“Jesús, al ver llorar
a María (...) se conmovió profundamente”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
¡Qué fácil resultan las cosas cuando se quiere! Detrás de todo lo
valioso e importante en esta vida, hay historias de amor que no conocemos.
Normalmente, vemos los resultados y nos llenamos de admiración al reconocer la
inmensidad de las obras de hombres y mujeres a lo largo y ancho de este mundo:
Obras de arte, gestas revolucionarias, grandes construcciones, proyectos de
desarrollo, acciones a favor de los demás... Detrás de todo ello había
trabajando un motor inmóvil, un dinamismo creador, salvador y liberador
que no se explica con palabras sino con obras; que no se contenta con los
buenos deseos sino que pasa a las acciones; que no sólo opina sobre lo que debe
cambiar, sino que transforma la realidad: ¡Este motor del mundo, que mueve sin
ser movido, es el amor!
Recordarán ustedes la historia que salió hace unos años en una de las
páginas del calendario del Corazón de Jesús que hablaba de una niña que iba
caminando por un sendero pedregoso llevando a cuestas a su hermanito. “Me quedé
mirándola y le pregunté: –¿Cómo puedes llevar una carga tan
pesada? La niña volvió hacia mí sus ojos llenos de sorpresa y me
respondió: –No es una carga, señor, es mi hermanito".
Por todas partes, en el texto en el que san Juan nos relata la
resurrección de Lázaro, salta a la vista el cariño que Jesús sentía hacia esta
familia de Betania: “tu amigo está enfermo”; “Jesús quería mucho a Marta, a su
hermana y a Lázaro, cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos
días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos: –
Vamos otra vez a Judea”; “Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que
habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se estremeció, y les
preguntó: – ¿Dónde lo sepultaron? Le dijeron: – Ven a verlo Señor. Y Jesús
lloró. Los judíos dijeron entonces: – ¡Miren cuánto lo quería!”. “Jesús, otra
vez conmovido, se acercó a la tumba. Era una cueva, cuya entrada estaba tapada
con una piedra. Jesús dijo: – Quiten la piedra”. Y más adelante, la bella
oración que Jesús dice delante de la tumba de su amigo: “Padre, te doy gracias
porque me has escuchado.. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el
bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado. Después
de decir esto, gritó: – ¡Lázaro, sal de ahí!”
Sólo desde el amor se explica que el Señor Jesús haya querido ir a Judea
donde hacía poco habían tratado de matarlo a pedradas. Sólo desde el amor
pudieron los discípulos decir: “Vamos también nosotros, para morir con él”.
Sólo desde el amor se explica ese bendito grito de Jesús ante la tumba de su
amigo: “¡Lázaro, sal de ahí!” Sólo desde el amor se entiende que “El muerto
salió, con las manos y los pies atados con vendas y la cara envuelta en un
lienzo”.
Si nos dejamos mover por esa fuerza misteriosa del amor que bulle allí
en nuestro interior, daremos vida a los cadáveres y seremos capaces, también
hoy, de asumir nuestra misión estando incluso dispuestos a ‘morir con él’. La
Cuaresma es un tiempo para crecer en este amor que mueve montañas. Vivamos esta
experiencia del amor que Dios nos regala en la persona de Jesús y pidámosle que
seamos capaces de sacar de su tumba a los muertos o por lo menos, sintamos la
fuerza para echarnos al hombro a nuestro hermanito.
UNA PUERTA ABIERTA
José Antonio Pagola
Estamos demasiado atrapados por el «más acá» para preocuparnos del «más
allá». Sometidos a un ritmo de vida que nos aturde y esclaviza, abrumados por
una información asfixiante de noticias y acontecimientos diarios, fascinados
por mil atractivos que el desarrollo técnico pone en nuestras manos, no parece
que necesitemos un horizonte más amplio que «esta vida» en la que nos movemos.
¿Para qué pensar en «otra vida»? ¿No es mejor gastar todas nuestras
fuerzas en organizar lo mejor posible nuestra existencia en este mundo? ¿No
deberíamos esforzarnos al máximo en vivir esta vida de ahora y callarnos respecto
a todo lo demás? ¿No es mejor aceptar la vida con su oscuridad y sus enigmas, y
dejar «el más allá» como un misterio del que nada sabemos?
Sin embargo, el hombre contemporáneo, como el de todas las épocas, sabe
que en el fondo de su ser está latente siempre la pregunta más seria y difícil
de responder: ¿qué va a ser de todos y cada uno de nosotros? Cualquiera que sea
nuestra ideología o nuestra fe, el verdadero problema al que estamos
enfrentados todos es nuestro futuro. ¿Qué final nos espera?
Peter Berger nos ha recordado con profundo realismo que «toda sociedad
humana es, en última instancia, una congregación de hombres frente a la
muerte». Por ello, es ante la muerte precisamente donde aparece con más
claridad «la verdad» de la civilización contemporánea, que, curiosamente, no
sabe qué hacer con ella si no es ocultarla y eludir al máximo su trágico
desafío.
Más honrada parece la postura de personas como Eduardo Chillida, que en
alguna ocasión se expresó en estos términos: «De la muerte, la razón me dice
que es definitiva. De la razón, la razón me dice que es limitada».
Es aquí donde hemos de situar la postura del creyente, que sabe
enfrentarse con realismo y modestia al hecho ineludible de la muerte, pero que
lo hace desde una confianza radical en Cristo resucitado. Una confianza que
difícilmente puede ser entendida «desde fuera» y que solo puede ser vivida por
quien ha escuchado, alguna vez, en el fondo de su ser, las palabras de Jesús:
«Yo soy la resurrección y la vida». ¿Crees esto?
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
YA TENGO LA VERDADERA VIDA AQUÍ Y AHORA
Fray Marcos
Lázaro es un personaje simbólico que nos representa en nuestra condición
de criaturas limitadas, invitadas a superar los límites. Con la misma palabra
“vida”, se hace referencia a conceptos tan diferentes que es difícil
interpretarlos bien. De hecho, se puede dar la muerte en una vida fisiológica
sana y se puede dar la Vida con una salud deteriorada. No podemos tergiversar
el texto hasta hacerle decir lo contrario de lo que quiere decir. Es
indispensable que tratemos de dilucidar de qué Vida y de qué muerte estamos
hablando.
Jesús corrige la concepción tradicional de “resurrección del último
día”, que Marta compartía con los fariseos. Para Jn, el último día es el día de
la muerte de Jesús, en el cual, con el don del Espíritu, la creación del hombre
queda completada. Esta es la fe que Jesús espera de Marta. No se trata de creer
que Jesús puede resucitar muertos. Se trata de aceptar la Vida definitiva que
Jesús posee y puede comunicar al que se adhiere a él. Hoy seguimos con la fe
para el más allá de Marta, que Jesús declara insuficiente.
Ya huele mal. La trágica realidad de la muerte se impone. Marta sigue
pensando que la muerte es el fin. Jesús quiere hacerle ver que no es el fin;
pero también que sin muerte no se puede alcanzar la verdadera Vida. La
muerte sólo deja de ser el horizonte último de la vida cuando se asume y se
traspasa. “Si el grano de trigo no muere...” Nadie puede quedar dispensado de
morir, ni el mismo Jesús. Jesús invita a Nicodemo a nacer de nuevo. Ese
nacimiento es imposible sin morir antes a todo lo que creemos ser.
Meditación
El relato nos invita a pasar de la
muerte a la Vida.
Se trata de la Vida que no termina, la
definitiva.
Es la misma Vida de Dios, comunicada al
hombre.
Es la ÚNICA VIDA que lo inunda todo.
No es algo que Dios nos da o deja de
darnos.
Es Dios comunicándonos su mismo ser.
Su ser es el fundamento de nuestro
verdadero ser.
Jesús nos invita a descubrir y a vivir
esa realidad.
Para profundizar
Todo discurso sobre Dios es analógico
Entendido literalmente, te llevará al
absurdo (piensa en el credo)
“VIDA”, la gran metáfora para tocar al
Dios incognoscible
La vida biológica es pálido reflejo de
la que a Dios atañe
Confundirlas es arruinar el gigantesco
esfuerzo
Con todo, sigue siendo metáfora de
aquella Realidad que no abarcamos
La VIDA no es un ser, es movimiento,
manifestado en borbotones múltiples
Sin que podamos adivinar su esencia,
esa VIDA nos lanza al infinito
La VIDA (Dios) es total, sin fronteras
y puede dar sentido a mi efímera vida
Ni la vida biológica de Jesús ni la de
Lázaro merecerían atención alguna
Si no estuviera en juego la otra VIDA
Se trata de la misma VIDA de Dios que
es absoluta
A la que ni la muerte puede afectar en
nada
El texto quiere decir que estará
siempre en el vivo y el muerto
El relato habla de mí, que vivo en la
materia,
Para que me esfuerce por descubrir la
VIDA,
Creer en Jesús es hacer mía esa VIDA
Y asegurar la eternidad desde este
instante.
La palabra “resurrección” nos traicionó
en seguida.
Era una metáfora radical y profunda
Y la tomamos en sentido literal
biológico.
Así nos alejamos del mensaje pascual
Y nos enfrascamos en la visión carnal
del acontecimiento.
Lázaro muerto vive en la auténtica VIDA
Jesús crucificado vive en la VIDA de
Dios
Que siempre desplego en su vida caduca.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
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