Navidad 2012
El Nacimiento de Jesús, es Navidad.
Navidad - José Antonio Pagola
Poco a poco lo vamos consiguiendo. Ya hemos logrado celebrar unas
fiestas entrañables, sin conocer exactamente su razón de ser. Nos
felicitamos unos a otros y no sabemos por qué. Se anuncia la Navidad y
se oculta su motivo. Muchos no recuerdan ya dónde está el corazón de
estas fiestas. ¿Por qué no escuchar el «primer pregón» de Navidad? Lo
compuso el evangelista Lucas hacia el año ochenta.
Según el relato, es noche cerrada. De pronto, una «claridad» envuelve con su resplandor a unos pastores.
El evangelista dice que es la «gloria del Señor». La imagen es
grandiosa: la noche queda iluminada. Sin embargo, los pastores «se
llenan de temor». No tienen miedo a las tinieblas sino a la luz. Por
eso, el anuncio empieza con estas palabras: «No temáis».
No nos
hemos de extrañar. Preferimos vivir en tinieblas. Nos da miedo la luz
de Dios. No queremos vivir en la verdad. Quien no ponga estos días más
luz y verdad en su vida, no celebrará la Navidad.
El mensajero
continúa: «Os traigo la Buena Noticia, la gran alegría para todo el
pueblo». La alegría de Navidad no es una más entre otras. No hay que
confundirla con cualquier bienestar, satisfacción o disfrute. Es una
alegría «grande», inconfundible, que viene de la «Buena Noticia» de
Jesús. Por eso, es «para todo el pueblo» y ha de llegar, sobre todo, los
que sufren y viven tristes.
Si ya Jesús no es una «buena
noticia»; si su evangelio no nos dice nada; si no conocemos la alegría
que sólo nos puede llegar de Dios; si reducimos estas fiestas a
disfrutar cada uno de su bienestar o a alimentar un gozo religioso
egoísta, celebraremos cualquier cosa menos la Navidad.
La única
razón para celebrarla es ésta: «Os ha nacido hoy el Salvador». Ese niño
no les ha nacido a María y José. No es suyo. Es de todos. Es «el
Salvador» del mundo. El único en el que podemos poner nuestra última
esperanza. Este mundo que conocemos no es la verdad absoluta. Jesucristo
es la esperanza de que la injusticia que hoy lo envuelve todo no
prevalezca para siempre.
Sin esta esperanza, no hay Navidad.
Despertaremos nuestros mejores sentimientos, disfrutaremos del hogar y
la amistad, nos regalaremos momentos de felicidad. Todo eso es bueno.
Muy bueno.
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