamos la encarnación.
Es comprensible que los
primeros cristianos no se sintieran nada cómodos al admitir la influencia de
Juan Bautista en Jesús. Esta es la razón por la que siempre que hablan de él
los evangelios, hacen referencia al precursor, que no tiene valor por sí mismo,
sino en virtud de la persona que anuncia. A pesar de ellos, tenemos muchos
datos interesantes sobre Juan Bautista. Incluso de fuentes extrabíblicas. El
primer dato histórico sobre Jesús que podemos constatar en fuentes no bíblicas
es el bautismo de Jesús por Juan.
Jesús acepta la propuesta
de Juan, pero no renunció a seguir buscando. Eso le llevó a distanciarse de él,
yendo más allá de él en muchos puntos. Están de acuerdo en que no basta la
pertenencia a un pueblo ni los rituales externos para salvarse. Es necesaria
una actitud interior de apertura a Dios que se traduzca en obras. Juan insiste
en una estrategia para escapar del castigo. En Jesús prevalece una propuesta
definitiva de amor de Dios a todos y enseña la manera de participar del amor,
no solo de escapar de la ira.
Meditación
“No era él la
luz, sino testigo de la luz”.
La luz física
no puede ser percibida directamente.
El ojo ve los
objetos que reflejan la luz que los alcanza.
El ser humano
Jesús, tampoco era la Luz,
pero dejaba
ver con toda claridad la Luz que es Dios.
La Luz te
está alcanzando siempre. ¡Refléjala!
Fray Marcos
Fuente:
http://feadulta.com/
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