José Antonio Pagola - ÚLTIMOS DESEOS DE JESÚS
Jesús se está despidiendo de sus últimos discípulos. Los ve tristes y
acobardados. Todos saben que están viviendo las últimas horas con su Maestro.
¿Qué sucederá cuando les falte? ¿A quién acudirán? ¿Quién los defenderá? Jesús
quiere infundirles ánimo descubriéndoles sus últimos deseos.
Que no se pierda mi mensaje. Es el primer deseo de Jesús. Que no se
olvide su Buena Noticia de Dios. Que sus seguidores mantengan siempre vivo el
recuerdo del proyecto humanizador del Padre: ese «reino de Dios» del que les ha
hablado tanto. Si lo aman, estos es lo primero que han de cuidar. «El que me
ama, se mantendrá fiel a mis palabras... el que no me ama no las guardará».
Después de veinte siglos, ¿qué hemos hecho del Evangelio de Jesús? ¿Lo
guardamos fielmente o lo estamos manipulando desde nuestros propios intereses?
¿Lo acogemos en nuestro corazón o lo vamos olvidando? ¿Lo presentamos con
autenticidad o lo ocultamos con nuestras doctrinas?
El Padre os enviará en mi nombre un Defensor. Es el segundo deseo de
Jesús. No quiere que se queden huérfanos. No sentirán su ausencia. El Padre les
enviará el Espíritu Santo que los defenderá del riesgo de desviarse de él. Este
Espíritu que han captado en él, enviándolo hacia los pobres, los impulsará
también a ellos en la misma dirección.
El Espíritu les «enseñará» a comprender mejor todo lo que les ha
enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más su Buena Noticia. Les
«recordará» lo que le han escuchado. Los educará en su estilo de vida.
Después de veinte siglos, ¿Qué espíritu reina entre los cristianos? ¿Nos
dejamos guiar por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia?
¿Vivimos atentos a los que sufren? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento
renovador?
Os doy mi paz. Es el tercer deseo de Jesús. Quiere que vivan con la
misma paz que han podido ver en él, fruto de su unión íntima con el Padre. Les
regala su paz. No es como la que les puede ofrecer el mundo. Es diferente.
Nacerá en su corazón si acogen el Espíritu de Jesús.
Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Lo
primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un
mundo más sano y justo. Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: «No os
inquietéis ni tengáis miedo».
Después de veinte siglos, ¿Por qué nos paraliza el miedo al futuro? ¿Por
qué tanto recelo ante la sociedad moderna? Hay mucha gente que tiene hambre de
Jesús. El papa Francisco es un regalo de Dios. Todo nos está invitando a
caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio.
6 Pascua - C
(Jn 14,23-29)
26 de mayo 2019
DIOS NO ES MI HUÉSPED, SINO LA ESENCIA DE MI SER
Fray Marcos
Jn 14,23-29
Seguimos en el discurso de despedida. El tema del domingo pasado era el
amor manifestado en la entrega a los demás. Terminábamos diciendo que ese amor
era la consecuencia de una experiencia interior, relación con lo más profundo
de mí mismo, que es Dios. Hoy nos habla el evangelio de lo que significa esa
vivencia íntima. La Realidad que soy es mi verdadero ser. El verdadero Dios no
es un ser separado, que está en alguna parte de la estratosfera, sino el
fundamento de mi ser y de cada uno de los seres del universo.
Este discurso de despedida, que Juan pone en boca de Jesús, nos habla de
cómo entendía y practicaba aquella comunidad el seguimiento de Jesús. No se
trataba de seguir a un líder que desde fuera les marcaba el camino, sino de
descubrir la experiencia más profunda de Jesús, y repetirla en cada uno de los
cristianos.
En estos siete versículos podemos descubrir las dificultades que
encontraron para expresar la experiencia interior. Por cada afirmación que
hemos leído hoy, encontramos en el evangelio otra que dice exactamente lo
contrario. Es la prueba de que las expresiones sobre Dios no se pueden entender
al pie de la letra. Necesitan interpretación porque los conceptos no son
adecuados para expresar las realidades trascendentes. En este orden puede ser
verdad una afirmación y la contraria. El dedo y la flecha pueden apuntar los
dos a la luna.
En Jn 15,9 dice: Como el Padre me ha amado así os he amado yo,
permaneced en mi amor. Aquí dice: “si alguno me ama le amará mi Padre…” ¿Quién
ama primero?
Jesús había dicho que iba a prepararles sitio en el hogar del Padre,
para después llevarles con él (14.2). Ahora dice que el Padre y él mismo
vendrán al interior de cada uno.
Les había advertido: “como me persiguieron a mí, os perseguirán a
vosotros (Jn 16,2). Ahora nos dice: “la paz os dejo, mi paz os doy”.
Nos había dicho: yo y el Padre somos uno (10,30). Quien me ve a mí ve a
mi Padre (14,9). Ahora nos dice: El Padre es más que yo.
No os dejaré huérfanos, volveré para estar con vosotros (14,18). Y en
esta ocasión nos dice que el Padre mandará el Espíritu en su lugar.
Digerir estas aparentes contradicciones es una de las claves para
entender la experiencia pascual.
Insisto, una cosa es el lenguaje y otra la realidad que queremos
manifestar con él. Dios no tiene que venir de ninguna parte para estar en lo
hondo de nuestro ser. Está ahí desde antes de existir nosotros. No existe
"alguna parte" donde Dios pueda estar, fuera de mí y del resto de la
creación. Dios es lo que hace posible mi existencia. Soy yo el que estoy
fundamentado en Él desde el primer instante de ser. El descubrirlo en mí, el
tomar conciencia de esa presencia, es como si viniera. Esta verdad es la fuente
de toda religiosidad.
El hecho de que no llegue a mí desde fuera, ni a través de los sentidos,
hace imposible toda mediación. Todo intermediario, sea persona o institución,
me alejan de Él más que acercarme. En el AT, la presencia de Dios se localizaba
en la tienda del encuentro o el templo. La “total presencia” debía ser una característica
de los tiempos mesiánicos. Desde Jesús, el lugar de la presencia de Dios es el
hombre. Dentro de ti lo tienes que experimentar; pero también descubrirlo
dentro de cada uno de los demás. La presencia es interna, pero se manifiesta.
El Espíritu es el garante de esa presencia dinámica: “os irá enseñando
todo”. Por cinco veces, en este discurso de despedida, hace Jesús referencia al
Espíritu. No se trata de la tercera persona de la Trinidad, sino de la
divinidad como fuerza (ruaj). “Santo” significa separado; pero no separado de
Dios, sino separado de las actitudes del mundo. Si esa Fuerza de Dios no nos
separa del mundo (opresión), no podremos comprender el amor.
"Os conviene que yo me vaya, porque si no, el Espíritu no vendrá a
vosotros." Ni el mismo Jesús con sus palabras y acciones fue capaz de
llevar a los apóstoles hasta la experiencia de Dios, que les ayudaría a
descubrir al mismo Jesús. Mientras estaba con ellos, estaban apegados a su
físico, a sus palabras, a sus manifestaciones humanas. Todo muy bonito, pero
que les impedía descubrir la verdadera identidad de Jesús. Al no ver a Dios en
Jesús, tampoco descubrieron la realidad de Dios dentro de ellos. Cuando
desapareció, se vieron obligados a buscar dentro de ellos, y allí encontraron
lo que no podían descubrir fuera.
El Espíritu no añadirá nada nuevo. Solo aclarará lo que Jesús ya enseñó.
Las enseñanzas de Jesús y las del Espíritu son las mismas, solo hay una
diferencia. Con Jesús, la Verdad viene a ellos de fuera. El Espíritu las
suscita dentro de cada uno como vivencia irrefutable. Esto explica tantas
conclusiones equivocadas de los discípulos durante la vida de Jesús. Las
palabras (aunque sean las de Jesús) y los razonamientos no pueden llevar a la
comprensión. El Espíritu les llevará a experimentar dentro de ellos la misma
realidad que Jesús quería explicar. Entonces no necesitarán argumentos, sino
que lo verán claramente.
“Paz” era el saludo ordinario entre los semitas. No solo al despedirse,
sino al encontrarse. Ya el “shalom” judío era mucho más rico que nuestro
concepto de paz, pero es que el evangelio de Jn hace hincapié en un “plus” de
significado sobre el ya rico significado judío. La paz de la que habla Jesús
tiene su origen en el interior de cada uno. Es la armonía total, no solo dentro
de cada persona, sino con los demás y con la creación entera. Sería el fruto
primero de unas relaciones auténticas en todas direcciones. Sería la
consecuencia del amor que es Dios en nosotros, descubierto y vivido. La paz no
se puede buscar directamente. Es fruto del amor.
Deben alegrarse de que se vaya, porque ir al Padre, aunque sea a través
de la muerte, no es ninguna tragedia. Será la manifestación suprema de amor,
será la verdadera victoria sobre el mundo y la muerte. El Padre es mayor que él
porque es el origen. Todo lo que posee Jesús procede de Él. No habla la 2ª
persona de la Trinidad; sería una herejía. Para el evangelista, Jesús es un ser
humano a pesar de su preexistencia: “Tomó la condición de esclavo, pasó por uno
de tantos...” Dios se manifiesta en lo humano, pero Dios no es lo que se ve en
Jesús.
Dios se revela y se vela en la humanidad de Jesús. La presencia de Dios en
él no es demostrable. Está en el hombre sin añadir nada, Dios es siempre un
Dios escondido. "Toda religión que no afirme que Dios está oculto no es
verdadera" (Pascal). El sufí lo dejó bien claro: Calle mi labio carnal, /
habla en mi interior la calma / voz sonora de mi alma / que es el alma de otra
alma / eterna y universal. / ¿Dónde tu rostro reposa / alma que a mi alma das
vida? / Nacen sin cesar las cosas, / mil y mil veces ansiosas /de ver tu faz
escondida.
En la Biblia existe una tensión entre la trascendencia y la inmanencia
de Dios. El hombre no puede ver a Dios sin morir. No puede ser representado
por ninguna imagen. No puede ser nombrado. Pero a la vez, se presenta como
compasivo, como pastor de su pueblo, como esposo, como madre que no puede
olvidarse del fruto de su vientre. En el NT, se acentúa el intento de acercar a
Dios al hombre. Los conceptos de "Mesías", "Siervo",
"Hijo de hombre", "Palabra", "Espíritu",
"Sabiduría", incluso "Padre", son todos ejemplos de ese
intento.
Meditación
Jesús descubrió la presencia absoluta de Dios.
Todo lo que vivió y enseñó fue consecuencia de esa experiencia.
Sabía que era la clave para que el hombre alcanzase plenitud.
Sin identificación con lo divino no puede haber verdadera humanidad.
Sin descubrir el tesoro que hay dentro de ti,
nunca estarás dispuesto a prescindir de todo lo demás.
Fray Marcos
No hay comentarios:
Publicar un comentario