V Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 29-39) – 7 de febrero de 2021
#microhomilía
Hernán Quezada SJ
Predicar es anunciar,
propagar, divulgar una doctrina, unas ideas. Predicar es más que enunciar, con
palabras, una doctrina. Predicar el Evangelio es hacernos al modo de Jesús, es
decir, sanar, compartir, incluir y perdonar.
Estas últimas semanas se
antoja decir junto con Job: "La noche se alarga y me canso de dar
vueltas...". Pero este es el tiempo de predicar el Evangelio con más
fuerza, libertad y gratuidad. Es tiempo de mantener la esperanza siendo en
Cristo esperanza. Hay que buscar en medio de tanto ajetreo el silencio y la
soledad, para luego volver la misión de predicar, con más obras que palabras.
#FelizDomingo
“De
madrugada, cuando todavía estaba oscuro …”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Cartas del diablo a su
sobrino es un libro que escribió el irlandés C. S. Lewis en 1941. Recoge la
correspondencia entre el diablo, anciano y retirado, y su sobrino, que está
cumpliendo su primera misión con un ‘paciente’. En uno de sus capítulos, el
sobrino le ha contado a su tío que ha logrado que su víctima, que es un inglés,
sienta un gran odio hacia los alemanes, con quienes están en plena Segunda
Guerra Mundial. Sin embargo, el tío, experimentado y sabio, le dice a su
inexperto sobrino: “... eso es bueno hasta cierto punto. Pero suele ser una
especie de odio melodramático o mítico, dirigido hacia cabezas de turco
imaginarias. Nunca ha conocido a estas personas en la vida real”. Un poco más
adelante, el diablo aclara a su sobrino cuál es el principio que debe seguir a
la hora de suscitar un odio verdaderamente eficaz:
“Hagas lo que hagas, habrá
cierta benevolencia, al igual que cierta malicia, en el alma de tu paciente. Lo
bueno es dirigir la malicia a sus vecinos inmediatos, a los que ve todos los
días, y proyectar su benevolencia a la circunferencia remota, a gente que no
conoce. Así, la malicia se hace totalmente real y la benevolencia en gran parte
imaginaria. No sirve de nada inflamar su odio hacia los alemanes si, al mismo
tiempo, un pernicioso hábito de caridad está desarrollándose entre él y su
madre, su patrón y el hombre que conoce en el tren. Piensa en tu hombre como
una serie de círculos concéntricos, de los que el más interior es su voluntad,
después su intelecto, y finalmente su imaginación. Difícilmente puedes esperar,
al instante, excluir de todos los círculos todo lo que huele al Enemigo [en
este caso está hablando de Dios]; pero debes estar empujando constantemente
todas las virtudes hacia fuera, hasta que estén finalmente situadas en el
círculo de la imaginación, y todas las cualidades deseables [es decir los
defectos] hacia dentro, hacia el círculo de la voluntad. Sólo en la medida en
que alcancen la voluntad y se conviertan en costumbres no son fatales las
virtudes (...)”.
El evangelio de san Marcos
nos presenta hoy a Jesús comenzando su actividad apostólica por la casa de sus
amigos: “Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa
de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron
a Jesús, y él se acercó, y tomándola de la mano la levantó; al momento, se le
quitó la fiebre y comenzó a atenderlos”. No podemos desconocer, sin embargo,
que también recorría otras poblaciones: “Así que Jesús andaba por toda Galilea,
anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los
demonios”.
“La buena caridad empieza por casa” dice el adagio popular. No significa esto que también acabe allí, pero sí es importante saber dónde comienza. La estrategia del mal, como nos recuerda Lewis en su libro, es que vayamos viviendo las virtudes en los círculos más alejados de nuestra voluntad, es decir en la imaginación; y, por el contrario, que vivamos los defectos en los círculos más cercanos a nuestra voluntad y en nuestras relaciones cotidianas. Cuando amemos mucho a los que viven lejos y, por el contrario, vivamos unas relaciones conflictivas y problemáticas con las personas que tenemos más cerca, tenemos que preguntarnos si el ‘sobrino’ del diablo no nos está ganando la pelea.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
ALIVIAR
EL SUFRIMIENTO
José Antonio Pagola
La enfermedad es una de las
experiencias más duras del ser humano. No solo padece el enfermo que siente su
vida amenazada y sufre sin saber por qué, para qué y hasta cuándo. Sufre
también su familia, los seres queridos y los que le atienden.
De poco sirven las palabras
y explicaciones. ¿Qué hacer cuando ya la ciencia no puede detener lo
inevitable? ¿Cómo afrontar de manera humana el deterioro? ¿Cómo estar junto al
familiar o el amigo gravemente enfermo?
Lo primero es acercarse. Al
que sufre no se le puede ayudar desde lejos. Hay que estar cerca. Sin prisas,
con discreción y respeto total. Ayudarle a luchar contra el dolor. Darle
fuerzas para que colabore con los que tratan de curarlo.
Esto exige acompañarlo en
las diversas etapas de la enfermedad y en los diferentes estados de ánimo.
Ofrecerle lo que necesita en cada momento. No incomodarnos ante su
irritabilidad. Tener paciencia. Permanecer junto a él.
Es importante escucharle.
Que el enfermo pueda contar y compartir lo que lleva dentro: las esperanzas
frustradas, sus quejas y miedos, su angustia ante el futuro. Es un respiro para
el enfermo poder desahogarse con alguien de confianza. No siempre es fácil
escuchar. Requiere ponerse en el lugar del que sufre, y estar atentos a lo que
nos dice con sus palabras y, sobre todo, con sus silencios, gestos y miradas.
La verdadera escucha exige
acoger y comprender las reacciones del enfermo. La incomprensión hiere
profundamente a quien está sufriendo y se queja. De nada sirven consejos,
razones o explicaciones doctas. Solo la comprensión de quien acompaña con
cariño y respeto puede aliviar.
La persona puede adoptar
ante la enfermedad actitudes sanas y positivas, o puede dejarse destruir por
sentimientos estériles y negativos. Muchas veces necesitará ayuda para confiar
y colaborar con los que le atienden, para no encerrarse solo en su dolor, para
tener paciencia consigo mismo o para ser agradecido.
El enfermo puede necesitar
también reconciliarse consigo mismo, curar heridas del pasado, dar un sentido
más hondo a su sufrimiento, purificar su relación con Dios. El creyente puede
entonces ayudarle a orar, a vivir con paz interior, a creer en su perdón y a
confiar en su amor salvador.
El evangelista Marcos nos
dice que las gentes llevaban sus enfermos y poseídos hasta Jesús. Él sabía
acogerlos con cariño, despertar su confianza en Dios, perdonar su pecado,
aliviar su dolor y sanar su enfermedad. Su actuación ante el sufrimiento humano
siempre será para los cristianos el ejemplo a seguir en el trato a los
enfermos.
Fuente:
http://www.gruposdejesus.com
JESÚS SE
LIBERÓ Y AYUDÓ A LOS DEMÁS A LIBERARSE
Fray Marcos
Recuerda que los evangelios
no son crónicas de sucesos. Son teología narrativa. No tiene ninguna
importancia que las palabras de Jesús sean exactamente las que él pronunció; ni
que los hechos narrados hayan acontecido así. Lo importante es el mensaje que
quieren trasmitirnos y que seamos capaces de traducirlo a nuestro lenguaje,
siempre relativo, de manera que lo podamos entender hoy. Para ello es
imprescindible que nos coloquemos en el ambiente de aquella época y conozcamos
las características de aquella cultura.
Seguimos en el primer día de
la actuación de Jesús. Marcos intenta perfilar a grandes rasgos y con firmes
trazos la figura de Jesús. Se trata de un montaje programático para dejar muy
clara la manera habitual que tenía Jesús de desarrollar su ministerio. No
podemos desligar la perícopa que hemos leído hoy de la del domingo pasado.
Ambas forman un todo teológico progresivo, que empieza en la sinagoga y termina
orando solo en descampado. Allí consigue reavivar la experiencia de Dios, que
le permite hablar y actuar con autoridad.
El paso de la sinagoga a la
casa, y después a la calle, nos dice que Jesús lleva la salvación a todos los
lugares en donde se desarrolla la vida y a todas las personas que tienen
necesidad de liberación. Con toda naturalidad se nos habla de la suegra de
Pedro, aunque nunca se hable de la esposa. En aquella sociedad era impensable
el estado de soltero y Jesús nunca cuestionó las normas existentes con relación
a la sexualidad, al matrimonio o a la familia. Los cambios que después se
produjeron, no se pueden vender como mensaje evangélico.
La cogió de la mano y la
levantó. La palabra katekeito para decir “estaba postrada”, puede significar
enfermedad o muerta, en cualquier caso, falta de vida. También para decir que
la levantó, Mc emplea hgeiren, que puede significar levantar o resucitar. Está
claro que Mc quiere dar un doble sentido a las dos palabras, más allá del
sentido material.
Se le pasó la fiebre y se
puso a servirles. Jesús cura para que la mujer pueda servir. En el mundo
griego, el servicio (diakonía) se consideraba una deshumanización. En las
primeras comunidades cristianas, era el signo de seguimiento de Jesús. El verbo
que se utiliza en griego es dihkonei = servía a la mesa. Los cristianos
eligieron precisamente la palabra “diakonía” para expresar el nuevo fundamento
de las relaciones humanas en la comunidad. El mismo Jesús dirá que no ha venido
a ser servido sino a servir.
Al anochecer... Nos está
indicando que los que se admiraban de las palabras y obras de Jesús, eran
judíos y no habían superado la dependencia de la Ley, que era la causa de la
opresión. Al ponerse el sol terminaba el sábado y la obligación de descanso.
Por lo tanto, ya podían ellos llevar a los enfermos y Jesús curarlos, sin
faltar al primer precepto de la Ley.
Curó a muchos y expulsó muchos
demonios. Todos buscan a Jesús para ser curados. Aquí debemos hacer una
profunda reflexión. En todos los evangelios se comienza con un éxito
espectacular de la predicación de Jesús. Más tarde se verá que no les interesa
nada más que ese beneficio material de ser atendidos en sus necesidades. Cuando
queda claro que ese no es el objetivo de Jesús, le abandonan sin ninguna
consideración.
Se marcha al descampado y
allí se puso a orar. En muchos lugares de los cuatro evangelios se dice lo
mismo: "Se levantó de madrugada, se fue a un descampado y allí se puso a
orar". "Pasó la noche en oración". "Por la mañana estaba
allí sólo". Es la clave de la vida de Jesús. Realmente necesitaba orar
como verdadero ser humano que era. Descubrir lo que era su Abba para él y lo
que era él para su Abba, fue la clave de su espiritualidad. Esto solo se puede
hacer apartándose de bullicio de la gente y en silencio.
El domingo pasado decía el
evangelio que hablaba con autoridad, no como los letrados. La clave está en
este descubrimiento continuado de la presencia de Dios en él. A pesar de la
absorbente actividad, encontraba tiempo para estar a solas consigo mismo y
cargar las pilas. Los evangelios nos dicen que también iba a la sinagoga y al
templo, pero el verdadero encuentro con Dios lo realizaba a solas y en medio de
la naturaleza.
¡Todo el mundo te busca! En
el relato encontramos tres exageraciones intencionadas: ‘todo el mundo te
busca’; ‘la población entera’; ‘todos los enfermos’. Los discípulos están en la
misma dinámica que la gente. No quieren que su Maestro pierda la ocasión de
afianzar su prestigio (poder). Jesús sabía muy bien lo que tenía que hacer: “Vámonos
a otra parte”. En el principio del relato se habló por dos veces de su
enseñanza (didach). Ahora dice predicar (khruxw, de donde viene kerigma,
concepto clave de la primera comunidad).
Todos los evangelios
empiezan constatando la euforia con que la gente sigue a Jesús. Pero pronto, se
va apoderando de ellos, primero la decepción, después el abandono y finalmente
la oposición total. En Jn este proceso se escenifica de manera genial en el
capítulo 6, después de la multiplicación de los panes, cuando quieren hacerle
rey y terminan abandonándole todos diciendo: “¿Quién puede hacerle caso?”. El
por qué de esta actitud es claro: buscan ser curados, liberados, queridos, no
están interesados en curar, servir y amar.
Si tomásemos conciencia del
este cambio en la gente, comprenderemos donde falla nuestro cristianismo. La
respuesta está en el relato de la curación de la suegra de Pedro. Jesús cura
para que seamos capaces de servir. Esto es precisamente lo que no nos gusta.
Cuando Jesús va dejando claro que Dios no es un tapagujeros, que su predicación
lo que persigue es cambiar las actitudes fundamentales del ser humano y
convertirle en libre servidor en vez de opresor, la gente empieza a sentirse
incómoda y le abandona sin contemplaciones.
El evangelio no habla de
resignación ante cualquier clase de dolor, sea físico, sea psíquico, sea moral.
Tampoco identifica la salvación con la supresión del dolor. Todo lo contrario,
afirma expresamente que la verdadera salvación puede alcanzarla todo hombre a
pesar del mal que nos rodea (bienaventuranzas). Siempre que se pueda, se debe
suprimir, pero la victoria contra el mal no está en suprimirlo, sino en evitar
que te aniquile.
La solución al problema
vital del hombre no puede venir de fuera, la tenemos que encontrar dentro. Solo
un conocimiento de lo hondo del ser nos descubrirá lo que somos. El hombre
tiene que aceptar sus limitaciones. Pero solo lo conseguirá descubriendo que
esas limitaciones no le impiden alcanzar su plenitud. Conocerme a mí mismo es
conocer a Dios como fundamento de mi propio ser. Ser fiel a sí mismo es la
única manera de ser fiel a Dios.
El fallo del cristianismo
fue convertir la buena noticia del evangelio en una religión. Jesús quiso
liberar al ser humano de todo lo que le impide ser él mismo, incluida la
religión. Jesús nos quiso enseñar cómo ser libres a pesar de los problemas y
aunque no se resuelvan. Hay problemas que no tienen solución, pero una vida más
humana siempre es posible. El esperar que cambien las circunstancias adversas
para sentirme bien es señal de pobre hedonismo. Ninguna circunstancia futura
podrá ser mejor que la situación en la que ahora te encuentras
Meditación
No puede haber
espiritualidad sin verdadera contemplación.
No se trata de
“rezar”, sino de fundirse con el Abba.
Lo que te cambiará
será la conexión con lo Absoluto que hay en ti.
El conseguir la
conexión puede llevar hora días o años.
El quedar
impregnados de Dios, es cuestión de un instante.
Fray Marcos
Fuente:
http://feadulta.com/
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