sábado, 31 de diciembre de 2016

“María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente”

Santa María Madre de Dios – Ciclo A (Lucas 2, 16-21) – 1 de enero de 2017

Oí alguna ve la historia de un muchacho que entró con paso firme a una joyería y le pidió al dueño que le mostrara el mejor anillo de compromiso que tuviera. El joyero le presentó uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo. “¿Se va usted a casar pronto?”, le preguntó el joyero. “No”, respondió el muchacho. “Ni siquiera tengo novia”. La muda sorpresa del joyero hizo sonreír al muchacho. “Es para mi mamá”, dijo él. “Cuando yo iba a nacer, estuvo sola. Alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas. Fue padre y madre para mí; fue amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo, le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy con la promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizá después entregue yo otro anillo de compromiso, pero será el segundo”. El joyero no dijo nada. Tomó el anillo, ordenó que lo empacaran hermosamente y luego se lo entregó al muchacho diciéndole: “Llévelo, es un obsequio mío. Hubiera querido conocer a mi madre, pero murió en el momento en que me dio a luz”.

Esta bellísima historia puede hacer que las lágrimas se asomen a muchos ojos, porque pone de manifiesto el amor tan grande que puede despertar una madre valiente que es capaz llevar a su hijo, no solamente nueve meses en su vientre, sino sacarlo adelante a pesar de las adversidades que se puedan cruzar por el camino de la vida de cualquier ser humano. También puede traer a la memoria agradecida, el don precioso de la vida que haya ofrecido una madre por la vida de su hijo o hija. Muchas madres mueren en el momento de dar a luz. Estoy seguro que si le preguntan a una mamá si prefiere arriesgar su vida o arriesgar la vida de su hijo, se inclinaría sin temor por la primera opción. Las madres, como Dios, están dispuestas a dar la vida por sus hijos, más que cualquier ser humano por ningún otro.

Hoy la Iglesia nos invita a celebrar, en una única solemnidad, a Santa María, Madre de Dios y la imposición del nombre de Jesús. Dos realidades íntimamente ligadas. La maternidad de María abre un espacio para el nombre de Jesús, que llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen (Cfr. Hebreos 5, 9) y ante el cual “doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra” (Filipenses 2, 10). Y, a su vez, es el nombre de Jesús el que le da un valor infinito a la maternidad divina de la Virgen María.

Cuando María decidió tener a su hijo, enfrentando la dificultad que podría tener con su prometido y con toda la sociedad, que juzga inmisericordemente a las madres solteras, sabía que se echaba una pesada carga encima. Su valor, su entereza, su respeto al don supremo de la vida, hizo que la reconociéramos como la Madre de Dios. Allí está la fuerza de esta solemnidad.

Pidamos al Señor, al celebrar esta solemnidad y al comenzar el año civil, que nos regale un corazón agradecido, como el de la Virgen María, para que sepamos acoger y respetar cualquier brote de vida que el Señor quiera poner en nuestras manos, de manera que nos convirtamos en sus fieles colaboradores en la construcción de un mundo en el que todas las personas, sin importar su raza, su lengua, su género, su religión, su estrato social, su nivel económico, puedan tener vida y vida en abundancia.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 25 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Jn. 1, 1-18

“(...) será motivo de gran alegría para todos”

Natividad del Señor – Ciclo A (Lucas 2, 1-14) 25 de diciembre de 2016


Muchos cuentos navideños circulan en estos días por los periódicos, las revistas, la Internet y otros medios. Uno de tantos cuentos que me he encontrado se llama El Sueño de María, y dice así: “Tuve un sueño, José... no lo pude comprender completamente, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo. La gente estaba haciendo preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban sus casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era muy peculiar, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo de un árbol. Si, un árbol, José. La gente decoraba muy bien el árbol. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto que parecía una estrella o un ángel; todo era muy hermoso. El día del nacimiento de Jesús, se arreglaban con la mejor ropa y se reunían a comer deliciosos manjares. Pero comían ellos solos, no invitaban a nuestro hijo a la cena navideña, y mucho menos a nosotros dos. Todos estaban muy contentos. Bailaban, bebían, se reían estrepitosamente, pero parecía que habían olvidado el motivo de la fiesta.

Toda la gente estaba muy feliz y sonriente. Estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros, José. Sin embargo, al final no quedó ningún regalo para nuestro hijo. Sabes, creo que ni siquiera lo conocen muy bien; me da la impresión que lo conocen sólo de oídas, porque no mencionaron su nombre en toda la noche, a pesar de que se reunieron para celebrar su nacimiento. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen bien? Tuve la extraña sensación de que si nuestro hijo hubiera llegado a la celebración, lo hubieran considerado como un intruso solamente. Nadie se acordó de él, ni de nosotros dos. Claro que ha pasado tanto tiempo, que no me parece raro. Sentí ganas de llorar. ¡Qué tristeza para Jesús no ser invitado a su fiesta de cumpleaños! Estoy contenta porque sólo fue un mal sueño. ¡Qué terrible que este sueño se hiciera realidad!”

Este cuento puede crear en nosotros un sentimiento de culpa o invitarnos a dejar entrar a Jesús en su fiesta de cumpleaños. Lo complicado puede ser llegar a saber dónde y cómo reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús, las señales para reconocerlo fueron las siguientes: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo”.

Con estas señales, los pastores reconocieron al Mesías. La fragilidad y la pequeñez, son las características que permiten reconocer al Hijo de Dios que nace de nuevo entre nosotros. Qué bueno que en nuestras fiestas de Navidad, abriéramos un espacio para esas personas que normalmente no visitamos; sólo tenemos que mirar un poco alrededor y pensar en cuál es la persona más frágil, más débil de nuestro entorno; no tenemos que ir demasiado lejos; estoy seguro que muy cerca de nosotros encontraremos personas que podrían alegrarse con nuestra invitación y participar de nuestras fiestas. Pidamos para que el sueño de María no se haga realidad.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.


martes, 20 de diciembre de 2016

Familia siria, busca ir a Canadá

Compartimos este apostolado de ayuda por parte de la CVX-Canada:

Por: Gilles Michaud
CVX Canadá

  La guerra civil de Siria es la peor crisis humanitaria de nuestro tiempo. Las familias sirias están luchando por intentar hacer un nuevo hogar en los países vecinos. Otros están arriesgando sus vidas en el camino a Europa, con la esperanza de encontrar aceptación y oportunidad. 
 El Papa Francisco hizo un llamado a todos los católicos y pidió a cada parroquia, comunidad religiosa, monasterio y santuario que acogieran a una familia de refugiados. Y añadió: "Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre y avanzan hacia la esperanza de vida, nos llama el Evangelio pidiéndonos que seamos cerca de los más pequeños y abandonados. Para darles una esperanza concreta, y no sólo para decirles: "¡Tengan coraje, tengan paciencia!"
  En diciembre de 2015, me informó una amiga del CLC en Líbano, Rita El Rami, de una familia siria de CVX que eran refugiados en el Líbano. Habían expresado su deseo de venir a Canadá y nos preguntaron si podíamos ayudar. Traje este asunto a la atención de Ann Marie Brennan, enlace mundial de CLC para América del Norte, quien sugirió que primero contactara con el miembro del ExCo Mundial de Líbano, Najat Sayegh, para preguntarle si sabía de esta familia y sabría cómo tratar mejor con la petición. 
  Najat contestó diciéndome que conocía a la familia. Ella me envió su dirección de correo electrónico para que yo pudiera contactar con ellos personalmente. Después de ponerse en contacto con Aboud Charabati (el padre) me envió el siguiente correo electrónico explicando por qué la familia tuvo que salir de Siria: 

"Salimos de Alepo-Siria hace más de tres años, porque perdimos todo. Perdí mi trabajo, que es una tienda privada de pequeño comercio situado en la parte antigua de Alepo, donde la zona fue tomada  y  quemada por los rebeldes, el 23 de julio. También mi esposa había perdido su oficina de ingeniería en Sheikh Maksood. Nuestra casa en la calle Jalaa no es segura porque se encuentra en la frontera. Un gran fragmento de bomba entró en nuestra casa y fuimos víctimas de dos ataques armados de terroristas islamistas en nuestra calle durante el día. Así que decidimos que debíamos irnos. Esperamos tener la oportunidad de venir a Canadá, porque no hay más posibilidad de vivir en Alepo, por ahora. Se ha vuelto muy peligroso para nuestras vidas y es un caos y no hay más reglas. Rechazamos la violencia y el racismo, nuestros valores y educación son completamente diferentes de la situación actual en la que se está convirtiendo. Así que estamos deseando restablecer una nueva vida pacífica en Canadá.
Sinceramente en Cristo: 
Lina, Aboud, Christa y Joanna, Familia Charabati "

La información anterior fue dada al Equipo Regional Continental de América del Norte de la CLC-CVX mientras preparábamos nuestra reunión de teleconferencia de marzo de 2016. Los miembros del equipo abordaron este tema discutiendo la posible forma en que nosotros, como comunidad, podíamos apoyar a la familia Charabati. Se sugirió que comenzáramos enviando la foto de familia y la información a tantos miembros del CVX Nacional que hicieran esta pregunta: "¿cómo puede ayudar CVX a esta familia"?

Desde entonces, gracias a varias personas que han participado directamente en el patrocinio de refugiados sirios, hemos avanzado significativamente en la obtención de información relevante sobre el patrocinio de refugiados. También se han difundido varios sitios web con información sobre la familia Charabati que desea venir a Montreal PQ. Es muy alentador saber que muchos miembros del CVX han respondido inmediatamente de manera tangible en la asistencia a la familia Charabati.

Varios miembros del CLC-CVX han hecho promesas financieras. Hasta la fecha, tenemos un total de $ 6,100.00 que se ha depositado en la cuenta de refugiados. Lo que ha sido extremadamente útil fue el establecimiento de un equipo básico para recibir y proporcionar alojamiento y mobiliario a la familia a su llegada a Montreal. Antoine y Remi Taoutel forman parte de este acogedor grupo, quienes son miembros de CVX en Montreal, Canadá, y además conocen personalmente a la familia Charabati ya que ambos formalmente son de Alepo, Siria.  Antoine fue presidente de CVX Siria y  me ha informado que había 180 miembros activos del CVX antes del inicio de la guerra civil en Siria. Muchos de ellos viven ahora en campamentos de refugiados en países vecinos.

Como he comentado, hasta la fecha hemos recibido la suma total de $ 6,100.00 de miembros de CVX. Por ahora la familia tiene un capital de $ 26,000.00 pero, desafortunadamente, las familias refugiadas en el Líbano no están cubiertas por el sistema estatal de atención médica y dicha cantidad esta depositada como seguro ante el gobierno libanés, en caso necesario, para cubrir sus gastos de salud u hospitalarios. Por lo tanto los $ 26,000.00 serán entregados después de su llegada a Montreal.


CONCLUSIÓN:
1. Acordamos que con la ayuda del grupo CVX en Montreal, todas las necesidades logísticas de la familia Charabati serán satisfechas a su llegada a Montreal, Canadá.
2. Hemos estimado que aproximadamente $ 45,000.00 CDN es la cantidad financiera necesaria para apoyar a la familia durante su primer año de ajuste. Los $ 26,000.00 en poder del gobierno libanés, cuando sean liberados, serán usados ​​como parte de esa suma. Se prevé que esto sucederá a su llegada a Canadá. Por lo tanto, necesitaríamos una suma adicional de $ 5,000.00 para hacer frente al déficit estimado.
3. Reconocemos que muchos miembros del CVX han apoyado generosamente otros proyectos de refugiados en su área y estamos agradecidos por ello. El Equipo Continental de CLC-CVX, ha acordado distribuir este informe y mantener una actualización sobre este proyecto y pedir sus oraciones por el éxito de este proyecto de misión CVX.
4. Para aquellos miembros de CVX que pueden contribuir financieramente, su generosidad nos proporcionará el monto adicional ($ 5,000.00) necesario para apoyar financieramente a la familia Charabati CLC cuando lleguen a su nuevo hogar.
5. Para cualquier pregunta, diríjase a: leagil@pei.sympatico.ca
6. Haga por favor el cheque a favor de:
CLC CANADÁ EN EL PROYECTO DE REFUGIADOS SIRIOS
y enviarlo a:
At'n. Gilles Michaud
4533 Millvale RD
RR2 Breadalbane, PEI, Canadá
C0A1E0.


Traducción de: Formación CVX-México, 



domingo, 18 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 1, 18-24

“(...) salvará a su pueblo de sus pecados”

Domingo IV de Adviento – Ciclo A (Mateo 1, 18-24) – 18 de diciembre de 2016

 Hace un tiempo, fui a visitar un sector de la ciudad de Medellín que no visitaba hacía unos años. Colaboré allí cuando era novicio. Fui al barrio Popular No. 1 con una religiosa que trabaja allí, en una escuela de Fe y Alegría en la que se educan dos mil doscientos (2200) niños y niñas, desde preescolar hasta undécimo grado. Lo primero que me impactó fue llegar allí en Metro Cable, un sistema novedoso que bien podrían envidiar cualquier ciudad del mundo. Unas góndolas que surcan los aires por encima de las viviendas sencillas de la gente que habita el nororiente de Medellín. Un espectáculo maravilloso, construido por el ingenio humano. Toda una alabanza al Dios bueno que nos sigue salvando en medio de nuestras miserias.

Pero lo que realmente me impactó fue la visita que pude hacer a cuatro hogares que tienen toda una historia, de la cual pude ser testigo en algún momento de mi vida y que hoy han vuelto a hacerse Palabra de Dios para mi... La primera visita fue a la casa de las Amayas, que siguen gozando de buena salud a pesar de su avanzada edad. Nunca he sabido cómo subsisten en medio de tanta pobreza. Me recibieron con la misma alegría de siempre. Ya María, la mayor, está gozando de Dios, con el abuelo José, un verdadero santo. Ángela, arrugada como una uva pasa, sigue irradiando optimismo. Lola, más sorda que una tapia, recuerda las fechas con una exactitud prodigiosa. Carmen sigue con su buen humor. Por último, la Nena, con una trombosis que la tiene medio paralizada. Todo un himno de confianza en Dios, propio de este tiempo de Adviento.
Estuve luego en la casa de Francisco y Oralia. Mientras Francisco seguía arreglando un nicho para colocar una imagen de María Auxiliadora en la puerta de su casa, Oralia me contó una historia muy triste: cuatro de sus seis hijos varones han sido asesinados. Siempre que recibió en sus brazos el cadáver de alguno de sus hijos, repitió una oración para pedir a Dios que perdonara a los asesinos. “Perdonar de corazón, me ha liberado de la amargura y del odio. Nunca he querido guardar ningún resentimiento contra los que nos han hecho tanto daño...”, me dijo, mientras las lágrimas se asomaban a sus ojos. Dios le ha permitido perdonar de corazón, otra gracia típica de este tiempo.
La tercera familia que visité fue el hogar de Quique y Orfa. Cuando los conocí en 1979, tenían cuatro hijos; al irme para Bogotá, dos años después, tenían seis; y al volver a los dos años, tenían ocho... En total, tuvieron diez hijos que han sacado adelante con el trabajo honrado y sencillo de los pobres de este mundo. Juan, el segundo de los hijos, está desempleado. Siguen caminando a pesar de las dificultades. No han dejado de luchar. Me invitaron a esperar contra toda esperanza.
Por último, visité a doña Angélica, una señora muy pobre que me daba el almuerzo los domingos, durante el tiempo de mi noviciado. La encontré muy decaída y enferma; tiene un cáncer que se la está comiendo poco a poco. Su hijo menor también murió asesinado y Juan, el penúltimo, sigue con ella, trabajando para sostenerla. “Pídale al Señor, que si es su voluntad, me devuelva la salud. Si no, que se haga su voluntad”, me dijo cuando me despedí. Ya quisiera yo tener la misma tranquilidad para repetir con ella y con la virgen María: “Hágase en mi, según tu palabra”.


Cuando llegué a la casa de las religiosas donde estaba acompañando una experiencia de Ejercicios Espirituales, me “encontré” con esta Palabra que me recuerda lo que Dios le dijo en sueños a San José: “María, tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Dios nos sigue salvando de nuestro pecados haciéndose alabanza, confianza, perdón, esperanza y apertura a su voluntad en la vida de los pobres y sencillos de este mundo. El Emanuel, el “Dios con nosotros” se sigue revelando de una manera privilegiada en la vida de los pobres y solamente desde allí nos vendrá la salvación que tanto esperamos.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 11 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 11, 2-11

sábado, 10 de diciembre de 2016

“Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo”

Domingo III de Adviento – Ciclo A (Mateo 11, 2-11) – 11 de diciembre de 2016


Un niño estaba dibujando un retrato, y su profesor se le acercó y le dijo: – Ese es un retrato interesante. Dime algo de él. El niño le respondió: – Es un retrato de Dios. Entonces, el profesor le dijo: – Pero nadie sabe cómo es Dios. – Lo sabrán cuando haya terminado, dijo el niño... Esta historia me trajo a la memoria una anécdota que escuché en estos días. Dicen que un hombre que escuchó una conferencia de la Madre Teresa de Calcuta en las Naciones Unidas, se acercó a la anciana religiosa y le dijo: “Hermana, le cuento que yo no creo en Dios. Soy ateo. Pero le aseguro que si Dios existe, debe ser muy parecido a usted”.

Estando Juan el Bautista en la cárcel, oyó hablar de Jesús y envió a algunos de  sus seguidores para que le preguntaran si él era de veras el que había de venir, o si debían esperar a otro. La respuesta fue muy clara: “Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no encuentre en mí motivo de tropiezo!” Jesús no da explicaciones ni fundamenta su autoridad en teorías o doctrinas de ningún tipo. Lo único que pide es que se fijen en su comportamiento. Las señales son evidentes y cualquiera que tenga los ojos abiertos y los oídos atentos, podrá reconocer que él es el Mesías de Dios.

Cuando los discípulos de Juan volvieron a la cárcel a contar lo que habían visto y oído, Jesús comenzó a exaltar la misión del Bautista: “¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Un hombre vestido lujosamente? Ustedes saben que los que se visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salieron? ¿A ver un profeta? Sí, de veras, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo te envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino”. Esa fue la misión de Juan y es la misión de los profetas de hoy: Preparar los caminos de Jesús y señalar su presencia entre nosotros.

Jesús es el rostro de Dios para nosotros y los que nos decimos sus seguidores debemos ser el retrato de Dios para el mundo. Un niño es capaz de saber cómo es Dios y un ateo es capaz de reconocer sus rasgos en una persona como la Madre Teresa de Calcuta. La pregunta que nos puede asaltar hoy es si los que nos ven hacer lo que hacemos y nos oyen decir lo que decimos, son capaces de reconocer los rasgos de Dios en nosotros. Muchas personas no podrán leer otro evangelio distinto a nuestras vidas. Por eso, tenemos la responsabilidad de transparentar a Dios y abrirle un espacio para que vuelva a encarnarse entre nosotros y en nosotros en esta Navidad. Precisamente, prepararnos para que eso pueda suceder es lo que busca el tiempo de Adviento que estamos viviendo.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 4 de diciembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA

 
PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 3, 1-12

“Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor”

Domingo II de Adviento – Ciclo A (Mateo 3, 1-12) – 4 de diciembre de 2016



Cuentan que un sacerdote y un taxista que tenían idéntico nombre, murieron el mismo día. El taxista tenía fama de ser muy mal conductor, mientras que el sacerdote era reconocido entre sus vecinos como santo. Al llegar al cielo, al taxista lo atendieron muy bien; lo hicieron seguir a la mejor sala y le dieron un puesto importante, mientras que al sacerdote lo dejaron a un lado. Cuando el sacerdote se dio cuenta de la discriminación con que lo habían tratado, le dijo a San Pedro: “Oiga, debe haber una equivocación. Ese señor taxista se llama igual que yo, pero tenía pésima fama entre los vecinos de nuestro pueblo. ¿Cómo es posible que lo hayan recibido como a un santo, mientras que a mi, que fui sacerdote toda la vida, me han dejado en un puesto sin el menor brillo?” San Pedro, entonces, le explicó al sacerdote: “Mire, aquí trabajamos por resultados”. El sacerdote puso cara de no haber entendido nada, de modo que San Pedro continuó: “Verá usted, los informes que hemos recibido dicen que cuando ese taxista manejaba, todo el mundo rezaba, incluidos los que iban en el taxi. Pero nos han informado que cuando usted predicaba los domingos en la parroquia, todo el mundo dormía...”.

El tiempo de Adviento tiene un carácter penitencial... Es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Los cristianos y cristianas estamos invitados a renovar nuestra propia vida para acoger a Dios que quiere volver a poner su tienda entre nosotros. La misión de Juan el Bautista fue precisamente llamar a sus contemporáneos a preparar los caminos del Señor: “En su predicación decía: ‘¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!”. Eso mismo nos dice hoy a cada uno de nosotros. Este tiempo, entonces, es una oportunidad para revisar nuestra vida y reconocer aquellas actitudes que tenemos que cambiar. Es un tiempo de reforma, de conversión, de cambio.

Es posible que haya dimensiones de nuestra vida que tengamos que revisar y corregir para que Dios pueda encarnarse de nuevo en nuestra historia. Dios no nace en el pesebre bien adornado y bonito que organizamos en nuestras casas. No nace en los pesebres con muchas luces y figuritas que se elaboran en las parroquias. Mucho menos va a nacer debajo de los arbolitos de navidad que nada tienen que ver con nuestra tradición cristiana. Dios sólo puede nacer en un corazón que se prepara para acoger su propuesta y se dispone a dejarse transformar por el amor. Nuestro corazón es el único pesebre en el que Dios puede volver nacer de nuevo entre nosotros. Los otros pesebres son apenas el símbolo de lo que queremos vivir nosotros mismos.

Es posible que nuestro corazón, como el pesebre de Belén, no sea el lugar más elegante, ni tenga todas las comodidades de un gran palacio. Es posible que nuestro corazón necesite una limpieza y algunos ajustes para acoger al Hijo de Dios. Lo importante es que esté dispuesto a recibir la pequeñez de un Dios que se abaja para rescatarnos. Muy seguramente esto significará un cambio de rumbo en nuestro camino, una reforma de vida, una transformación interior. Y, por otra parte, esto tendrá que hacerse visible y expresarse en comportamientos nuevos de cercanía a los más frágiles, de acogida a los más débiles, de amor a los más pequeños. No olvidemos tampoco que lo más importante no son los títulos o las certificaciones. En el cielo nos evaluarán por los resultados.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 27 de noviembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER AL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Mt. 24, 37-44

martes, 22 de noviembre de 2016

“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”

Domingo XXXIV Jesucristo Rey del Universo – Ciclo C (Lucas 23, 35-43)  
20 de noviembre de 2016



El ciclo litúrgico que termina hoy con la celebración de la fiesta de Jesucristo Rey, nos presenta a un rey crucificado, del que se burlaban las autoridades: “– Salvó a otros, que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido. Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban de beber vino agrio diciéndole: – ¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo! Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: ‘Este es el Rey de los judíos”. Incluso, cuenta el evangelio de san Lucas, uno de los criminales que estaban colgados junto a él, lo insultaba diciéndole: “– ¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros¡ Pero el otro reprendió a su compañero diciéndole: – ¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo. Luego añadió: – Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar. Jesús le contestó: – Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Se trata de un Rey que contrasta con la imagen que tenemos de una persona que ostenta  ese título. Es un Rey que no utiliza su poder para salvarse a sí mismo, sino para salvar a toda la humanidad, incluidos tu y yo. Delante de este Rey, humilde y aparentemente vencido, San Juan XXIII, en su Diario del alma, escribió siendo joven, un ofrecimiento que invito a repetir hoy con la misma confianza con la que él lo hizo hace ya tantos años:

“¡Salve, oh Cristo Rey! Tú me invitas a luchar en tus batallas, y no pierdo un minuto de tiempo. Con el entusiasmo que me dan mis 20 años y tu gracia, me inscribo animoso en las filas. Me consagro a tu servicio, para la vida y para la muerte. Tú me ofreces, como emblema, y como arma de guerra, tu cruz. Con la diestra extendida sobre esta arma invencible te doy palabra solemne y te juro con todo el ímpetu de mi amor juvenil fidelidad absoluta hasta la muerte. Así, de siervo que tú me creaste, tomo tu divisa, me hago soldado, ciño tu espada, me llamo con orgullo Caballero de Cristo. Dame corazón de soldado, ánimo de caballero, ¡oh Jesús!, y estaré siempre contigo en las asperezas de la vida, en los sacrificios, en las pruebas, en las luchas, contigo estaré en la victoria.

Y puesto que todavía no ha sonado para mi la señal de la lucha, mientras estoy en las tiendas esperando mi hora, adiéstrame con tus ejemplos luminosos a adquirir soltura, a hacer las primeras pruebas con mis enemigos internos. ¡Son tantos, o Jesús, y tan implacables! Hay uno especialmente que vale por todos: feroz, astuto, lo tengo siempre encima, afecta querer la paz y se ríe de mi en ella, llega a pactar conmigo, me persigue incluso en mis buenas acciones. Señor Jesús, tú lo sabes, es el Amor Propio, el espíritu de soberbia, de presunción, de vanidad; que me pueda deshacer de él, de una vez para siempre, o si esto es imposible, que al menos lo tenga sujeto, de modo que yo, más libre en mis movimientos, pueda incorporarme a los valientes que defienden en la brecha tu santa causa, y cantar contigo el himno de la salvación”.

Con la misma generosidad que refleja este escrito Juan XXIII, podríamos decirle al Señor crucificado que se acuerde de nosotros cuando comience a reinar.


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 20 de noviembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 23, 35-43

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Bailar con la soledad

El Centro Ignaciano de Espiritualidad

invita a la conferencia:


lunes, 14 de noviembre de 2016

Cápsula 15 La familia frente a la muerte

FRASE:
A veces la vida familiar se ve desafiada por la muerte de un ser querido. No podemos dejar de ofrecer la luz de la fe para acompañar a las familias que sufren en esos momentos.”(1)

Contexto:
Este es el terreno de lo inevitable, la muerte es un ejercicio natural de la existencia biológica y es imposible dejar de pasar por la experiencia de la pérdida de un ser querido. Es por ello que antropológicamente el ser humano comenzó a observar de forma diferente esta realidad que lo asechaba constantemente y ante su propia biología emocional comenzó a ritualizar e interpretar este paso ineludible. Haciendo un recorrido por muchas culturas,  encontramos interpretaciones fantásticas sobre la muerte y el paso de la misma, así como el destino final del alma. Desde el dolor, comenzó a ofrendar elementos físicos que aportarían ayuda al tránsito de un estado a otro y como símbolo del sentimiento que se guardaba del fallecido, también se erigieron lugares específicos para reposar los restos, y al paso del tiempo, estas prácticas se mezclaron con creencias teológicas.

Experiencia.
Actualmente, la muerte sigue siendo un evento desgarrador y respetado desde su investidura de misterio, se ha mantenido por las creencias que individual, familiar o culturalmente se asumen, desde ahí se puede presentar un miedo a la misma o bien, verse como un episodio natural, a pesar de esto, el dolor de la pérdida parece inevitable, naturalmente obligatorio.

Reflexión.
 
Es difícil acompañar a quien esté pasando por este tránsito pues supone un cambio de vida a veces aterrador, si no se está preparado, o bien, ante la lastimosa realidad de no contar con el amado estar frente a la posibilidad de rehacer la vida “sin la persona” representa por sí solo, un reto especial. La necesidad de encontrar un soporte cálido y amoroso se vuelve vital para seguir adelante, a veces la misma familia está tan dolida que no se lo pueden brindar entre sí, en ocasiones por sacrificio de uno de los miembros se cumple, sin embargo retrasa su proceso de duelo y no resulta lo mejor, es necesario pues, encontrar el acompañamiento adecuado para estos momentos. 
  Como cristianos, estamos llamados a dar una atención especial para ese tiempo y tal vez no sólo se trate de acudir a los rituales específicos acuñados por la tradición, sino de una cercana estadía que abrace el corazón de quien ha perdido a su cercano. El mismo Jesús, se muestra conmovido ante la realidad de la muerte a su alrededor y nos enseña a actuar ante ella: en la lectura de la viuda de Naím, (Lc. 7, 11-17) se hace referencia  la muerte del único hijo de dicha mujer; “Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella” e inmediatamente este sentimiento le lleva a la acción; o la resurrección de Lázaro (Jn, 11, 1-44) dónde Él mismo vive el fallecimiento de su amigo: “ Al ver Jesús el llanto de María  y de todos los judíos que estaban con ella, su espíritu se conmovió profundamente y se turbó… y Jesús lloró” en esta ocasión él experimenta también el dolor de perder a su amigo. 
 La propia muerte de Jesús está enmarcada en la agonía de su familia y amigos, al ver la injusticia y sufrimiento de un castigo inmerecido y la inevitable secuencia de hechos que lo llevan a la muerte, sin embargo él mismo da una amorosa compañía a los sufrientes, los escucha y los acompaña por el camino (Lc. 24, 13-35) es decir toca y abraza su corazón. 
  En la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (la Alegría del Amor) se nos invita a mostrar una sensibilidad activa en este tema, “ [280]. Abandonar a una familia cuando la lastima una muerte sería una falta de misericordia, perder una oportunidad pastoral, y esa actitud puede cerrarnos las puertas para cualquier otra acción evangelizadora”. Haciendo aprecio de éstas últimas palabras que tienen que ver con un seguimiento misionero y de pronto parecieran proselitistas, están generadas más bien, desde una realidad palpable: el momento más vulnerable del ser humano y la necesidad de un consuelo profundamente amoroso, que si no se da así, provoca mayor daño.

Morir es trasladarse a una casa más bella,
“se trata sencillamente de abandonar el
cuerpo físico como la mariposa
abandona su capullo de seda”.
Elisabeth Kúbler-Ross
Acción.
 Para llevar a cabo acciones concretas de acompañamiento con familias con pérdida de algún ser querido, es necesario comprender la dinámica del duelo, entendiendo que en sí nos encontramos ante seres heridos por la muerte, entonces no podemos irrumpir con palabras o acciones basadas en propias creencias, que mortifiquen en vez de acompañen saludablemente esos momentos. 
 Es necesario, pues, adentrarnos en la información existente. La tanatología nos ofrece elementos clave para tocar el mundo del duelo de manera amorosa, conociendo sus etapas (un aporte especial de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross que se invita a leer) y comprendiendo con ello el caminar que le corresponde a la familia ante su pérdida; es importante rescatar las diferentes reacciones y etapas del duelo que pueden estar presentando las personas ante los diferentes tipos de muerte, no es lo mismo para quien acompañó a su ser querido en la agonía de una larga enfermedad, puesto que la información que recibe sobre la condición del enfermo de alguna forma va preparando ante lo inevitable; que para quien sorpresivamente se enfrenta al cese de la vida de su familiar de forma repentina, pues de manera forzosa tiene que ir aceptando la realidad; no es lo mismo la pérdida de un hijo, que a veces el duelo les lleva a los padres por el camino de la separación y no de la unión, que la pérdida del padre o madre que son sustento de amor, seguridad, etc. pues además del dolor supone una reformulación del hogar en cuanto a roles y economía. 
 No es lo mismo el suicidio, que deja muchas dudas en sus familiares, que la controvertida eutanasia, que deja la irritabilidad del acuerdo o desacuerdo. No es lo mismo la muerte por violencia, que deja el rastro de la injusticia y el resentimiento, que la desaparición forzada del ser amado, que presupone un duelo que no parece tener fin entre la esperanza de esperarle con vida y el doloroso paso del tiempo que sugiere la pérdida total. No es lo mismo apoyar a un adulto en duelo, que a un adolecente o un niño. El conocer el proceso de duelo, permitirá un acercamiento a la comprensión de cada etapa, por lo tanto consolaremos desde adaptación a cada momento del proceso en que la persona o familia se encuentre.
 El proponer una preparación que va más allá de lo que comúnmente se conoce, se vuelve necesaria ahora, en este presente, no solo desde la invitación a un acompañamiento más pleno y cercano, también por la realidad que nos acompaña continuamente, que toca la vulnerabilidad humana y que presupone lo inevitable.
 A veces la escucha, el abrazo, la aceptación de los sentimientos del deudo, y las acciones sencillas del día a día como proveer de alimentos el día de los funerales, la visita continua, alguna ayuda con quehaceres de casa o apoyando en trámites inherentes al deceso, podrán hacer la diferencia en la reorganización familiar y el paso de los sentimientos en el transcurso de este proceso.
Otro tema necesario a tocar es la preparación ante el fallecimiento propio o de los otros, significando en esta área, la certeza de lo inevitable, con ejercicios claros y claves que aliviarán a sí mismo y a los deudos en la medida de los posible; algunos asuntos a acomodar pertenecen al índole de lo espiritual, emocional y otros a lo económico, pues las certezas además de moderar la posibilidad del miedo a la muerte, darán paso a la tranquilidad de estar solucionando solo lo que el proceso de duelo emocional presupone. Ayudar fomentando una cultura de la prevención es una acción más a trabajar como invitación en este tema.

256. Nos consuela saber que no existe la destrucción completa de los que mueren, y la fe nos asegura que el Resucitado nunca nos abandonará. Así podemos impedir que la muerte envenene nuestra vida, que haga vanos nuestros afectos, que nos haga caer en el vacío más oscuro.

Evaluación.

¿Estoy preparado para dar apoyo real cuando voy a dar un pésame o acompaño a alguien en esta situación de perdida?
¿Soy consciente de que la muerte puede llegar a mi vida en cualquier momento ya sea conmigo o cualquier familiar y puede llegar de muchas maneras?
¿Me es fácil hablar de la muerte y estar preparado para enfrentar esa situación?
¿Me gustaría aprender más sobre el duelo de cómo vivirlo y como acompañarlo?


Bibliografía.
“Antropología de la muerte: entre lo intercultural y lo universal”. Rosa García-Orellán. Pdf.
“Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia: Sobre el Amor en la Familia”. Santo Padre Francisco.
“La muerte un amanecer” Elizabeth Kubler-Ross. Ediciones Luciérnaga.
“Sobre la muerte y los moribundos” Elizabeth Kubler-Ross. Editorial Grijalbo. 1972.


Recomendaciones:

“Sanando la herida más profunda”. Matthew Linn, Dennis Linn, Sheila Fabricant. Editorial Promexa.

domingo, 13 de noviembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 21, 5-19

sábado, 12 de noviembre de 2016

“¿Cuál será la señal de que estas cosas ya están a punto de suceder?”

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario – Ciclo C (Lucas 21, 5-19) – 13 de noviembre de 2016


En el último “Encuentro con la Palabra”, comentábamos cómo la vida es el lugar privilegiado en el que se nos revela el rostro de Dios. El Señor no es Dios de muertos, sino de vivos... y es en la vida donde nos comunica su proyecto. Por tanto, los cristianos no tenemos que consultar, como los griegos, el oráculo de los dioses, o como los asirios, las estrellas (astrología), o leer la mano, o el cigarrillo, etc. Para consultar lo que Dios quiere en nuestra vida personal, comunitaria y social, sólo tenemos que abrir los ojos y mirar... No negar la realidad, no traicionarla ni mentirnos acerca de ella. No ser como el avestruz que piensa que porque deja de mirar la realidad, metiendo la cabeza entre la arena, va a desaparecer el cazador. No se trata, pues, de difíciles jeroglíficos y adivinanzas; es sencilla; pero a veces las cosas son tan sencillas, que no las vemos; son tan simples, y tan cotidianas, que no les prestamos atención; por eso es fundamental tener ojos limpios y mirar sin miedo la realidad. Por algo Jesús, en un momento de inspiración y “lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: ’Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido” (Lucas 10,21).

Esta fue la actitud fundamental de Jesús. Tener los ojos abiertos ante la realidad, ante las cosas sencillas de cada día, en las que descubría los planes de su Padre Dios. Jesús aprendió lo que aprendió sobre el Reino de Dios, mirando su vida y la vida de su pueblo. Sólo tomando el Evangelio de san Mateo, podemos llegar a una lista como la siguiente; Jesús habla allí de pan, sal, luz, lámparas, cajones, polillas, ladrones, aves, graneros, flores, hierba, paja, vigas, troncos, perros, perlas, cerdos, piedras, culebras, pescados, puertas, caminos, ovejas, uvas, espinos, higos, cardos, fuego, casas, rocas, arena, lluvia, ríos, vientos, zorras, madrigueras, aves, nidos, médicos, enfermos, bodas, vestidos, telas, remiendos, vino, cueros, odres, cosechas, trabajadores, oro, plata, cobre, bolsa, ropa, sandalias, bastones, polvo, pies, lobos, serpientes, palomas, azoteas, pajarillos, monedas, cabellos, árboles, frutos, víboras, sembrador, semilla, sol, raíz, granos, oídos, cizaña, trigo, granero, mostaza, huerto, plantas, ramas, levadura, harina, masa, tesoros, comerciantes, redes, mar, playas, canastas, hornos, boca, planta, raíz, ciegos, hoyos, vientre, cielo, niños, piedra de molino, mano, pie, manco, cojos, reyes, funcionarios, esclavos, cárceles, camellos, agujas, viñedos, cercos, torres, lagar, terreno, labradores, fiestas, invitados, criados, reses, menta, anís, comino, mosquito, vasos, platos copas, sepulcros, gallinas, pollitos, higueras, vírgenes, aceite, dinero, banco, pastor, cabras...Y, así, podríamos seguir.

En estos elementos tan sencillos, descubrió Jesús lo que Dios le pedía y lo que Dios quería hacer con él y con toda la humanidad. No se trata de ver cosas distintas, nuevas, sino de mirar lo mismo, pero con unos ojos nuevos: “Pero Yahveh dijo a Samuel: (...) La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón» (1 Sam. 16, 7). Esta manera de mirar es lo que caracteriza a los profetas; una mirada que no es propiamente la del turista. Esta es la respuesta para la pregunta que le hacen al Señor en el evangelio de hoy:¿Cuál será la señal de que estas cosas ya están a punto de suceder? Ahí están. Sólo tenemos que abrir los ojos y mirar...


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

domingo, 6 de noviembre de 2016

LA FRASE DE LA SEMANA

CORRESPONDIENTE AL EVANGELIO DE HOY PARA REFLEXIONAR TODA LA SEMANA


PARA VER EL EVANGELIO COMPLETO CLIC AQUÍ: Lc. 20, 27-38

viernes, 4 de noviembre de 2016

Cápsula 19 Crecer en Espiritualidad Familiar


Tema:
Crecer en Espiritualidad Familiar

Frase:
Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante”  [1]

Contexto:
En sentido amplio, la espiritualidad es aquello que lleva a la familia humana a canalizar sus más profundas energías. Nos mueve a orientar nuestros esfuerzos para dar más de nosotros mismos y trascender. Quizá el propósito más importante de la vida sea ese: aprender a dejarse llevar por el Espíritu para responder al llamado de Dios a ser cada vez más y mejores seres humanos.[2]
El papa Francisco ha demostrado su amor por los matrimonios y las familias de muchas maneras. En el primer año de su papado, llamó a dos asambleas sinodales consecutivas sobre la familia. Dedicó más de un año de audiencias semanales[3] a temas relacionados con el matrimonio y la familia, y dio un emotivo testimonio de la belleza del plan de Dios para la familia durante el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia[4], y lo reitera con esta Exhortación (Amoris laetitia) que venimos reflexionando, donde sale a relucir el ‘Papa párroco’, que abre las puertas del templo de la misericordia a todos. 

Experiencia:
El Papa recuerda que los matrimonios y la familia en general deben de buscar su fuerza y sustento en la vida espiritual, en la oración en familia y en la practica de los sacramentos, por ejemplo. 
Una espiritualidad que esté atenta al amor al prójimo, es decir que no sea una espiritualidad cerrada. “Hay un punto donde le amor a la pareja alcanza su mayor liberación y se convierte en un espacio de sana autonomía: cuando cada uno descubre que el otro no es suyo, sino que tiene un dueño mucho más importante, su único Señor.”[5]
La Exhortación concluye señalando que la familia sebe ser una escuela de hospitalidad, lugar de unión y de comunión a ejemplo de la Santa Trinidad. Trabajar buscando la perfección aquí en la tierra, aún sabiendo que sólo podremos encontrar en el Reino definitivo. Y concluye, antes de encomendarnos con una oración a la Sagrada Familia, con las palabras de ánimo. “Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más.”[6]

La espiritualidad conyugal y familiar esta “hecha de miles de gestos reales y concretos”. Con claridad se dice que “quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística”.
Todo, “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida plena de su Resurrección”.
Se habla entonces de la oración a la luz de la Pascua, de la espiritualidad del amor exclusivo y libre en el desafío y el anhelo de envejecer y gastarse juntos, reflejando la fidelidad de Dios.
Escribe el Papa, como la espiritualidad del cuidado, de la consolación y el estímulo” implica que “...toda la vida de la familia es un “pastoreo” misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro”. Es una honda “experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él”.

En el párrafo conclusivo el Papa afirma: “ninguna familia es una realidad perfecta y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar (...). Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante. ¡Caminemos familias, sigamos caminando! (…) No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.

Reflexión:
¿Cómo es que podemos aumentar y fortalecer los vínculos familiares?
¿Es el amor, del Dios de Jesús, lo que nos vincula?
¿Cómo va nuestra oración comunitaria/ familiar?
¿Soy fiel a mi compromiso conyugal / familiar?
¿En qué se nota que mi familia va creciendo espiritualmente?

Acción:
Para estar creciendo en el Espíritu, la acción es una invitación a hacer nuestro examen diario, al estilo ignaciano[7]
·         ¿Quién (cuál espíritu) es quién mueve a mi familia?  
·         Y a mí ¿qué / quién me nueve?


Bibliografía, referencias/ fuentes.