La Epifanía del Señor
– Ciclo A (Mateo 2, 1-12) 5 de enero de 2020
Hermann Rodríguez Osorio, S.J. - “(...) regresaron a su tierra por otro
camino”
Había un ciego sentado en el camino, con una lata vacía a sus pies y un
pedazo de cartón que decía: "Por favor ayúdeme, soy ciego".
Un poeta que pasaba frente a él, se detuvo y vio unas pocas monedas dentro de
la lata. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta y escribió otro
anuncio. Volvió a poner el pedazo de cartón sobre los pies del ciego
y siguió su camino. Por la tarde el poeta volvió a pasar frente al ciego que
pedía limosna, y vio que su lata estaba llena de
billetes y monedas. El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había
sido él quien reescribió su cartel y sobre todo, qué había puesto. El poeta le
contestó: “Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero
con otras palabras". Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca
lo supo, pero su nuevo cartel decía: "Hoy es primavera, y no puedo
verla".
Esta historia nos invita a reemprender el año nuevo por otro camino,
como hicieron los sabios del Oriente de los que nos habla hoy la liturgia de la
Palabra: “Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo
en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces unos sabios del Oriente
que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron: ‘–¿Dónde está el
rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos salir su estrella y hemos venido a
adorarlo. El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les pasó a
todos los habitantes de Jerusalén. Mandó el rey llamar a todos los jefes de los
sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el
Mesías. Ellos le dijeron: –En Belén de Judea (...)”.
Luego el rey Herodes informó de esto a los sabios del Oriente y los
mandó a Belén para que averiguaran todo lo que pudieran acerca del niño, y les
pidió que al regresar, le avisaran para ir él también a rendirle homenaje. Con
las indicaciones del rey, los sabios llegaron al lugar donde estaba el niño.
Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y arrodillándose le
rindieron homenaje. Le hicieron regalos y después, “advertidos en sueños de que
no debían volver a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro
camino”.
Después del encuentro con el Niño Jesús, nacido en un pesebre para
nuestra salvación, no deberíamos regresar a nuestra tierra por el mismo camino
por el que vinimos. Reemprender un camino nuevo es lo que debería caracterizar
el comienzo del año. Y este cambio de estrategia, debería ser creativo,
buscando alternativas desconocidas y nuevas para afrontar los retos que nos
presenta la realidad en la que vivimos. La creatividad no está en decir o hacer
cosas raras o extraordinarias, sino en saber decir y hacer lo mismo, con otras
palabras, de manera que el resultado sea mejor. Por eso, digamos: "Hoy
es primavera, y no puedo verla".
José Antonio Pagola – APRENDER A
ADORAR A DIOS
Hoy se habla mucho de crisis de fe, pero apenas se dice algo sobre la
crisis del sentimiento religioso. Y, sin embargo, como apunta algún teólogo, el
drama del hombre contemporáneo no es, tal vez, su incapacidad para creer, sino
su dificultad para sentir a Dios como Dios. Incluso los mismos que se dicen
creyentes parecen estar perdiendo capacidad para vivir ciertas actitudes
religiosas ante Dios.
Un ejemplo claro es la dificultad para adorarlo. En tiempos no muy
lejanos parecía fácil sentir reverencia y adoración ante la inmensidad y el
misterio insondable de Dios. Es más difícil hoy adorar a quien hemos reducido a
un ser extraño, incómodo y superfluo.
Para adorar a Dios es necesario sentirnos criaturas, infinitamente
pequeñas ante él, pero infinitamente amadas por él; admirar su grandeza
insondable y gustar su presencia cercana y amorosa que envuelve todo nuestro
ser. La adoración es admiración. Es amor y entrega. Es rendir nuestro ser a
Dios y quedarnos en silencio agradecido y gozoso ante él, admirando su misterio
desde nuestra pequeñez.
Nuestra dificultad para adorar proviene de raíces diversas. Quien vive
aturdido interiormente por toda clase de ruidos y zarandeado por mil
impresiones pasajeras, sin detenerse nunca ante lo esencial, difícilmente
encontrará «el rostro adorable» de Dios.
Por otra parte, para adorar a Dios es necesario detenerse ante el
misterio del mundo y saber mirarlo con amor. Quien mira la vida amorosamente
hasta el fondo comenzará a vislumbrar las huellas de Dios antes de lo que
sospecha.
Solo Dios es adorable. Ni las cosas más valiosas ni las personas más
amadas son dignas de ser adoradas como él. Por eso solo quien es libre
interiormente puede adorar a Dios de verdad.
Esta adoración a Dios no aleja del compromiso. Quien adora a Dios lucha
contra todo lo que destruye al ser humano, que es su «imagen sagrada». Quien
adora al Creador respeta y defiende su creación. Están íntimamente unidas
adoración y solidaridad, adoración y ecología. Se entienden las palabras del
gran científico y místico Teilhard de Chardin: «Cuanto más hombre se haga el
hombre, más experimentará la necesidad de adorar».
El relato de los magos nos ofrece un modelo de auténtica adoración.
Estos sabios saben mirar el cosmos hasta el fondo, captar signos, acercarse al
Misterio y ofrecer su humilde homenaje a ese Dios encarnado en nuestra
existencia.
Fray Marcos - DIOS SE ESTÁ
MANIFESTANDO SIEMPRE Y A TODOS
Epifanía (epifaneia) significa manifestaciones. En el origen
significó la primera luz que aparece en el horizonte antes de salir el sol. Esa
luz se tomó como símbolo de la iluminación espiritual en todas las religiones;
por eso la luz viene siempre de oriente. Toda manifestación de Dios tiene que
ser universal. Dios no puede tener ni privilegios ni exclusivismos. No estamos
celebrando la fecha de un acontecimiento. Sino la realidad de lo que es Dios y
la inmensa alegría de poder descubrirle. La inmensa mayoría de los fieles siguen
pensando en una historia real. Es una narración fantástica que ni siquiera es
original del cristianismo. En otras muchas culturas se habla de estrella que
anuncia el nacimiento de un gran hombre; de tiranos que persiguen a un niño que
va a ser un salvador para su pueblo; de inocentes que mueren para salvar al
escogido; etc., etc.
La Natividad de Jesús se celebró el 6
de Enero en toda la Iglesia durante varios siglos. Más tarde en Occidente se
comenzó a celebrar el 25 de Diciembre, para suplantar la fiesta pagana del sol.
En Oriente se sigue celebrando la Navidad el día 6 de Enero. Al celebrarse en
occidente la Natividad de Jesús el 25 de Diciembre, se reservó la fecha del 6
de Enero para celebrar las Epifanías, que incluían otras dos fiestas, el Bautismo
del Señor y las Bodas de Caná, que hoy celebramos separadas.
Dejemos bien claro, desde el principio,
que cuando nació Jesús no pasó absolutamente nada fuera de lo normal. Todo el
relato se desarrolla en un lenguaje específicamente mateano. Se trata de dejar
claro que los de cerca rechazan de plano a Jesús por lo que significa, y los de
lejos lo buscan y lo aceptan como lo que es: la luz que viene a iluminar a
todos.
A través de los siglos se ha ido
adornando el relato con afirmaciones que no están en el texto, pero que hoy
todo el mundo cree a pies juntillas. El relato no dice que eran tres. Mucho
menos sus nombres. Ni dice que eran reyes. Ni “Mago” tiene, para nada, el
significado que hoy damos a la palabra mago. En su origen el termino magoi significaba
un miembro de la casta sacerdotal persa. Más tarde designó a otros
representantes de la teología, de la filosofía y de la astronomía. Según el
texto, los “magos” son unos paganos que, orientados por signos extraordinarios
que solo ellos saben interpretar, llegan a descubrir a Jesús. Mt nos está
advirtiendo de la llamada a todos los hombres a descubrirle.
Los intentos que se han hecho, a través
de la historia, de encontrar un fenómeno celeste que explicara la estrella, no
merecen mayor comentario. Ni cometa ni estrella ni conjunción de astros tiene
sentido alguno, porque se trata de un relato simbólico. Una estrella no puede
pararse “encima de donde estaba el niño”. Pero desde el punto de vista
teológico, sí es relevante que el signo de la presencia de Dios se detenga en
el lugar donde se encuentra Jesús: nos está recordando que al que busca de
verdad, Dios le guía y terminará encontrando lo que busca.
También queda la historia fuera de toda
lógica cuando nos dice que se sobresaltó toda Jerusalén con Herodes. Herodes
era odiado por todos los judíos. El anuncio de un rey distinto solo podía
provocar alegría entre los habitantes de Jerusalén. Pero Mt está pensando en la
Jerusalén que dio muerte a Jesús. Para Mt el rechazo de los judíos no es cosa
del último momento, sino constante y anterior a cualquier manifestación de
Jesús. A pesar de la estrategia de Herodes para deshacerse del Niño, Dios está
allí para salvarlo. Tanto la intervención de Dios por medio de la estrella y de
los sueños, como la derrota de Herodes, están hablando de la experiencia de la
comunidad de Mt.
Si analizamos en profundidad nuestra
actitud ante el Niño, resulta que el miedo de Herodes, y de los jefes judíos,
es también nuestro miedo. El reinado de Dios es una amenaza para nuestro
egoísmo. Cuántas veces en nuestra vida hemos dicho: esto no lo creo, cuando
queríamos decir: esto no me gusta. Estaríamos dispuestos a adorar a un Dios que
potenciara nuestras seguridades y nuestro poder. Un Dios que reine sin hacernos
reinar a nosotros, no nos interesa. Como los magos salen de su tierra para
buscar, nosotros tenemos que salir de nuestro “ego”, de nuestras seguridades
terrenas para buscarle. Sin esa actitud, aunque haya nacido el Niño, aunque
aparezca la estrella, seguiremos sin enterarnos y el encuentro no se producirá.
Los letrados lo saben todo sobre el
Mesías, pero, instalados en sus privilegios religiosos y sociales, no mueven un
dedo para comprobar. Están muy a gusto con lo que tienen. Se quedan con su
conocimiento y sus libros. El mensaje de este relato puede advertirnos a
nosotros de que el amor a la verdad crea nómadas, no instalados
satisfechos. Cuántas veces, los cristianos nos hemos conformado con marcar a
los demás la dirección sin mover un dedo para acompañarles. Esta actitud de los
magos, nos tiene que hacer pensar. Los paganos adoran al Niño, los judíos
intentan matarlo. Los paganos reconocen la Niño, los judíos no lo reconocen.
Son tesis del evangelio de Mt.
El hecho de que, en un momento
determinado, los magos pregunten a Herodes y éste pregunte a su vez a los que
conocen las Escrituras es muy interesante. Las Escrituras pueden servir de
pauta, pueden indicarnos el camino a seguir cuando atravesamos lugares o
tiempos sin estrella. Pero el valor de la Escritura depende de la actitud del
que las estudia. A la Biblia hay que acercarse sin prejuicios; no para buscar
argumentos a favor de lo que ya creemos, sino abiertos a lo que nos va a decir,
aunque sea distinto a lo que yo espero. Ante millones de estrellas que brillan
en el firmamento, lo magos descubren la de Jesús. Ante las miles de estrellas
que llaman la atención en nuestro mundo, nosotros tenemos que descubrir la
nuestra.
El hombre tiene que dejarse iluminar
por su estrella, pero también debe ser guía para los demás. No se trata de
“convertir” a nadie. Nuestra obligación es hacer ver a los demás el Dios de
Jesús, manifestando con nuestra vida su cercanía. Hacemos presente lo que es
Dios, siempre que salimos de nosotros mismos y vamos en ayuda de los demás. No
debemos presentarnos como poseedores de la verdad, sino como compañeros en la
búsqueda. El verdadero creyente será siempre un buscador de la verdad, no su
guardián. Fijaos lo que tiene que cambiar la actitud de los cristianos, sobre
todo la de sus jefes.
Esta celebración nos lanza más allá del
marco de una iglesia, “fuera de la cual no hay salvación”. Dios se manifiesta
siempre a todos los pueblos de todas las épocas. Todos los hombres están a la
misma distancia de Dios. En el momento que nos sentimos privilegiados, hemos
hecho polvo el mensaje de esta fiesta. Todos recibimos todo de Dios y todos
tenemos la obligación de aprender de los demás y enseñar a los demás. Todos
tenemos la obligación de encender una luz, en lugar de maldecir de las
tinieblas. No podemos seguir mirándonos al ombligo con autocomplacencia sin
límites. Debemos completar nuestra verdad aceptando la verdad de los otros.
El Reino de Dios no se limita a los
contornos de una Iglesia. El amor, la entrega, la capacidad de salir de sí e ir
al otro, son posibilidades que abarcan a todos los hombres. Lo que celebramos
hoy es la apertura de Dios a todos los hombres, no el sometimiento de todos a
la disciplina de una Iglesia. Allí donde haya un hombre que crece en humanidad,
amando a los demás, allí se está manifestando Dios. No podemos entender la
apertura a los gentiles como propuesta para que se conviertan a nuestra
religión. Lo importante es descubrir y potenciar lo que hay de cristiano en
cada hombre, aunque no conozca a Jesús.
Meditación
Dios está siempre revelándose y siempre
ocultándose.
En cuanto dejo de buscarlo, desaparece.
Dios no es un ser concreto que puedo buscar con un candil.
Está en todas las cosas, pero no soy capaz de descubrirlo.
Está dentro de mí, formando parte de mi propio ser.
Si encuentro mi verdadero ser, ya lo he encontrado a Él.
En cuanto dejo de buscarlo, desaparece.
Dios no es un ser concreto que puedo buscar con un candil.
Está en todas las cosas, pero no soy capaz de descubrirlo.
Está dentro de mí, formando parte de mi propio ser.
Si encuentro mi verdadero ser, ya lo he encontrado a Él.
Fray Marcos
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