Cuentan la
historia de un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía perros calientes.
No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacía y vendía
buenos perros calientes. Solo se preocupaba por la divulgación de su negocio y
colocaba cartelones de propaganda por el camino; ofrecía su producto en voz
alta y el pueblo le compraba. Las ventas fueron aumentando y, cada vez más;
compraba el mejor pan y las mejores salchichas. También fue necesario comprar
un carrito más grande para atender a la creciente clientela y el negocio
prosperaba. Sus perros calientes eran los mejores de la región. Venciendo su
situación económica pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue
creciendo y fue a estudiar economía en la mejor Universidad del país.
Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que el papá continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con el: “–Papá, ¿usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? Hay una gran crisis en el mundo y la situación de nuestro país es crítica. El que no se mueva, va a quebrar". Después de escuchar las consideraciones de su hijo estudiado, el padre pensó: “–Si mi hijo es economista, lee periódicos, ve televisión, entonces solo puede tener la razón...”. Con miedo de la crisis, el viejo buscó el pan más barato (más malo) y comenzó a comprar las salchichas más baratas (las peores); y para economizar dejó de hacer sus cartelones de propaganda. Abatido por la noticia de la crisis ya no ofrecía su producto en voz alta. Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo y llegaron a niveles insoportables, hasta que el negocio de perros calientes del viejo que antes generaba recursos hasta para que el hijo estudiara economía, quebró. Entonces el padre, muy triste, se dirigió a su hijo con estas palabras: "–Hijo, tenías razón, estamos en medio de una gran crisis" y le comentó orgullosamente a sus amigos: "Bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar economía; el me avisó de la crisis... Si no hubiera sido por él, quién sabe qué hubiera pasado”.
Hay gente que
vive pre-ocupada por las cosas que tiene que resolver en el futuro… Por eso se
llama pre-ocupación… Viven ocupados en lo que no ha pasado y descuidan lo que
tienen delante de sus narices. A estas personas el Señor les dice hoy: “No se
preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que
necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más
que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni
guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el padre de ustedes que está en el
cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por
mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?”
Hay que vivir el presente y no vivir ocupados en lo que no ha llegado todavía.
Pero, desde
luego, la propuesta de Jesús no es solamente no vivir por adelantado los
problemas de mañana, sino en hacer lo que tenemos que hacer en el momento
presente: “Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en
hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. No se
preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse.
Cada día tiene bastante con sus propios problemas”. Que Dios nos conceda la
gracia de cumplir con las obligaciones que tenemos hoy y saber esperar en el
Señor que nos dará lo necesario para mañana, de manera que no acabemos con el
buen negocio que tenemos de venta de perros calientes, por miedo a la crisis
que va a quebrar a todo el mundo…
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana
No hay comentarios:
Publicar un comentario