Domingo I de
Cuaresma – Ciclo A (Mateo 4, 1-11) 9 de marzo de 2014
«Si ya has encontrado a
Dios, avísame dónde está, porque yo llevo muchos años buscándolo y no lo
encuentro». La tía Lucía me dejó caer hace un tiempo esas palabras que quedaron
retumbando en mi alma como un eco sordo al fondo de un abismo... «Avísame
dónde está...». Evidentemente, la frase condicional con la que comenzó fue la
que más me inquietó: «Si ya has encontrado a Dios...». Es bien arriesgado
decir que he encontrado a Dios, pero lo que sí no me da miedo decir es que
descubro pistas de su presencia en la Palabra que ilumina la Vida y
que invita a construir Comunidad. Como la tía Lucía, muchas
personas que nos rodean nos piden señales, pruebas, huellas de Dios en su vida
cotidiana. No es que no lo quieran ver; es que no lo ven por ninguna parte y de
verdad están buscando el sentido de sus vidas.
El Señor Jesús, Palabra
transparente de Dios en nuestra historia, conducido por el Espíritu, fue
probado en el desierto. Lo que lo sostuvo, en medio de la tentación, fue el
apoyo que encontró en la Escritura. Tal como lo describe el Evangelio de san
Mateo, Jesús dijo ante la tentación: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que salga de los labios de Dios» (Mateo 4,4); más adelante añadió:
«No pongas a prueba al Señor tu Dios» (Mateo 4,7); y, por último, dijo; «Adora
al Señor tu Dios y sírvelo sólo a él» (Mateo 4,10). Tres referencias a la
Escritura con las que Jesús supo defenderse de las tentaciones que lo acosaban
de muchas formas: Deseos de lucirse ante los demás haciendo milagros: “Si de
veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes”.
Deseos de tener honores y ser reconocido por los demás: “Si de veras eres Hijo
de Dios, tírate abajo (...)”. Deseos de poder y dominación: “Yo te daré todo
esto, si te arrodillas y me adoras”.
¡Cuántas veces sentimos la
tentación de tener el poder de hacer milagrosamente lo que queremos! Como
convertir las piedras en panes... ¡Cuántas veces sentimos la tentación de
probar a Dios exigiéndole lo imposible! Como lanzarse al vacío desde lo alto
del templo, esperando que los ángeles vengan a rescatarnos... ¡Cuántas veces
sentimos la tentación dominar a los demás arrodillándonos ante dioses falsos!
Como cuando colocamos el poder, el tener y el saber por encima del ser mismo de
cada ser humano...
Hay que notar que en la
segunda tentación, el mismo tentador cita la Escritura para presentar al Señor
su tentación: “Si de veras eres Hijo de Díos, tírate abajo; porque la Escritura
dice: ‘Dios mandará que sus ángeles te cuiden. Te levantarán con sus manos para
que no tropieces con piedra alguna”. La habilidad del mal llega a valerse de la
Escritura para poner zancadillas a gente buena. Por eso la invitación del Señor
no es a referirse a la Escritura como arrancando frases de sus contextos
literarios, ni para lanzarlas sin más sobre nuestros contextos existenciales.
De lo que se trata es de saber apoyarnos en su Palabra para
desentrañar el misterio de Dios en el corazón de nuestra propia historia. ¿Cómo
vamos a encontrar a Dios en medio de nuestras vidas si no nos encontramos
cotidianamente con su Palabra? Confío en que esto le haya servido de pista a la
tía Lucía, y a tantas otras personas que buscan sinceramente el sentido de sus
vidas, para que algún día puedan decirme que se han encontrado cara a cara con
Dios.
Un saludo cordial.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano Académico
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Javeriana
No hay comentarios:
Publicar un comentario