Domingo I de Cuaresma – Ciclo A (Mateo 4, 1-11) 5 de mazo de 2017
«Si ya has encontrado a Dios, avísame dónde está,
porque yo llevo muchos años buscándolo y no lo encuentro». La tía Lucía me dejó
caer hace un tiempo esas palabras que quedaron retumbando en mi alma como un
eco sordo al fondo de un abismo... «Avísame dónde está...». Evidentemente,
la frase condicional con la que comenzó fue la que más me inquietó: «Si ya
has encontrado a Dios...». Es bien arriesgado decir que he encontrado a Dios,
pero lo que sí no me da miedo decir es que descubro pistas de su presencia en la Palabra que
ilumina la Vida y que invita a construir Comunidad.
Como la tía Lucía, muchas personas que nos rodean nos piden señales, pruebas,
huellas de Dios en su vida cotidiana. No es que no lo quieran ver; es que no lo
ven por ninguna parte y de verdad están buscando el sentido de sus vidas.
El Señor Jesús, Palabra transparente de Dios
en nuestra historia, conducido por el Espíritu, fue probado en el desierto. Lo
que lo sostuvo, en medio de la tentación, fue el apoyo que encontró en la
Escritura. Tal como lo describe el Evangelio de san Mateo, Jesús dijo ante la
tentación: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de
los labios de Dios» (Mateo 4,4); más adelante añadió: «No pongas a prueba al
Señor tu Dios» (Mateo 4,7); y, por último, dijo; «Adora al Señor tu Dios y
sírvelo sólo a él» (Mateo 4,10). Tres referencias a la Escritura con las que
Jesús supo defenderse de las tentaciones que lo acosaban de muchas formas:
Deseos de lucirse ante los demás haciendo milagros: “Si de veras eres Hijo de
Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes”. Deseos de tener honores
y ser reconocido por los demás: “Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo
(...)”. Deseos de poder y dominación: “Yo te daré todo esto, si te arrodillas y
me adoras”.
¡Cuántas veces sentimos la tentación de tener
el poder de hacer milagrosamente lo que queremos! Como convertir las piedras en
panes... ¡Cuántas veces sentimos la tentación de probar a Dios exigiéndole lo
imposible! Como lanzarse al vacío desde lo alto del templo, esperando que los
ángeles vengan a rescatarnos... ¡Cuántas veces sentimos la tentación dominar a
los demás arrodillándonos ante dioses falsos! Como cuando colocamos el poder,
el tener y el saber por encima del ser mismo de cada persona...
Hay que notar que en la segunda tentación, el
mismo tentador cita la Escritura para presentar al Señor su tentación: “Si de
veras eres Hijo de Díos, tírate abajo; porque la Escritura dice: ‘Dios mandará
que sus ángeles te cuiden. Te levantarán con sus manos para que no tropieces
con piedra alguna”. La habilidad del mal llega a valerse de la Escritura para
poner zancadillas a gente buena. Por eso la invitación del Señor no es a
referirse a la Escritura como arrancando frases de sus contextos literarios, ni
para lanzarlas sin más sobre nuestros contextos existenciales. De lo que se
trata es de saber apoyarnos en su Palabra para desentrañar el
misterio de Dios en el corazón de nuestra propia historia. ¿Cómo vamos a
encontrar a Dios en medio de nuestras vidas si no nos encontramos
cotidianamente con su Palabra? Confío en que esto le haya servido de pista a la
tía Lucía, y a tantas otras personas que buscan sinceramente el sentido de sus
vidas, para que algún día puedan decirme que se han encontrado cara a cara con
Dios.
Hermann Rodríguez Osorio,
S.J.
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