Que estas palmas benditas, con las cuales recibimos a Jesús, nos recuerden todos los días que la victoria de Cristo y la de los cristianos, solo se obtienen con el sufrimiento de la cruz de cada día. Guardemos este signo (la plama) para que nos recuerde que después de haber aclamado hoy a Jesús, sería muy feo salir mañana o pasado o cualquier otro día del año a
crucificar o a
escupir a los demás (y por ende a Él).
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