viernes, 5 de agosto de 2016

Cápsula 06 El amor fecundo: los hijos


Tema: 
El amor fecundo: los hijos

Frase:
“Cada  niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador”

Contexto:

“Sean fecundos y multiplíquese” Gen 1,28 es la invitación a que el amor de la pareja, que es el reflejo del amor de Dios, se realice en la generación de una nueva vida. Así, Dios regala el don de trasmitir vida y  la “comunión” de los padres permite continuar su proceso creador. La responsabilidad por este regalo/don de Dios se debe asumir como tal desde la concepción, el cuidado, la formación y finalmente la entrega a la comunidad de un hombre o una mujer que puedan reflejar el amor de sus padres.
Es importante los roles que tienen los padres ante los hijos. La mujer sigue siendo un bastión muy importante en la familia, es la cercana, amorosa, comprensiva. Su maternidad le da una especial sensibilidad para la comprensión. El padre en su papel masculino/fuerte/exigente, “invita al esfuerzo, a la lucha” para enfrentar el mundo, “allá afuera”.
Resulta fundamental tener presente lo que se conoce como “familia ampliada”, primos, abuelos, tíos. Es importante promover en los hijos el amor y el respeto  por “toda la familia”. Los abuelos, siempre tendrán algo que enseñar, tienen la experiencia de la vida y aunque disminuidos en sus capacidades físicas o intelectuales deberán ser siempre respetados.
La fecundidad, no solamente se debe entender en sentido biológico -ser madre o padre-. Por diversas      causas a veces el tener hijos no le es posible a la pareja. Es importante tener presente que “el matrimonio, como amistad y comunión de la vida toda, sigue existiendo y conserva su valor e indisolubilidad”. “Un camino puede ser la adopción, adoptar es el acto de amor de regalar una familia a quien no la tiene”.
Una familia que comparte su “Amor fecundo”, no solo lo realiza en la expresión de “tener hijos”, sino también, dándose a la sociedad que la necesita: pobres, discapacitados, ancianos, marginados, etc. Una familia con o sin hijos se debe a su comunidad, compartiendo en lo poco o en lo mucho, lo material y/o  dando su cercano afecto.

Experiencia:
El papel que hoy la mujer desempeña en la sociedad, por su capacidad e interés en prepararse y también la necesidad de ser proveedora en su familia, nos permite ver mujeres profesionistas en todas las disciplinas y otras en papeles que no se pensaban femeninos (guardias, bomberos, choferes) a diferencia de hace unas décadas. Esto hace que la mujer que antes estaba dedicada al cuidado de los hijos y las labores del hogar, hoy tenga la doble tarea de salir a trabajar y seguir cuidando del hogar y los  hijos, (lo cual es más demandante cuando la mujer es a la vez padre y madre). Aunque el deber es de ambos padres, es la condición femenina/materna de la mujer la que culturalmente la hace más cercana/confidente de los hijos y ahora el tiempo que podría estar con ellos lo divide entre el trabajo y su familia.
En la actualidad con las distancias, horarios de trabajo y hasta necesidad de dos o más trabajos por nuestra precaria economía de mundo y país, el padre está muy ausente de casa. Los hijos necesitan para “crecer sanos” la presencia de las dos figuras, papá y mamá, figuras que ya ni en las horas de comida coinciden.  Con este alejamiento se pierde la confianza y con el paso del tiempo la autoridad ante los hijos (no hay delante de ellos una figura que imitar y/o respetar).
A los abuelos, ya no se les tiene “paciencia” o comprensión por su condición.  Desde hace algunas décadas a la fecha han ido a la alza las casas/asilos para las personas mayores. Derivado seguramente de las actividades demandantes de trabajo tanto del hombre como de la mujer, no queda tiempo para verlos, mucho menos ocuparse de ellos y los hijos están aprendiendo ésta “nueva” forma/cultura de tratar a nuestros viejos.
Vivimos en una sociedad injusta, desigual, que margina y discrimina,  que cada vez  sigue creando estructuras que hacen más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Es en la familia y a la luz de los valores evangélicos que a los  hijos se les debe promover el compromiso con los más pobres y marginados.

Reflexión:
Las parejas se casan sin mucha conciencia de por qué lo hacen. El matrimonio por la Iglesia se ve más   como un acto social, que como un sacramento con las implicaciones que éste conlleva. La mujer en su rol hoy de proveedora, tiene que salir a trabajar y le queda poco tiempo para atender a los hijos en todas las necesidades que estos demandan.  El padre aún más ausente, tiene poca presencia en el hogar (turnos nocturnos, trabajo fuera de la ciudad, etc.). Los hijos en sus tareas,  juegos y amigos con tan poco tiempo para compartir con los padres parecen no necesitar más, pero no es así. Ellos urgen de “sentirse” amados, escuchados, comprendidos e incluso de ser reprendidos cuando así lo ameritan (ésta es una forma de saber que interesan, que son amados).
El amor en la pareja  reflejo del amor de Dios y que se realiza en el ser padres, debe hacerse patente en el convivir de cada día con los hijos. Que se sientan amados y que ese amor se manifieste en  su realización como personas y en su  actitud hacia los próximos y hacia los no tan próximos pero que también claman “amor”.
El amor que Dios regala a los padres lo deben manifestar y prodigar a los hijos. Hacerles sentir que fueron concebidos por y con amor y que esa vida que les fue “comunicada” por este don, debe ser plena.

Acción:
Hacer todo el esfuerzo para poder tener los alimentos juntos (por lo menos uno), en ese espacio formular una oración de agradecimiento a Dios por la vida, por el amor que se nos regala y por nuestros hijos, como expresión de ese amor.  

Evaluación:
“Mirad cómo se Aman”, lo que la tradición cristiana en los hechos decía de las primeras comunidades cristianas, es el reto de las familias de hoy.  Hacer explícito el Amor de Dios que nos ha sido dado a través de nuestros padres.


Bibliografía, referencias/ fuentes.
·         Amoris Laetetia, Amor que se vuelve fecundo. Capítulo Quinto
·         http://es.catholic.net/op/articulos/3207/cat/242/los-hijos-signo-y-fruto-del-amor-conyugal.html
·         http://www.hogaresnuevos.com/web/index.php/recursos/familia/17-los-hijos-proyeccion-de-los-
padres.html
·         http://www.hogaresnuevos.com/web/cartilla/336.pdf

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