Domingo Ordinario XXI –
Ciclo C (Lucas 13, 22-30) 25 de agosto de 2013
“Procuren entrar por la puerta angosta”
-
de
los centros comerciales para adictos refinados;
-
de
los hoteles de lujo para le élite del negocio y del poder;
-
de
los que acuden a lavar los dólares del narcotráfico;
-
de
los sepulcros vacíos que cultivan fachadas y apariencias.
Estrecha es la puerta
-
de
los que sirven en las residencias millonarias;
-
de
los calabozos que reprimen a los justos;
-
de
los ranchos construidos con material de desperdicio;
-
de
las decisiones solidarias con los oprimidos.
Ancho es el camino
-
de
los latifundios que se pierden en el horizonte baldío;
-
de
las autopistas hacia las playas exclusivas;
-
de
la corrupción que se pasea en carros de lujo;
-
de
las multitudes domesticadas por la costumbre.
Estrecho es el camino
-
de
los que hunden la pala en los cimientos de los grandes edificios;
-
de
los callejones en los barrios marginados;
-
de
la nueva justicia abierta en medio de la selva legal;
-
del
futuro del Reino que no es noticia en ningún periódico.
Ancho es el camino
-
que
lleva a los sumos sacerdotes al templo de Jerusalén;
-
de
la casa de Herodes construida con impuestos populares;
-
del
palacio imperial de Pilato;
-
de
las aclamaciones de las multitudes ahítas de pan.
Estrecho es el camino
-
que
va de Belén a la cueva de los pastores;
-
que
sigue Jesús hacia los poblados perdidos de Galilea;
-
que
sube hasta el monte de la Transfiguración;
-
de
la callejuela que atraviesa Jerusalén y llega hasta el Calvario;
-
de
la decisión que conduce hasta Getsemaní en medio de la noche”.
Amplia es la calle que lleva a
la perdición.
Qué estrecho es el callejón
que lleva a la vida”
Nos viene muy bien recordar esta poesía de Benjamín González Buelta,
S.J., cuando la liturgia nos propone el texto evangélico de Lucas en el que
Jesús le recomienda a sus discípulos: “Procuren entrar por la puerta angosta;
porque les digo que muchos querrán entrar y no podrán”. Es muy fácil que nos
sintamos atraídos por las puertas y los caminos anchos que nos ofrece la
sociedad de consumo. Es muy fácil que nos olvidemos que el callejón que lleva a
la vida es estrecho y supone sacrificios. Cada quién tiene que revisar su vida
y reconocer por dónde pasan estos caminos estrechos del seguimiento del Señor
en nuestra propia historia.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana - Bogotá.
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